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Asco, buen rollito y bandera tricolor

El PP reprocha a Antonio Morales que cierre todos los debates del Pleno con una charla "de tono jesuítico"

Los cuatro consejeros de Podemos esperaban la llegada de Meri Pita desde primera hora de la mañana, pero la secretaria general del partido morado prefirió mandar su escrito con un recadero, por lo que la incertidumbre se mantuvo hasta la hora del descanso, pasado el mediodía. Al final no queda claro si es un ultimátum a Antonio Morales para que defenestre a Brito y Nebot o un intento de Meri Pita de que el presidente la invite a su despacho para "intercambiar impresiones" y hacerse una foto.

Morales no parecía muy preocupado, Brito tampoco, y Miguel Montero tuvo que dar la cara para explicar la extraña petición de la líder de Podemos, que a tenor del escrito no conoce muy bien el funcionamiento del Cabildo. En un comunicado posterior, Pita habla de Junta de Gobierno, en vez de Consejo, y señala que su partido tiene un consejero en ese órgano y hay que cambiarlo, cuando en realidad tiene dos. Lo mismo ocurre en la comisión de seguimiento. Si NC y PSOE aceptan la reclamación tal como está formulada, Podemos tendrá dos miembros, uno menos que ahora. El sector crítico y los socios del tripartito no salían de su asombro. Nadie pide cambios para perder representación.

"Nos deja perplejos que una decisión legítima de Podemos que entra dentro de la normalidad despierte este interés mediático", declaró Pita, se supone que por inocencia y no por cinismo, pues casi nadie en Podemos entiende que se ventilen los trapos sucios y las luchas internas a través del Registro del Cabildo.

El de ayer fue uno de los plenos más soporíferos de los últimos años y algunos de los asistentes se llevaron un susto al oír un grito procedente de las filas del PP. "A mí también me asquea la corrupción", vociferó Aurora del Rosario durante el debate de una enmienda de Unidos sobre el turismo. La consejera popular se explicó después. Harta de que Morales cierre todos los debates con una charla pedagógica no exenta de envenenados dardos a oposición, Del Rosario aprovechó su intervención para defenderse "de antemano" de las críticas del presidente y para pedirle que abandone "el tono jesuítico" en sus alusiones a los demás. Se temió lo peor, pero el episodio quedó en un gesto serio y un cruce de acusaciones a través de twitter.

La otra bronca, igual de misteriosa, la tuvieron el portavoz de Unidos, José Miguel Bravo de Laguna, y la consejera de Turismo, Inés Jiménez. A ésta no le gustó que el expresidente del Cabildo utilizara el término "buen rollito" para referirse a las relaciones de Jiménez con los responsables de Turismo del Gobierno de Canarias. Bravo se quejó, con razón, de que a cambio de su apoyo al tripartito en numerosas cuestiones solo recibe insultos, pues anteriormente Gilberto Díaz, titular de Empleo, también le echó en cara que votara hace un mes a favor de los Presupuestos.

Tras aprobarse las enmiendas de la ambulancia de Tejeda, el Plan de Salud Mental, Promotur, la mejora de las condiciones de la Guardia Civil, Falcón Sanabria, el Parque Aeroportuario y el Molino de Viento de Marpequeña, llegó el plato fuerte de la bandera tricolor con las siete estrellas verdes. Había interés en conocer el voto del PP y del PSOE, y tras una negociación a contrarreloj, Fernando Bañolas aceptó a regañadientes, en pos de la unanimidad, que esa bandera no es "uno de los símbolos colectivos del pueblo canario", sino más bien "un sentimiento". "Pero a mí me gusta la bandera tricolor", cantó.

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