El sur de Gran Canaria bate récord de visitantes por tercer año consecutivo en Navidad. Los hoteles de San Bartolomé de Tirajana se encuentran prácticamente llenos hasta después de Reyes y las terrazas de Meloneras no dan abasto entre tanto cliente sediento de helado. Las obras del húngaro Abel Kormos y los polacos Rafael Banasiak y Anita Matecka convierten estos días la orilla del Faro de Maspalomas en una galería de postales y belenes de arena que recuerdan a los turistas que, a pesar de los 23 grados de temperatura, continúa siendo invierno.

Con cholas, toalla, gorra y, lo más asombroso, sin calcetines, despiden el año los turistas en el sur de la Isla. El paseo de Meloneras recordaba ayer a un hormiguero de bañistas, surfistas y visitantes. Mientras algunos aprovechaban las horas más fuertes de calor de la jornada para echarse una siesta en la arena, otros preferían oxigenar sus pulmones con la suave brisa marina de la avenida. Pocos se atrevieron, sin embargo, a darse un chapuzón en el agua; ya que sobre el mástil de los puestos de socorrismo ondeaba la bandera roja.

La familia Nääs-Bergsten, con residencia en Estocolmo, optó por revolcarse en la arena con una pelota junto a La Charca. Los 15 grados de temperatura que separan estos días a Gran Canaria de Suecia suponen para los visitantes "un mundo de sensaciones" que nunca habían experimentado en este mes de diciembre. Normalmente los Nääs-Bergsten aprovechan las vacaciones de invierno para esquiar entre las montañas suecas, pero estas navidades han preferido cambiar la nieve por la arena y deslizarse por las dunas en bikini. "Aquí no necesitamos abrigos ni tenemos que preocuparnos por cocinar ni adornar la casa. El hotel se encarga de todo eso", aseguró la progenitora.

La abundancia de luz solar en la Isla, que dispara los niveles de serotonina en el cerebro y ayuda a controlar los estados de ánimo que experimenta el cuerpo humano, ejerce de imán en Navidad para muchos visitantes europeos.

Ralf Müller, "siempre que mi trabajo me lo permite", se escapa una vez al año desde la ciudad alemana de Allen hasta Gran Canaria. Viaja solo, "sin compromisos de ningún tipo" y con plena libertad para hacer lo que realmente le apetece en Navidad: leer, pasear por la playa y comer comida ligera. "En Alemania la gente suele pasar las navidades dentro de casa, no como aquí, que la gente hace vida al aire libre e, incluso, practica deportes acuáticos", añadió Ralf a la sombra del Faro de Maspalomas.

A escasos metros de distancia de este lector solitario, una muchedumbre de pequeños se agolpaba en la arena para sacarse una foto junto a Homer Simpson, Bob Esponja o Los Minions. Estos personajes populares de la televisión suelen estar presentes en las distintas esculturas de arena que recrea a lo largo del año el artista húngaro Abel Kormos en la playa de Maspalomas. Cada navidad, y ya van nueve, este arenista felicita a los visitantes del Faro con una postal distinta. La meta consiste en que los visitantes "interactúen" con las figuras y se saquen fotos a su alrededor. Normalmente la composición ofrece recovecos, como la mandíbula abierta de un tiburón blanco, a los que los turistas suelen acceder de un salto.

En esta ocasión, Kormos ha dedicado un rincón de su obra navideña al piloto alemán Michael Schumacher, retirado de las pistas de carrera desde hace dos años debido a un accidente en la nieve. Mañana día 29 justo se cumple el segundo aniversario del fatídico episodio y, a petición del vicepresidente del club de fans del piloto de la ciudad de Kerpen, en la que nació Schumacher, Kormos ha querido rendirle un homenaje.

Para el próximo 6 de enero, el escenario a pie del Faro será completamente distinto. Tres Reyes Magos recordarán a los transeúntes de la zona turística que se encuentran en un país con sus tradiciones navideñas singulares. "Normalmente las obras suelen permanecer intactas en la arena durante meses. Lo único que necesitan para mantener su diseño original es un poco de agua. Pero esta vez, la ocasión requiere de un nuevo escenario en breve", desveló el escultor.

Hace una década que Kormos aterrizó en la Isla junto a su mujer Melinda. Por aquella época ya habían emigrado de Hungría, "por eso de que era prácticamente imposible ganarse la vida como artista en mi país natal". Vivían en Irlanda y decidieron disfrutar de una semana de vacaciones en el Sur, como muchos de sus vecinos en el Reino Unido. El flechazo de Cupido no tardó en llegar y el matrimonio decidió mudarse a Gran Canaria de inmediato. Al principio, detalló Melinda, el artista tuvo que trabajar en una finca de naranjos en Fataga, luego en la construcción y, finalmente, ha logrado vivir de sus esculturas de arena en Maspalomas. A lo largo del año, Kormos recrea en la playa los diferentes acontecimientos que marcan el calendario. La Santa Cena en Semana Santa, la Lotería Nacional por el Día del Turista y alguna que otra figura tradicional, como el lagarto o un perro de raza autóctona, constituyen las representaciones que más aceptación reciben entre los turistas.

Los autores de esta actividad espontánea se multiplican a medida que avanza el paseo. A la altura del restaurante El Senador, Rafael Banasial y Anita Matecka levantaron un belén en dos días inspirado, por un lado, en las construcciones de montaña europeas y, por otro, en los volcanes isleños. De noche las casas, espolvoreadas con harina en forma de nieve, se iluminan y del volcán sale una llama de fuego alimentada por parafina. A su vez, a estos dos arenistas polacos se suma un tercero al final del paseo que reproduce un castillo medieval.