La Provincia - Diario de Las Palmas

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La Isla recibe un viaje de vacas teutonas

La cabaña vacuna incorpora 60 holandesas de un total de 900 que llegarán durante el año

Gran Canaria cuenta desde ayer con 60 nuevas residentes de nacionalidad holandesa, que se alojarán de por vida en una decena de granjas isleñas para aportar más calcio y potasio a la población.

El grupo, que llegó literalmente preñado desde su lugar de origen, arribó ayer a primera hora de la mañana a bordo del buque Entrecanales, de la compañía Acciona, en clase turista, acomodadas en el interior de dos grandes tráileres con todo tipo de comodidades a bordo, como agua potable a discreción, tres tomas de afrecho al día, ventilación graduada y piso con cama de paja, equipamiento que resulta el sueño de toda vaca cuando parte de gira.

Este repentino incremento del censo del ganado vacuno en Gran Canaria responde a la idea tanto de productores como del Cabildo, el Gobierno de Canarias y la empresa colaboradora Haricana de volver a recuperar la cifra de 15.000 cabezas que un día tuvo la Isla, hoy con una población de unas 7.500.

Periódicamente se realizan estas inmigraciones en masa, pero ahora se aumentarán significativamente en este 2016 con varias remesas que supondrán casi un millar de nuevos ejemplares que, como los de ayer, llegarán en estado de buena esperanza para multiplicar el efecto en pocos meses, y con una enorme capacidad de producción, de entre 25 y 30 litros de leche por elemento.

Eso sí, una vez que recuperen el mugido porque el trayecto entre su punto de origen en la ciudad de Eindhoveny -en el sur de los Países Bajos, justo donde Philips inventó la bombilla- y El Dragonal Alto, que es una de las diez granjas de destino en Gran Canaria, viven toda una aventura no apta para novillas mojigatas.

Lo explica el cántabro Fernando Olmo, chófer y pastor a partes iguales, que timonea una contundente cabeza tractora con un no menos aparatoso tráiler-apartamento de dos plantas con capacidad para una treintena de vacas, o lo que es lo mismo, para 20 toneladas de carne en vivo.

De turismo por Europa

Olmo se pasa la vida transportando ganado arriba y abajo por toda Europa, desde Gran Bretaña a la República Checa, o a Polonia e Italia, desde Holanda a España y todas sus combinaciones posibles, incluido el Archipiélago, en un kilométrico trajín que le llevó el pasado año a visitar Canarias en ocho ocasiones con su pasaje lechero.

En este caso concreto salió de Eindhoven con 34 holandesas alojadas en el remolque el miércoles día 13 a las doce del mediodía, para llegar a Vitoria, Álava, a las seis de la mañana del jueves, "piano, piano", con periódicas paradas para dar refrigerio al personal.

Allí en Vitoria, y en cumplimiento de la ley de bienestar animal, se las bajó del transporte durante 24 horas para estirar las patas y coger resuello, y volverlas a estibar en el camión. Tocaba ahora turistiar hasta Cádiz para salir el sábado en el buque rumbo al puerto de La Luz y de Las Palmas, a donde arribó tras unas 40 horas de navegación.

Son vacas, pues, que han pasado de ver la lánguida vida en un prado a recorrer un continente en rebumbio, de ahí los ojos como platos con los que se bajaron en la Granja Experimental del Cabildo como penúltimo tramo del periplo. Allí las recibieron los diez ganaderos, el seleccionador de los ejemplares, Guillermo Alfaro, de la citada empresa Haricana, y hasta el propio consejero del sector primario del Cabildo de Gran Canaria, Miguel Hidalgo, que, aunque ellas no entendían, las atendió con una bienvenida "por enriquecer la cabaña ganadera de la Isla", esperando de ellas que satisficieran la cada vez más creciente demanda de leche a cuenta de la producción de quesos y productos lácteos, que va a más. También explicó Hidalgo que la operación se realiza con la ayuda del Gobierno de Canarias, el propio Cabildo y la productora de piensos, para así aliviar el coste de cada ejemplar, de entre 1.500 y 2.000 euros por cabeza.

Pero mejor preguntarle al ganadero Manuel Quintana por qué tal observa él el material: "Unas más gordas que otras pero todas espabiladas", subrayaba mientras se montaba un pequeño encierro en el tramo que los animalitos sorteaban desde la camiona madre a los camioncillos chicos.

Los ganaderos escrutaban con ojo forense los andares, cuartos, tetas y hocicos de las vacas teutonas. "Vienen algo fritas, lógicamente, y ojo porque tienen su genio, pero ellas van cogiendo el tino en los próximos días".

El factor idiomático

Hay quien apuntaba si existirían problemas idiomáticos con sus compañeras en las nuevas gañanías, pero no, "entre ellas se entienden mejor que nosotros. Entre nosotros, no sé si me comprende".

Eso sí, donde se encontraba un cierto meollo es en la adaptación al clima. En Eindhoven ayer a las nueve de la noche había un solitario grado, y ese único grado además estaba bajo cero, mientras que en El Dragonal Alto a esa misma hora se vivía en unos subtropicales 18 grados, algo que requiere tirar del termostato de la vaca en las próximas horas.

De vuelta al mediodía, las dos camionas nodriza se van vaciando, con cada ganadero tirando con lo suyo para sus respectivos alpendres. Queda la mitad del lote de Rita Naranjo, veterinaria, ganadera y quesera con 250 vacas y becerros, y sus 450 cabras y ovejas a sus apenas 31 años. Rita es la productora del acreditado Queso Fresco de Naranjo (El Dragonal).

Su trabajador y chófer Francisco González Armas llega para encamionar a las diez novillas que faltan para cerrar el día. La manada entra en la caja y alonga las cabecillas por encima para otear el horizonte. Cuando arrancan por la GC-2 rumbo a la capital mugen viendo Las Canteras, justo después de pasar el Atlante, al que no le hacen mucho caso.

Tira por el Doctor Negrín arriba y esconden los cuernos cuando sortean los puentes por debajo. Se confunden al llegar al enredo de multirrotondas que conectan Siete Palmas con Almatriche. Ven el bar Astro Rey cerrado y dejan a la derecha la depuradora. Así hasta pasar el jardín Viera y Clavijo y adentrarse por una carretera de tierra festoneada por gallos, gallinas, pollos saltapericando y ya, por fin, cabras que rumbian a lo suyo y, en un llano, sus nuevas compañeras. "No se crea", explica Francisco bajándose de la cabina, "que pasar por autopistas, bajo puentes o por baches les da su espanto, como también le digo que después de relajarse usted vuelve en un par de semanas y ni las conoce de lo hermosas que se ponen".

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