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El agua que se tragó la tierra

A pesar de caer más de cien litros por metro cuadrado la sequedad impidió que corrieran los barrancos

Los agricultores de las medianías y también los de cotas algo más bajas, se ahorrarán unos 25 días de riegos gracias a las últimas lluvias de la pasada semana, un alivio que sin embargo no cambia la percepción, especialmente en la zona que abarca desde la capital hasta el Sur de la isla, de un cambio de tendencia para este tercer año de sequía.

Las dos grandes lluvias del presente año agrícola, las caídas en octubre y las recientes, con más de cien litros recogidos en el Norte, ni siquiera fueron suficientes para hacer correr los barrancos y hacer acopios. Juan Hernández, secretario insular de la Coag, apunta a este hecho para explicar "que la tierra se tragó literalmente el agua". Aunque en otros puntos como en el norte de Gran Canaria sí que se han apreciado estas lluvias para rebajar los precios, en algunos puntos hasta un 30 por ciento.

Ahora bien, según matiza, lo normal para esta época del año sería una reducción mucho mayor, que llega a "ser incluso gratis para aquellas fincas que están ubicadas al lado de las cuencas".

Esto supone que se esté pagando la hora de agua en Santa Brígida a entre 20 y 25 euros, aunque hay heredades que la ofertan entre 18 y 14 euros.

No obstante, "para los que tienen la papa de media estación le ha venido estupendo, con más de tres semanas sin necesidad de pagar un riego". Además de la papa en estos momentos del años se está cultivando la col, la coliflor y zanahorias. También lechuga pero esta sí que ha quedado afectada en los terrenos más altos de San Mateo por el granizo y las bajas temperaturas, que las queman, "algunos con sus cultivos totalmente perdidos", lo que tampoco, según la misma fuente, es raro para la época.

Ahora los ojos de los agricultores están puestos en el próximo fin de semana, que anuncia lluvias en las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología, y que podría surtir más efecto con una tierra que se mantendrá húmeda todavía.

"Pero si no cae más volveremos a lo mismo", preconiza Hernández, quién recuerda que el sur de Gran Canaria el Consejo Insular de Aguas mantiene las restricciones anunciadas a final de año y que pasan por no plantar cultivos bajo tierra hasta que los embalses reciban más caudales, para así garantizar los riegos de los frutales y para el consumo humano, "porque sencillamente no hay más", afirma el secretario insular de la Coag.

Mientras lo dice mira hacia la Cumbre, aún con sus estribaciones moteadas del blanco de la nieve, lo que no le impide añadir "que estamos ante un año difícil, puesto que si en el mes de mayo vuelven a ponerse los precios del agua por encima de los 30 euros no hay cultivo que lo amortice".

Este se sumaría así, "a una cadena de años malos, el último de tres en los que cuando han llovido, como ocurrió el pasado mes de octubre, hicieron un daño terrible, y no solo por la violencia de la precipitaciones que arrasaron en Telde, sino por el viento de las cotas altas, que desalmó las papas".

De la misma opinión es Javier Navarro García, uno de los mayores productores de papas de la isla, y de Canarias, con cultivos que en algunos años han llegado al millón y medio de kilos. En esta temporada está plantando la mitad, unos 3.500 sacos, que le producirán entre 700 a 800 toneladas.

García señala que la tierra "estaba pidiendo agua a gritos", y que están pasando una temporada apurada por el gasto para cubrir sus 60 hectáreas, de hasta 3.000 euros mensuales, tanto por el agua como por la mano de obra extra que necesita para el proceso de riego.

Cuatro peces gordos

Los 25 días que se vienen ahora sin tener que recurrir a la 'manguera' le supondrán un alivio, ya que la paga en la cota más baja de Las Palmas de Gran Canaria, en Lomo El Diviso, a unos 21 euros la hora.

Sus cultivos ofrecen trabajo en los momentos claves hasta a seis personas, o a cuatro como ayer, en el que se afanaba en tratar la plantación contra el mildiu, pero asegura que aún más daño que las propas plagas o la sequía lo hace las importaciones.

"Lo que de verdad sería rentable", apunta mientras se prepara para embutirse en un mono de sulfatar, "es que la administración afinara en el control de la papa que llega de fuera, y que solo beneficia a cuatro peces gordos que tienen el complot con el Gobierno y que son los mismos que nos venden la semilla para luego, cuando colocamos la producción en el mercado, meter sus contenedores por el puerto", derrumbando los precios.

Así, en esta lucha, lleva Javier Navarro, de 34 años, "desde que tengo uso y razón", llevando adelante una explotación junto con Carlos Gustavo Santana y ofreciendo dos cosechas anuales, la primera de ellas plantada hace dos meses de las variedades Spunta, Galáctica, Cara y Rudolf, ello "en la mejor zona de la isla, la de San Lorenzo, Tenoya y Arucas", según su ojo clínico.

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