Desaparición de 40.000 metros cúbicos de arena al año, pérdida de la vegetación que mantiene el campo dunar, aparición de flora y fauna invasora, ocupación urbanística, sobreexplotación del litoral, daños a la biodiversidad por la presencia humana, vertidos incontrolados, deterioro de imagen por el turismo sexual, instalaciones irregulares, falta de limpieza y escasez de vigilancia.

Estos son los once problemas que detecta la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria en la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, lo que le ha llevado a impulsar una cumbre institucional y social que frene los daños en ese espacio protegido del sur de la Isla. De hecho, los expertos no le dan más de un siglo de supervivencia -incluso menos de 50 años- en el caso de seguir el actual ritmo de deterioro, según recordó ayer Manuel Amador, director insular de Medio Ambiente, quien admitió que el Cabildo "no puede afrontar por sí solo todos esos problemas".

"Si no se interviene, las Dunas van a desaparecer; es más, la actual realidad física y paisajística no tiene nada que ver con lo que había en Maspalomas hace 40 años", declaró Amador, quien apuntó que los problemas de las Dunas son tan complejos y variados que necesitan la implicación de todas las administraciones y de los agentes económicos y sociales que intervienen en el turismo.

El deterioro de ese ecosistema se produce tanto por causas naturales como por la actividad humana. Entre las primeras, y la más grave, es la caída de arena al veril de La Punta de La Bajeta, lo que ha hecho descender la altitud de las dunas a la mitad. En la década de 1970 alcanzaban los 15 metros de altura y ahora no superan los seis metros, según los informes de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. También se ha detectado una disminución del balancón (Traganum moquinii), una especie vegetal que interviene en la formación de las dunas al inmovilizar los granos de arena que arrastra el viento.

El resto son causas generadas por la mano del hombre o por la falta de previsión sobre las consecuencias del desarrollo turístico. Según los expertos, las urbanizaciones hoteleras son las que impiden el movimiento circular de la arena entre las playas de Maspalomas y Playa del Inglés, con la consiguiente desaparición de las dunas móviles. Para ese problema ya no existen soluciones, salvo no afectar a las zonas que aún se mantienen semivírgenes.

Sobreexplotación

Los daños provocados por la actividad humana se aprecian, según Amador, en la invasión del espacio protegido por parte de turistas que no respetan los senderos o pisan y acampan en áreas de especial fragilidad. "El turismo sexual es muy popular en Alemania, pero da una pésima imagen de lo que debe ser una reserva natural", insistió.

La Charca de Maspalomas es una de las zonas más afectadas por la invasión de especies vegetales y animales que no son propias de ese ecosistema, así como de los vertidos procedentes de instalaciones que están dentro de la reserva, como un negocio de paseos en camello. También se sospecha de la obsoleta red de saneamiento que bordea la Charca.