El belén de Emilio García no es un pesebre canario cualquiera. La creatividad y el esfuerzo de este moganero, que lleva 40 años al pie del establo, va más allá de las meras tradiciones regionales y reproduce a pequeña escala hasta el último detalle de uno de los rincones que quedan aún sin explotar de la localidad turística: Veneguera. El belenista ha logrado representar las antiguas construcciones de la zona con ayuda de fotos antiguas y piedras del barranco.
La orografía del belén de la iglesia de San Antonio de Padua de Mogán constituye un espejo del barranco y las laderas que asoman por la puerta de la ermita. Con papel de embalaje y pintura Emilio ha simulado las montañas que custodian el pago agrícola de Veneguera, con una pequeña cascada a dos niveles inspirada en el enclave de Albarianes. Entre tuneras, con cochinilla incluida, y cardones se abren los caminos de los pastores. Algunos con cabras majoreras, otros con caracolas en las manos o jaulas con gallinas. De las palmeras, cuyos troncos están elaborados a base de pinocha que Emilio recolecta por los senderos, cuelga un oriundo que poda las hojas de palma. A la sombra de las Phoenix canariensis, se cobijan dos construcciones típicas de la zona. Una de las figuras reproduce la casa de la familia Betancourt de Veneguera, que actualmente se encuentra dentro del catálogo municipal de inmuebles protegidos. Y otra da vida a un inmueble antiguamente se erigía en la zona de La Humbridilla y que a día de hoy ya no existe. García se valió de algunas fotos de los Afonso de Playa de Mogán para esbozar el diseño en corcho. Lo curioso del trabajo de García es la sutileza con la que reconstruye Veneguera a base de figuras. Las tejas de las casas son de barro. Los 20 metros cuadrados de superficie del belén están acolchados de pastos silvestres y, al fondo, un cielo estrellado guía a los magos de Oriente. Junto a su primo Paco Rodríguez, García ha ideado un juego de luces que vislumbra entre las montañas al amanecer y regala una luna llena al anochecer envuelta en un apagón intermitente de luces en forma de truenos y relámpagos.
"Me ayudé de una lata de galletas para colocar el bombillo detrás de la luna. Y las estrellas las hice con fibra óptica", desvela el que fuera técnico de electricidad del Ayuntamiento hasta hace poco más de dos años.
En esta edición, la pequeña Veneguera ha crecido en 15 habitantes que proceden de la ciudad de Murcia, la cuna de los belenistas.
En el libro de firmas del pesebre, se pueden leer felicitaciones a los creadores en más de una decena de idiomas. Hay agradecimientos y elogios escritos hasta en japonés. Algunos mensajes recuerdan al que para muchos fue el "alma" de las fiestas del pueblo de Mogán e impulsor en sus orígenes de este belén y de otras actividades culturales, como la agrupación folclórica El Mocán. En memoria de Juan José Rodríguez.
