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Moya

'Valerón' regresa al Cenobio

La emblemática águila del barranco de Moya retoma el vuelo tras recibir un tiro de escopeta

Adrián Quintana, el joven que halló el 12 de octubre al águila abatida por un tiro de escopeta, soltó ayer al ejemplar totalmente recuperado. JOSÉ CARLOS GUERRA

Valerón, la valiente águila que sobrevuela el Cenobio del que recibe el nombre, volvió ayer a patrullar los cielos del norte tras el disparo de escopeta recibido el pasado octubre y que se saldó con importantes lesiones.

Ayer, a las 12.19 minutos del mediodía Adrián Quintana, el escalador que se encontraba en el barranco de Moya el 12 de octubre y descubrió al animal malherido entre una acequia y la maleza, lo devolvió al aire en uno de los puentes de Silva. Primero cayó prácticamente en picado, desalando a un grupo de palomas escondidas entre los riscos para retomar altura y aparecer diez minutos después sobre el azul del mar. Ni siquiera Pascual Calabuig, veterinario del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, y con más de dos décadas de experiencia y cientos de sueltas, pudo reprimir la emoción de una estampa impresionante, con las alas extendidas, quietas y ascendiendo en círculos aprovechando con tino las corrientes térmicas. No había olvidado volar.

Fue el pasado 12 de octubre cuando comenzó la odisea de Valerón, cuando recibía el disparo de un cartucho que según Calabuig son los que se utilizan para la caza del conejo. Cuando Quintana y un grupo de compañeros dio con ella llevaba varias horas agonizando.

Comida viva

El veterinario explica que el que disparó comete doble delito, el primero por abatirla y el segundo por prepararle una muerte en la que es comida viva durante días por los gusanos que se introducen por sus cuencas oculares o el ano.

Pero Adrián Quintana no fue el único que colaboró para que el macho sobreviviera, un ejemplar que preside junto con una hembra el cielo del barranco de Moya y especialmente la Cuesta de Silva, acompañados de otra pareja de halcones residentes.

Porque ese día feriado del 12 de octubre, ya con los servicios del Centro de Recuperación cerrados, -solo queda inoperativo las tardes de los días festivos por falta de personal-, Quintana tuvo que recurrir primero a Protección Civil, a través de unos voluntarios que se encontraban de servicio en el mismo puente de Silva donde ayer fue soltada.

Estos la entregaron ya en la noche a la Policía Local de Guía, con agentes en vela durante la madrugada dándole agua y atendiéndola, hasta que ya por la mañana fue trasladada por operarios de la consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria al citado centro donde fue operada de urgencia por Calabuig y su equipo.

El veterinario relata el parte de guerra con minuciosidad. "Tres de los perdigones que la habían alcanzado estaban todavía alojados en su cuerpo. Uno de ellos le había roto el ala izquierda y otro, quizás todavía más peligroso, quedó alojado en el interior de uno de los sacos aéreos abdominales, después de atravesar paredes musculares y vísceras. A ese daño", añade, "habría que sumar el impacto contra el suelo tras caer desde la altura con el ala rota".

No es la primera vez que se encuentra con el mismo panorama y conoce el contexto. "Días antes había terminado la temporada de caza y algún malnacido, supuesto cazador, había iniciado la veda disparando a una especie protegida, aliada de los propios cazadores, al limpiar el campo de los conejos enfermos por las graves epidemias que les asolan ya desde hace varias décadas".

El trabajo cirujano incluye cierta relojería, que incluyó la inserción de "varias agujas quirúrgicas que permitieron estabilizar y soldar el hueso fracturado" y la implantación de tres plumas partidas por el disparo, con una técnica que, según ilustra la misma fuente, es muy utilizada por los cetreros de los Emiratos Árabes.

Calabuig tiró de su colección de plumas de águilas ratoneras ya muertas para elegir la que por tamaño se adaptaría mejor a la zona del ala, introdujo una pequeña varilla en los antiguos cañones y remató la soldadura "con La Gotita", que según afirma cumple con las expectativas de su propio anuncio, que nada lo despega.

Tras el remiendo pasó al posoperatorio y sus sesiones de "fisioterapia", en unos grandes jaulones de entrenamiento para ejercitar el vuelo, y que debió cumplir a rajatabla, visto el geito que demostró ayer en la suelta.

Geito y, nobleza, una nobleza inversamente proporcional a la del autor de los disparos, un tipo de cazadores de fauna salvaje y protegida que hace unos años motivó al propio Pascual Calabuig a escribir un demoledor artículo titulado A ti valiente cazador, tras recoger a otra águila ratonera con un disparo en la cabeza y la pérdida de un ojo y a medio camino entre la vida y la muerte.

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