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30 años de belén en Veneguera

El nacimiento viviente del pago agrícola de Mogán celebra mañana su aniversario con una exposición de fotos antiguas

Los nuevos componentes

A sus 32 años Jonathan Afonso ha sido pastor, panadero, hijo de la molinera y hermano de San José. Desde que tiene uso de razón ha participado junto a más de un centenar de vecinos de Veneguera en la representación del belén canario, que el pago moganero celebra cada 25 de diciembre en la zona de La Cardonera. Este año el nacimiento viviente cumple 30 años y para celebrarlo sus habitantes han incluido en el recorrido una exposición de fotos históricas de la muestra y una pequeña tienda de aceite y vinagre en la que venden souvenirs con la imagen del aniversario del pesebre.

El belén viviente de Veneguera nació hace tres décadas en el municipio de Mogán como una mera actividad lúdica en la que los vecinos al menos una vez al año tuvieran un motivo por el que ilusionarse, participar y enseñar a los más pequeños del pueblo las tradiciones de antaño. La primera representación cogió por sorpresa a los habitantes de Mogán pueblo, ya que no esperaban que una docena de vecinos decidieran montar un establo en plena plaza tras la Misa del Gallo.

Atractivo turístico

En los años posteriores, el belén se trasladó a la plaza de la Iglesia de Veneguera para finalmente consolidarse como un atractivo turístico en la zona de La Cardonera. En la actualidad participan cerca de 200 vecinos, la mitad del pueblo si se tiene en cuenta que el padrón de Veneguera apenas supera los 400 habitantes.

Los comienzos del nacimiento fueron humildes, auténticos y emotivos. Y así continúan siendo: los vecinos sacan del armario los trajes de la romería de San Antonio, las mujeres que hacen los bollos y las tortillas de carnaval para los visitantes rescatan las recetas de sus abuelas, los pastores de los alrededores prestan sus animales para la ocasión y el tomate y el plátano se declaran productos con denominación de origen de Veneguera. Eso sí, la afluencia de visitantes ha pasado de ser de habla canaria, principalmente, a políglota con más de 1.500 visitantes por edición. Y este año, como el día de Navidad es viernes, la organización prevé mayor asistencia de público.

La estrella de la noche, en su cunita de paja, responde al nombre de Ari. Sus progenitores ficticios, San José y María son en realidad Paula y Fran, sus padres biológicos. La burra de Daniel Suárez, que asoma en la carretera a la altura del restaurante Las Cañadas y la vaca de Eduardo, un ganadero de Santa María de Guía, terminan de completar el establo en La Cardonera. A su alrededor se despliega un pueblo al que no le falta ni el más mínimo detalle. Un coro de lavanderas que restriegan los calzones con jabón de lagarto en un riachuelo con agua de un "pozo de la rentilla" del barranco de Mogán. Un maestro pedrero, un herrero, el artesano Domingo Alemán, quien para la ocasión viene acompañado de un grupo de aprendices extranjeros. Una castañera, Flora García, que tuesta 15 kilos de este fruto de cumbres para los visitantes. Una mujer que plancha, a carbón, Avelina Suárez. Un pastor, Santiago, con su rebaño de ovejas y baifos que pastan al lado de una casa antigua con muebles " de antes" que fueron donados al pesebre por un vecino de Mogán. En el interior de la alcoba un grupo de bailadores y tocadores alegra el recorrido. Con motivo del 30 aniversario, a las agrupaciones folclóricas del municipio se unen Estrella de Guía y Labrante de Arucas.

Uno de los labradores del belén, Antonio Suárez, a sus 87 años refleja en su mirada la ilusión con la que la gente de Veneguera lleva cerca de tres meses preparando el acontecimiento. A Antonio aún le sobran fuerzas para hincar el sacho. Y motivos para participar en la muestra, porque su familia casi al completo tiene encomendada una tarea en el itinerario. Su nieta Yaiza, de siete años, lava la ropa en la cascada, mientras que dos de sus hijas y otra segunda nieta elaboran las tortillas de carnaval "con rayadura de limón, matalahúva y unas gotitas de anís del Mono" en otro puesto. También hay hueco para otra de sus hijas y nueras que extraen el suero del queso para que la gente lo pruebe. Una vez, recuerda una de las maestras queseras, "tuvimos que ordeñar a las ovejas justo horas antes del belén porque la leche que nos había traído el pastor no cuajaba para hacer el queso. Al final todo salió bien", suspiró la vecina.

Así, como "todo queda en familia": los niños juegan en la Era, la artesana Milagros, que procede del municipio de Santa Brígida, da forma a su vajilla de barro; un grupo de costureras entonan estrofas del antiguo refranero mientras zurcen en el patio los calcetines de sus hijos, otro corrillo de cocineras preparan bollos de harina mientras algunos panaderos dejan reposar la masa madre del pan para luego cocerla en un horno de leña, de los de verdad. Un total de 35 escenas costumbristas, que este año incluyen el proceso completo de la elaboración de gofio -descamisá de millo, molienda y tostado- y un grupo de empaquetadores de tomates.

Además, una pequeña tienda de souvenirs ofrece desde tazas hasta calendarios y camisetas con la imagen del aniversario del pesebre, que los vecinos venden a un precio simbólico con el fin de recaudar fondos para el próximo nacimiento. Una exposición de fotos antiguas se ha unido este año a la actividad. En ellas se aprecia la trayectoria de una actividad que cada año gana más admiradores, tanto turistas como vecinos.

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