La coronación de la Lucía Sueca y la Lucía Canaria ha vuelto a cumplir con esta tradición que se inició en 1963 cuando un marino mercante preguntó por el motivo del atasco que no le dejaba llegar a Santa Lucía y descubrió que cada 13 de diciembre gozaba de la misma festividad que su pueblo en el norte de Suecia, Luléa.

Desde entonces han pasado 52 años y una vez más el templo Ecuménico acogió una sobrecogedora ceremonia que, casi dos horas antes del inicio de la coronación de las Reinas de la Luz, ya contaba con un asiento libre para presenciar el acontecimiento, muy arraigado en la comunidad sueca residente en el sur.

Las dos jóvenes seleccionadas llegaron acompañadas por un séquito de damas de honor que anunciaron su entrada al templo con un hipnótico canto. Lisa Stahl con túnica blanca ceñida con un fajín rojo y una corona de seis velas y Alba Cruz con traje típico de falda, corpiño, blusa calada y una banda con la bandera canaria.

Al llegar al altar, la angelical voz de la Lucía Sueca se convirtió en protagonista al interpretar una canción tradicional de su pueblo, que sirvió como preámbulo a la ceremonia de coronación oficiada por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, la consejera de Turismo, Inés Jiménez, y la cónsul honoraria de Suecia, Ann Kristin Ekstrand.

"Este acto sirve para crear corrientes de cohesión social, de convivencia entre dos comunidades, la sueca y la canaria, que se unieron hace más de medio siglo para sentar las bases de un fenómeno denominado turismo, desconocido por aquel entonces", recordó Morales tras comprometerse a seguir colaborando con el Ayuntamiento de Santa Lucía y el Patronato Reina de la Luz para continuar festejando esta tradición, que este domingo celebra su acto culmen en Santa Lucía.

Desde que el marino Musber descubriera la procesión de Santa Lucía, cada mes de diciembre se celebra un emotivo hermanamiento entre estos dos pueblos separados por miles de kilómetros, pero que comparten esta singular celebración.

El cierre del acto lo puso el coro de la Iglesia Sueca de Gran Canaria, que tras interpretar varias canciones tradicionales escandinavas, sorprendieron con su interpretación del villancico de Benito Cabrera "Vamos cantemos, somos 7", en una muestra más de la integración de la comunidad sueca residente en la Isla y la cultura canaria.

Inés Jiménez valoró la importancia de haber mantenido vivo este hermanamiento durante tanto tiempo, "en una clara apuesta por resaltar los valores humanos de esta emotiva costumbre, que hace posible que la misma luz que ilumina el invierno sueco, también nos sirva de guía en Gran Canaria".