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Tejeda

Los almendros de la duermevela

Tejeda prepara la fiesta dedicada a su emblemático frutal con el mato más espabilado que nunca - El pueblo acogerá a miles de personas para disfrutar de sus golosinas y repostería

Yanira Mendoza atiende a dos extranjeros.

Los almendros hace meses que no duermen. Los calores del invierno los mantiene en vela y se han ido trastocando en flores que brotan antes de tiempo y en hojas fuera de calendario.

Ayer Tejeda tampoco dormía. Operarios con cuchara de albañil alicataban las paredes de la casa parroquial. Enfrente, en un zaguán propio del que es uno de los pueblos más bonitos del país, se estibaban en línea ascendente cajas y cajas de refrescos y cervezas. Y Ernesto Macías hacía acopio en su cuidado chiringo de las mercancías propias de festejar, si bien en versión cosmopolita con sus hamburguesas, perritos, papas locas. y también carne cochino.

Por haber existía hasta atasco en las estrechas calles que hacen la curva entre el ayuntamiento y el paseo, justo en la esquina donde se encuentra el despacho de pan del acreditado panadero Abraham Romero. Allí confluían camiones de reparto, a mansalva, con coches de turistas formando un rústico colapso en el que en vez de tocarse la pita los chóferes se saludan por la hipotética novedad de chocarse en pleno campo.

Entre panes y trasiegos, Yanira Mendoza asoma por encima de queques y rellenos de fruta atendiendo a guiris que entran con cadencia de gota malaya. Anuncia Yanira que para el próximo fin de semana, Fiesta del Almendro en Flor, no dará abasto con la distribución de bocadillos de chorizo de Teror con "queso semi", metaplasmo del vocablo semiduro, condumio que curiosamente es la estrella gastronómica, con permiso de los dulces de almendra, de la gran parranda cumbrera del invierno.

Fuera, el rebumbio es un mixturado de personas sacando fotos al lado del cartel colocado hace ahora un año en el que pone en grandes letras Pueblo Más Bonito, con guardias encauzando un trajín que incluye la instalación de una ristra de quince chiringos para atender la que se le viene encima.

Hay que ponerse firmes, que viene el alcalde, Francisco Perera. Apenas frena Perera. Con la misma fuga que traía continúa a velocidad de pérdida de puntos ofreciendo datos del por venir. Mil aparcamientos distribuidos en varios lugares estratégicos del epicentro de Tejeda, otra parranda de 3.000 extranjeros que son los que se esperan el sábado, día especialmente dedicado al turista, y una industria repostera, centrada en la 'factoría' de la Dulcería Nublo, lugar donde entra una almendra y sale un bienmesabe, que trabaja a toda caldera para satisfacer la demanda. A toda caldera implica, según el propietario, tercera generación de reposteros, José Antonio Quintana Navarro, cifras estratosféricas, como las tres toneladas de mazapán o la producción e 3.000 palmeras, cosa esta última que lleva todo un día a diez personas montando la golosina.

A la vista de tanto estrés, mejor salir de la 'metrópolis' de Tejeda a rendirle una visita a los 1.700 matos que ha ido plantando el propio Quintana Navarro en los últimos seis años, en una finca de nombre El Ventoso por la que se accede poco después de dejar atrás la avenida del Almendrero. Allí están los niños, en duermevela.

Unos florecidos, los tempranos, que son también los más antiguos, otros con solo el chasis al oreo, los llamados tardíos y que son los nuevos, y un tercio más que ni lo uno ni lo otro. "¿Ve usted?, es que el mato no ha dormido". Por lo que dice el maestro, para que un almendro sueñe necesita un taponazo a la baja de la temperaturas, y así queda sopa en octubre, noviembre y diciembre para ir espabilando con cierto orden a partir de enero, febrero y meses sucesivos.

A cuenta del calor de este año revenido se han enralado, y aquí se han ido floreando cada uno por su cuenta en una anarquía medio inédita hasta la fecha. Pero tampoco es que Quintana Navarro muestre trazas de tragedia. Para empezar le han producido más de 3.700 kilos a pesar de la juventud de su prado, y para más inri por detrás de él se levanta el Bentayga bajo unas nubes dibujadas a brochazos sobre un cielo azul que le pone el fondo al blanco de los matos tempranos. Parece de broma el paisaje y se está mejor allí que trabajando. "Esto es un gusto, amigo", suelta respondiendo una impresión recogida por telepatía.

Un gusto para todos los públicos a partir del viernes, que es cuando se montan los primeros actos y la verbenilla, como la denomina Ernesto Macías, y que continúa el sábado con el día del turista, y el no menos abigarrado domingo, momento en el que Tejeda se convierte en capital de esta Macaronesia.

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