La curiosidad se impuso a la seguridad en el circo de las nieves, perdón, el Pico de las Nieves (1.949 metros). Numerosos grancanarios y turistas, incluidos una bebé de nueve meses y un solitario ciclista de bastantes más, desoyeron ayer la advertencia realizada durante la mañana por el Cabildo de no subir a la cumbre de la isla ante el pronóstico de nevadas, levemente cumplido alrededor del mediodía por encima de la Cruz de Tejeda.

"Si no tienen cadenas, no se puede pasar ni en 4x4", zanjó personal del servicio insular de carreteras a los automovilistas en los accesos al techo grancanario, cortados desde las 16.00 horas tras contabilizarse decenas de visitantes hasta entonces. Ahí arriba, con una temperatura de -1 °C, la nieve se combinó con el viento para hundir la sensación térmica y, por tanto, limitar las visitas a escasos minutos, apenas el tiempo necesario para inmortalizar el espectáculo de la naturaleza en algunas fotografías.

Hasta la camioneta transformada en bar ambulante de Ernesto Martín y Coqui Santana abandonó su ubicación habitual en el mirador para estacionarse en el cruce junto al Pozo de las Nieves, donde sirvió alrededor de cinco litros de chocolate caliente. "Y un par de cervezas a unos guiris, son así, también piden café cuando hace calor", añadió Santana, de 56 años y dos decenios al frente del furgón.

Los treintañeros Jacobo y Zuleica viven en Jinámar, así que se pidieron cacao humeante. "Mañana [hoy] subirán los niños con su abuela", contó la pareja, que aprovechó la jornada libre del patrón de remolcador y el horario vespertino de la camarera para pasar frío durante unas horas en el entorno de Los Pechos.

Por entonces, la nieve se tornó granizo, tamaño sémola, y apareció ante la camioneta de Martín y Santana la figura de un ciclista. "Hay gente pa'tó", se escuchó entre sorbos y caladas.

Orden de desalojo

Finalmente, la Corporación insular ordenó desalojar la cumbre a última hora de la tarde debido a las heladas y peligro de aislamiento, por lo que solicitó refuerzos tanto a las policías locales de los municipios afectados así como a la Guardia Civil para evacuar con rapidez a todas las personas dentro del perímetro marcado.

Hasta las 19.00 horas, los servicios de emergencias contabilizaron más de 60 vehículos en las áreas recreativas y otros cientos en ruta hacia la cumbre, con las consiguientes retenciones. Afortunadamente, apenas se registraron choques leves o salidas de vía, según informó personal de carreteras, pese al nivel de tráfico y condición del firme.

El cierre de la cumbre se decidió para toda la noche y por la mañana de hoy se evaluará la continuidad de la medida o la apertura de las vías, siempre según la evolución meteorológica. Concretamente, la dirección del Plan de Emergencias Insular ordenó el cierre de la cumbre desde Ayacata por el sur, desde el cruce de Camaretas por el norte, desde la Caldera de Los Marteles por el este y desde la Cruz de Tejeda por el oeste.

Justo en la Cruz de Tejeda, en el restaurante Yolanda por más señas, almorzó carne y papas asadas la familia Suárez de Vecindario, "unos fanáticos del frío", según definió Antonio, de 69 años, padre de Alicia y abuelo de Carlota. Bueno, la nieta, sin cumplir todavía su primer año, comió poco después más papilla dentro del coche, en brazos de su abuela, por encima de la degollada de Becerra, cuando los copos ya comenzaron a blanquear las márgenes de la carretera, árboles incluidos.

"Conoció la nieve antes que su padre", relató Alicia, de 28, en referencia a Leo, de 29 y ausente de la excursión familiar por motivos laborales. "Ya no vengo mañana [hoy], por precaución, da miedillo con la nena, aunque abrigo tampoco falta", añadió sobre Carlota, completamente tapada en una manta rosa.

Fijo no faltarán hoy sus abuelos a la cita con la cumbre, claro, si las condiciones meteorológicas no empeoran. "Hace 20 o 30 años que venimos siempre a Tejeda con mal tiempo, muchas veces nos levantamos a las 7 de la mañana", detalló Antonio.

A la búsqueda del frío también acudieron hasta Tejeda las primas majoreras Yaiza y Laura Saavedra, treintañeras, con sus respectivas madres, por cierto, ambas casadas con ciudadanos alemanes, curiosa coincidencia familiar. "Es un viaje de chicas, desde el lunes, no importa el frío por un rato, pero ya volvemos mañana [hoy] al Carnaval de Fuerteventura", contaron, sonrientes, frente al Parador Nacional Cruz de Tejeda, justo antes de almorzar también en el restaurante Yolanda.

Ahí dentro, José Carlos Rodríguez, de 50 años y "heredero" del negocio", se afanó ante el ligero incremento de la clientela habitual, alrededor de 200 comensales, por las inclemencias meteorológicas. "Ojalá el tiempo no fastidie el partido contra el Barça", deseó el también abonado de la Unión Deportiva Las Palmas ante el histórico choque del domingo en el estadio de Gran Canaria, pendiente del cielo como drag queens y demás fauna carnavalera.

Al mal tiempo, buena cara, reza el refrán, así que Rodríguez Santana se alegró por la próxima reaparición en las cercanías de setas, especialidad del establecimiento junto a los asados. "Había hasta hace quince días, con tanta humedad y un poco de sol, pasado mañana saldrán otra vez", auguró el micólogo cumbrero.

Enfrente del clásico restaurante, la oficina de información turística del Cabildo grancanario mantuvo la escasa actividad de jornadas precedentes. "Son días flojos por el tiempo, vienen muy pocos extranjeros, y hoy vinieron bastantes menos", explicó Yolanda Hernández en la caseta turística, cuya afluencia oscila entre 1.000 y 1.500 visitantes mensuales.

Invierno cálido

Justo al lado de la oficina de información, las tiendas de productos típicos tampoco experimentaron excesivo trajín, así que los comerciantes Mauricio, Ambrosio y Nina aprovecharon para charlar y bromear, entre algún trago de licor de plátano, con Tarcisio, repartidor de la pastelería Lorencris.

"Todavía no he abierto ni la caja, la gente solo hace que subir, almorzar y marcharse", se lamentó Nina Quintana, al frente de un negocio con quesos, mojos, miel, dulces y otras delicias locales. "Algún extranjero siempre compra alguna chaqueta o unos guantes", apuntó, más optimista, su colega Mauricio Sánchez.

De 64 años, cuatro decenios con su puesto textil en la Cruz de Tejeda, Mauricio Sánchez concluyó: "Hace mucho más calor que otros años, nunca viví un invierno tan cálido, solo hace frío tres días y por las noches". Toda regla, claro, tiene su excepción, como ayer mismo en la cumbre.

Aunque la cantidad de nieve caída resultó mínima, algunos se apañaron para lanzarse algún bolazo e, incluso, levantar el clásico muñeco sobre el capó, como los galdenses Cielo, Óscar y Davinia. "Es mi primera vez y merece la pena", subrayó Cielo Medina antes de que una patrulla de la Guardia Civil, con presencia ayer tan permanente en las vías cumbreras como el personal del servicio insular de carreteras, solicitara que no estacionaran el automóvil sobre la calzada.

Y las precauciones, lógicamente, se deben mantener hoy, ya que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) mantuvo el aviso amarillo para todo el Archipiélago tanto por lluvias y nieves intensas como por fuertes vientos y el Gobierno de Canarias continuó con la prealerta por idénticos motivos. Por ello, desde el Cabildo insistieron ayer en sus reclamos a la población para "extremar las precauciones y, desde luego, no subir a la cumbre durante las nevadas por la peligrosidad que entraña la conducción, máxime cuando alcanza el punto de congelación, y el riesgo de aislamiento".

Según la corporación insular, "el momento de disfrutar de la nieve llegará cuando pare la nevada y el personal del Cabildo adecue las carreteras para hacerlo con seguridad". Aunque centenares de personas ya consideraron la jornada de ayer como su instante para gozar de la atípica estampa invernal de una cumbre grancanaria blanca, quizá el circo de la nieve se mantenga durante hoy, incluso con más aforo, ojalá los espectadores no arrebaten el protagonismo del espectáculo a la propia naturaleza. El show debe continuar, con más seguridad que curiosidad.