La familia Delgado Navarro este año lo tuvo más claro que nunca. Lejos del bullicio de los centros comerciales y el estrés de las compras navideñas, cogieron maleta en mano para aterrizar en San Agustín, donde pasaron un fin de año inolvidable con amanecida a pie de playa. Un 2015 despedido con uvas cerca del mar y un 2016 que empieza con un sol digno de agradecer, que bien se podría calificar de verano, y toallas tiradas en la arena caliente del sur de la Isla.

Bikinis y bermudas, chanclas de playa, sombreros y vestidos de verano reemplazaron este año los abrigos, las botas y bufandas de esta familia de Las Palmas de Gran Canaria. Así, María Navarro y Gregorio Delgado con sus tres niñas disfrutaban ayer del último día de playa después de unos días de apartamento en el sur y un fin de año para no olvidar. "Es la primera vez que hacemos esto y ha sido sensacional para empezar el nuevo año y desconectar del bullicio y las compras en la ciudad", aseguró la madre.

Mientras, su amiga "de toda la vida", Isabel Ramírez, que acompañó a la familia durante la jornada de ayer con sus cuatro hijos, ayudaba a su pequeño de tres años a quitarse la arena de los pies. "Vinimos para pasar juntos el día en la playa, porque esto es una maravilla y nos carga de energía", comentó. Aseguró, además, que había dado algo de envidia sana a sus amigos de la Península mostrándoles su paraíso. "Ya mandé alguna foto de mi comienzo del año en la playa como felicitación de Navidad", confesó entre risas.

Las dos familias, formando una sola, recogían los bártulos de la arena, doblaban sus toallas y mostraban el reflejo que solo un comienzo de año como este es capaz de dar. "Nos gusta mucho estar aquí, ya nos bañamos y hemos cogido estrellas de mar y medusas", explicaban los niños entusiasmados. Un mix de entre tres y once años que disfrutaron más que nadie de estos días de logrados castillos de arena.

"Y ahora toca volver a casa, porque los Reyes Magos se acercan y aquí no pueden llegar", explicó el padre de la familia, contento por lo que viene pero con esa pena de dejar atrás ese paisaje increíble de sol resplandeciente y mar en calma.

Esta familia se va y otros apenas llegan. Y, como todo lo que empieza, acaba, que mejor forma de terminar la semana que coger el coche con los amigos y marcharse a desconectar frente al océano. Fran Gutiérrez, residente en la capital grancanaria, no lo dudó ni un segundo y optó por retrasar sus compras de última hora y coger rumbo a San Agustín con unos amigos a pasar el día. "Mira como está el tiempo, parece de verano, aunque no es ese calor insoportable. Yo prefiero relajarme y el lunes ya afrontamos las compras y lo que sea", aseguró tranquilo. Y tumbado en la arena junto a sus amigos Eder Cruz y Kilian Velásquez, se olvidó de todo para disfrutar de "un plan de amigos sencillo, rápido, cómodo y divertido", tal y como lo define el joven que parecía haberse olvidado de los árboles de Navidad.

Esos arbustos que en Gran Canaria se han cambiado por palmeras que con el cielo celeste de fondo son capaces de anunciar que, tal y como comenta Tania Machín, de Las Palmas de Gran Canaria, "el invierno no ha llegado". La joven, junto a su pareja David Algabe y su hija Melisa Algabe, cogía sol cerca de un enorme dragón de arena rodeado de palas y rastrillos, los mismos que lejos de la Isla podrían utilizarse para crear muñecos de nieve. "Somos muy afortunados, y aunque el frío se echa de menos por la ropa y demás, no cambio este clima por nada del mundo", añadió después haberse dado el primer baño del año junto a su hija. "Llegaron las dos congeladas", aseguró el padre, porque a pesar de los 24 grado en San Agustín, el agua no es de agosto.

Mientras, en Playa del Inglés no podía reinar un ambiente más alegre y veraniego. Las banderas en el cielo anunciaban fiesta, y los pubs de la avenida llena de extranjeros con sus jarras de cerveza y vasos de sangría en mano, mostraban las ganas de los turistas de vivir diferente estas fechas de abrigos de borrego.

"Así son todos los días desde el inicio del invierno, y más ahora que es principio de año", explicó Marcos Sánchez, camarero del pub El Bucanero en la avenida de la playa. "Esta es la mejor época para el turismo hasta mayo, y este año hay mucho más trabajo que el pasado, y se nota bastante", lo apoyó su compañero Marcos Jiménez mientras fregaba la pila de jarras y vasos vacíos y amontonados sobre la barra, y atendía las comandas de los otros trabajadores del local.

Una piña colada, una caña, una jarra de sangría y algo para picar marchando. De la barra a las mesas y de las mesas a la barra. Un no parar que, según aseguran, "dura desde las once de la mañana hasta las seis y media de la tarde". "Hay mucha gente que repite cada año y muchos están sorprendidos con el invierno tan caliente que está haciendo esta vez", añadió Jiménez.

Un tiempo que impulsa a los niños al agua, a los adultos a leer un libro al sol y a algunas familias a salirse de la rutina para empezar un 2016 disfrutando al ritmo de las olas. Eso sí, acabando la jornada con un buen helado en la mano.