Los vecinos de Mirador Domingo Rivero de Arucas esperan desde hace tres décadas que lleguen las inversiones del Ayuntamiento. Los 200 vecinos que residen en este barrio situado junto a la carretera que une la ciudad con Teror reivindican la dotación de todos los servicios públicos municipales, después de que lamentar que los sucesivos gobierno municipales les hayan dado la espalda en la aprobación del plan urbanístico, pese a llegar incluso a costear su redacción a un estudio de arquitectos.

Mirador Domingo Rivero se gestó en la década de los 70 a trompicones, como otros barrios limítrofes del medio rural, de la mano del promotor que da nombre al lugar. Sin embargo, los vecinos de este pago situado entre Arucas y Teror han visto cómo quedaban relegados, frente a urbanizaciones próximas como Los Portales y Visvique, que obtuvieron fondos para su desarrollo armónico y hasta para la cesión de un local social, pese a estar menos poblados, según los vecinos del Mirador, que recuerdan que están al corriente del impuesto de bienes inmuebles (IBI).

Las últimas lluvias torrenciales volvieron a dejar al descubierto sus carencias, sobre todo en la carretera que todavía es de tierra. Tal es así, que uno de los vecinos rompió el vehículo recién estrenado por un golpe en los bajos. Pero no es la única carencia, ya que echan en falta el alumbrado público, buen aparte de los residentes carece de agua de abasto, y ni siquiera entran a la urbanización los camiones de la recogida de basura, ya que los contenedores se ha quedado junto a la carretera general de conexión con Teror, y muy pocas veces se ha visto a los operarios municipales arreglar la zona. "¿Por qué se asfaltan calles de fincas agrícolas y hasta para llegar a casas casi aisladas en la que vive alguna autoridades, y no la tenemos nosotros?", se preguntan tanto el presidente de la Asociación de Vecinos José Santana; el expresidente Antonio García; y el vecino Antonio de Saá. Y hasta los buzones de correos están en la única entrada al barrio, ya que el servicio se niega a llegar a las puertas de las casas por miedo a la rotura de las motos. Como también echan en falta los residentes zonas de juegos infantiles, bancos para sentarse, aceras jardineras y hasta papeleras, y otras dotaciones propias de cualquier núcleo habitado.

El Plan General contempla esta zona como urbana no consolidado. Y entre los años 90 y 93 los vecinos llegaron a ingresar 1.408.000 pesetas (8.462 euros) para la redacción del Plan Parcial, pagando el trabajo de un estudio de arquitectura. Incluso, en abril de 1995 el Ayuntamiento anunció su intención de aprobar el planeamiento urbanístico de 70.300 metros cuadrados en esta urbanización, en la que se permitían construir 370 viviendas. En estos momentos hay 60 casas edificadas.

La última vez que se trató de buscar una solución fue en 2010, cuando se habló de constituir una comisión mixta. Pero la iniciativa se quedó en el cajón. "Nos han tomado el pelo durante años", dicen.

La última alternativa ha sido acudir al Diputado del Común. "Es nuestra última esperanza, si no consigue nada, ya no sabemos qué más hacer", se queja el colectivo.