Ayer domingo la Villa de Santa Brígida perdió a uno de sus hijos más ilustres: Antonio Medina Calderín, ex director de la Banda Municipal. Su entierro se celebró ayer tarde, a las 16.45 horas en el cementerio municipal.

¿Quién fue este personaje satauteño? Ñito Calderín era, quizás, el mejor forjador de jóvenes satauteños amantes de la música de los últimos cincuenta años; esto es, el mejor maestro. Ya dicen que el talento siempre ha necesitado de la energía, y que no existe mejor energético que la pasión. Y a Ñito le sobraba pasión cada vez que daba tres toques de su batuta sobre el atril y concentraba todas las miradas juveniles y presto los oídos. Nacido en 1924 en una casa del casco urbano y hermano de leche del ilustre historiador Francisco Morales Padrón, pues la madre del historiador amamantó a ambos, Ñito Calderín, como popularmente se le conoce, fue durante casi cuarenta años director de la Banda Municipal. Su amor por la música le llevó a fundar diversos grupos, como la rondalla 'Alegría', y varias agrupaciones folclóricas del municipio. Numerosas generaciones de satauteños conocieron lo mejor del arte de las enseñanzas de este maestro.

A partir de la década de 1950, la agrupación musical adquirió destacada relevancia y mantuvo una gran actividad tanto dentro como fuera del municipio e, incluso, rivalizaba con otras bandas municipales. Sus acordes animaban las procesiones y verbenas de pueblos lejanos y remotos como La Aldea o las fiestas de San Ginés, en Lanzarote, de donde los músicos se traían como regalos hermosas sandías. Fueron años gloriosos en los que la Banda satauteña protagonizará uno de los famosos 'Cuentos de Pepe Monagas', concretamente aquel titulado "De cuando Pepe Monagas discutía que la Banda de Santa Brígida era mejor que la de Madrid". Un relato costumbrista que Pancho Guerra sitúa en una carpintería del barrio de Vegueta, en donde se produce una 'conversiada' con un humor, tono y una fraseología propios de Canarias, en la que se compara nuestra banda con la de la capital de España.

El broche de oro de esta década maravillosa le llegó a la agrupación musical cuando ganó el primer concurso de bandas municipales celebrado en la plaza de San Telmo, en la capital grancanaria, en 1951, el mismo día que la UD Las Palmas ascendía a la Primera División del Fútbol Nacional. El pueblo fue una fiesta de júbilo cuando los músicos regresaron con el trofeo. Las autoridades y los vecinos salieron en tropel a la calle, precedidos por los músicos y reventando cohetes, dejando en el pueblo la impresión de que la nueva generación tenía semillas para rato. Aquello fue la locura y le subieron el sueldo a mil pesetas a su director, pero al darse cuenta el alcalde Enrique Arroyo, médico de profesión, que ganaba más que el secretario, se lo bajaron de nuevo.

En los últimos tiempos este ilustre vecino se encontraba en una residencia de ancianos del casco de la Villa. Aún así, era habitual verlo cada año en la procesión de su santo patrón (san Antonio de Padua), orgulloso de sus paisanos, y disfrutando emocionado en el preciso instante que la Banda ejecutaba sus mejores piezas musicales. Su última obra musical fue la realización, en el año 2000, del himno del centenario del Real Casino, cuyos arreglos se deben al ex director de la Banda de Telde y la letra a cargo de quien esta breve semblanza suscribe. Por entonces, ya Ñito había gastado muchas corcheas del alma.

El Ayuntamiento le concedió el título de Hijo Predilecto de la Villa de Santa Brígida en una sesión plenaria, de carácter extraordinaria, celebrada el 12 de abril de 1999. Fue una propuesta del Real Casino de Santa Brígida, con motivo del centenario de su fundación; otra sociedad centenaria recientemente desaparecida. Hoy guardo con orgullo como uno de mis mejores presentes su batuta con la que tantos años dirigió a su querida Banda. Una agrupación musical que hoy tampoco existe, porque, lamentablemente, cada vez son menos los protagonistas que quedan en el pueblo de nuestro pasado.

Pedro Socorro Santana

Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida