El empresario Manuel del Castillo y del Castillo falleció en Las Palmas de Gran Canaria, el pasado miercoles a los 87 años después de una larga enfermedad. Angeles Ojeda García, su esposa, recibió ayer incontables muestras de condolencia y afecto de tanto amigos que atesora la familia. Así ella, en medio del dolor, se mostraba impresionada y agradecida por el cariño que le habían demostrado tantas personas de la Isla.

Las acrisoladas familias de Vegueta van doblando inexorablemente sus históricas páginas. Con el fallecimiento de Manuel del Castillo y del Castillo, a escasos días del óbito de su tía, doña Josefa de Sotomayor, el patriciado canario se va quedando vacío.

Manuel del Castillo y del Castillo era el hijo mayor de aquel recordado caballero don Agustín del Castillo y del Castillo-Olivares y de su mujer y prima hermana, doña Susana del Castillo, dama que dejó de existir prematuramente. Al quedar Manuel huérfano de madre, a los 16 años de edad, la bondadosa matriarca y tía carnal del joven, doña Candelaria, ejerció de tutora y cuidadora de sus sobrinos, tanto de él como de sus hermanos, Juan, Rosario y Susana.

La casa palacio del señorío de la Vega Grande de Guadalupe de la Plaza de Santo Domingo va a ser el escenario donde aquellos muchachos van adquiriendo su formación y noble aprendizaje inculcado por la inolvidable doña Candelaria, a la que aun se recuerda por su virtuosa e infatigable colaboración en numerosas obras asistenciales y religiosas. Formaba parte de aquella legión de damas comprometidas con el culto y la problemática que la Diócesis atravesaba en los duros años de la posguerra. El fallecido Manuel del Castillo, que era bisnieto de don Fernando Domingo del Castillo Westerling, quinto Conde de la Vega Grande de Guadalupe y último mayorazgo de su ilustre casa, de tanta historia en los anales grancanarios, se ocupaba de la administración del extenso patrimonio familiar, entre cuyas heredades sobresalía el emblemático predio sureño del Veril, vendido a la familia Kiessling.