La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La familia de la Cueva Pintada

Una veintena de personas atiende a los 4.500 visitantes diarios del parque arqueológico de Gáldar - Los empleados del museo son los destinatarios del Premio internacional Cicop

Begoña Ramos y Roberto Pérez con 'Arminda' y 'Fernandillo'. JOSÉ CARLOS GUERRA

Tras cruzar el casco antiguo de Gáldar, paso obligado para llegar al parque arqueológico de la Cueva Pintada, el visitante es recibido por una cara amistosa, la de 'Saro', la vigilante ordenanza que realiza la primera atención al público. Nacida en La Aldea y residente en Agaete, Rosario Pérez es una de las cinco personas del museo que pertenecen a la plantilla laboral del Cabildo. Ocupa ese puesto desde la inauguración del yacimiento, hace diez años, y llegó transferida desde el área de Menores de la corporación insular. Asegura que le encanta su labor y su rincón favorito es el mirador principal, desde el que se divisa todo el poblado aborigen.

En la recepción también trabajan Doménico Boscarino y José Luis Déniz Déniz, encargados de la venta de entradas, información y atención telefónica. El primero es natural de Catania (Sicilia, Italia) y, tras pasar por varios empleos en la Isla, sacó la plaza por oposición en 2011. Lo que más le gusta del museo son las pinturas rupestres de la cueva principal.

Boscarino pertenece a la empresa pública Valora Gestión Tributaria, al igual que José Luis Déniz, un licenciado en administración de empresas que cumple ahora siete años como empleado del museo. Le cuesta decidirse por un lugar preferido del recinto, pero como es aficionado a la historia acaba recomendando las explicaciones sobre los antiguos pobladores de la Isla.

La difusión de la historia y de la cultura prehispánica es uno de los principales objetivos del museo. Y uno de sus puntos fuertes. De la parte audiovisual se encarga Miguel Soliveres, el técnico especialista en imagen y sonido, que vigila el buen funcionamiento de las pantallas divulgativas, de las proyecciones en los dos cines, el sonido y la iluminación de todo el recinto, que abarca más de 6.000 metros cuadrados. Lo que más le impresiona del museo es el efecto que se consigue en la segunda sala: tras la proyección de un vídeo sobre la conquista, la pantalla se eleva y aparece frente al visitante, por sorpresa, toda la excavación arqueológica, que a partir de ese momento empieza a recorrer.

Las rutas guiadas duran una hora y media, aunque se pueden alargar o reducir en función de las necesidades de los visitantes. Raúl Quintana, nacido en la vecina localidad de Santa María de Guía y con residencia en Gáldar, bromea con el hecho de vivir "encuevao", pero disfruta al verse rodeado de turistas de casi todo el planeta. Las explicaciones se realizan en español, inglés, alemán y francés, pero si el visitante no habla ninguno de esos idiomas también se la apaña para que conozca lo esencial. Su sitio predilecto es el poblado aborigen que se ha recreado en el museo.

Visitas turísticas

La teldense Cruz María Alonso, otra de las guías de excursiones turísticas, no solo se divierte con su trabajo, sino que le gusta imaginar cómo vivían los antiguos canarios, buscar una explicación a sus ritos y tradiciones. Por eso recomienda pasear con calma por el yacimiento y pararse ante cada pieza arqueológica para encontrarle un significado.

El poblado prehispánico es también el lugar preferido por Karina Hernández, una joven dicharachera de Santa Brígida que se siente muy afortunada por dar a conocer el patrimonio a gente de procedencias tan diversas.

En el año 2015 visitaron la Cueva Pintada un total de 54.190 personas, de las que más de 16.000 fueron de Gran Canaria, 7.000 de la Península y Baleares, 6.500 de Alemania, 4.600 del resto del Archipiélago, 2.200 de Francia y Bélgica, 1.200 del Reino Unido y otros tantos de Italia y de Holanda. El resto se reparte entre países de Europa, África, América y Asia.

Raquel Adán Rubio es otra de las políglotas destinadas a las visitas guiadas. Tras dos años realizando sustituciones, desde el pasado diciembre es fija en la empresa concesionaria de ese servicio. Recomienda las tres estructuras de la cueva que se han elegido para hacer las correspondientes réplicas.

Tan importantes como las excursiones turísticas son las visitas escolares, pues los niños de ahora serán los encargados que preservar este patrimonio en el futuro. "Se puede decir que todos los alumnos de Gran Canaria han pasado alguna vez por la Cueva Pintada en los últimos diez años", comenta el pedagogo galdense Saúl Ruiz Díaz, guía en los recorridos de los centros de educación infantil y primaria. Los escolares de enseñanza secundaria reciben las mismas explicaciones que el público general.

Nélida Saavedra es la coordinadora del servicio didáctico. Natural de Gáldar, conoce el yacimiento desde pequeña y trabaja en el museo desde su inauguración en el mes de junio de 2006. Al igual que Saúl Ruiz, le gusta el yacimiento en general. Ambos crearon los talleres de animación en colaboración con Begoña Ramos y Roberto Pérez, del grupo Entretíteres. Estos dos últimos son los responsables de dar vida a Arminda, Fernandillo, el drago o el cabra, los personajes que hacen las delicias de los niños.

La tienda del museo es otro punto animado del museo gracias a Pilar Argüello y Luisa Mateos. La primera, nacida en Madrid pero criada en la localidad terorense de San Isidro, es la gerente del establecimiento y tiene la plataforma de abajo como lugar predilecto, aunque también le gustan las réplicas de las viviendas prehispánicas. Por contra, Luisa Mateos prefiere subir en ascensor a los más alto para contemplar todo el parque arqueológico. Otra joven de Gáldar, Záhida Saavedra, les ayuda en la tienda los fines de semana.

En la gran familia de la Cueva Pintada tienen un papel importante Ana Díaz y Antonio González, más conocido como Liadán, los encargados de la limpieza diaria, lo que incluye malabarismos para llegar hasta los cristales más altos. El público no ensucia mucho, pero tienen que pelear duramente con las tórtolas y los gatos que se cuelan por los recovecos del recinto. El equipo de limpieza lo completan Josefa, Natividad y Nazaria.

El museo cuenta estos meses con dos estudiantes en prácticas. Miriam Guillén es de Lanzarote y está haciendo un máster de gestión del patrimonio en Barcelona, por lo que está asignada al departamento de administración. Sus rincones predilectos son las terrazas. Tania Santana, la benjamina del grupo, es de Arucas y realiza prácticas de traducción e interpretación como guía de inglés, francés y alemán. Confiesa que le gustaría quedarse a trabajar en Gáldar. Las casas recreadas del poblado aborigen es su debilidad.

En la segunda planta, aunque siempre pendientes de los visitantes, está instalado el equipo directivo y los laboratorios. Al frente está Carmen Gloria Rodríguez, la directora-conservadora del museo, con su perenne sonrisa y buen humor, que siempre que puede se apunta a realizar visitas guiadas. Tiene dos puntos favoritos, el interior de la cueva, para deleitarse con los grabados, y la esquina más baja del yacimiento, donde mejor se aprecia el escalonamiento del antiguo poblado de los guanartemes a Agáldar.

El laboratorio es terreno de la madrileña Patricia Prieto, la restauradora, encargada de conservar y catalogar todas las piezas procedentes de las excavaciones. Tras realizar estudios en Tenerife y en otros yacimientos de Gran Canaria, en 2005 se incorporó al equipo y participó en las sucesivas excavaciones. Su mesa de trabajo, llena de cerámicas y metales, es también su lugar preferido.

Iñaqui Sáenz, el conservador principal, es el referente de la Cueva Pintada, pues lleva 30 años dedicado a ella. Empezó como dibujante de Celso Martín de Guzmán y Jorge Onrubia y acaba como director de las excavaciones del actual museo, enterrado durante siglos bajo fincas de plataneras. Su lugar favorito es la burbuja de la cueva y sus pinturas, donde empezó toda esta aventura.

Compartir el artículo

stats