Carmen Sarmiento López, un terremoto con epicentro en Tunte y que continúa provocando movimientos sísmicos a sus 83 años de edad es la flamante Reina Madre del Carnaval de San Bartolomé de Tirajana, reinado en el que se posa por tercera vez a lo largo de su corta pero fructífera carrera hacia el trono sureño.

Con su fantasía En homenaje a todas esas madres que con tanto amor cuidan a sus nietos, los cuentos de la yaya, diseñada por Lilian Valentín Sánchez, optó al cetro 2016 por puro descarte, "como nadie del club de mayores de Tunte se presentaba me daba pena que sacara el título una de Maspalomas, y tuve suerte".

Pero no solo suerte, "es que iba muy guapa", confiesa con la petición de que su autopiropo no salga de la isla. Tan guapa que según informa, "aquí se agotó el periódico" antes de que ella pudiera hacerse con un ejemplar al día siguiente del proceso, que fue el pasado miércoles por la noche.

Una velada "inolvidable" en la que también sus compañeras de palacio "iban estupendas", como la primera dama, Josefa Monroy Moreno, que se presentó en plan La alegría del carnaval, de la diseñadora María Suárez Suárez en representación del Centro de Mayores de El Tablero de Maspalomas. o la segunda dama, que es de Aldea Blanca, Josefa Agustina Sánchez, que subió a la tarima con Libélula, casi a punto de elevar un vuelo, en un diseño también elaborado por Lilian Valentín, que repitió así primer y tercer puesto.

A todo motor

Pero el papel de monarca mayor de la parranda de invierno de la señora Sarmiento no es más que una transposición de lo que ocurre de la cancela hacia dentro de su casa, donde es más reina aún, "porque cuido seis hijos, nueve nietos y cuatro bisnietos", lo que conforma una corte en condiciones que completa con su señor consorte y marido, Aurelio Medina Herrera, quién no obstante "no lo veo muy conforme con todo esto porque el hombre no me salió muy festero".

Carmen cumplirá el próximo 6 de julio 84 años, pero está como un reguilete. Además de su acreditada fama con los mojos, "me salen buenos, sí", y de los que no hay forma de que revele la receta, prácticamente todos los días arranca de Tunte con su Mitsubishi Montero con Aurelio de copiloto a rumbiar por toda la isla desde primeras horas de la mañana a lo que tercie el día, porque como el del anuncio de BMW, "me encanta conducir".

Tal así que acaba de renovar el carnet "y fíjese usted que me lo dieron para cinco años. Yo les dije que tampoco hacía falta para tanto tiempo, que a lo mejor no llego, pero allí me aseguraron que cuando se me acabe este me lo renovarían para otros cinco más", por lo que llegamos a los 94 años al menos, sin descartar repetir de Reina Madre.

Precisamente este es uno de los medio chascos de Carmen Sarmiento. Por su condición de reina el próximo año sólo podrá participar en la gala "para darle la corona a otra", lo que le impide renovar candidatura, al menos en 2018.

Un trajín aperreado

La sureña tiene un humor endiablado, pero también ha soportado lo suyo con una "vida a veces demasiado dura", según afirma, en los rigores de la aparcería donde empezó con 14 años.

"Con mis padres y mis nueve hermanos nos íbamos a los tomateros de Juliano Bonny. Nos quedábamos en las cuarterías y subíamos cuando acaba la zafra sobre mayo o junio, para pintar la casa y limpiar, y una vez pasaba Santiago otra vez para abajo".

Un trajín "muy aperreado. Como yo era la más fuerte y mis hermanos más débiles, soportaba yo toda la carga, hasta que a los 22 años me casé y no planté más tomateros. Ahí fue cuando empecé a plantar chiquillos, sí, y más chiquillos, y ya me quedé en Tunte vivir en la casa de mi padre".

Ahí la cosa ya se puso "más entretenida" aunque "también le digo que antes a mi parecer la gente se quería más". Pero quién también la quieren son los miles de chiquillos que saborearon sus platos, como cocinera de campamentos, un curioso oficio que la ha llevado del Garañón en la cumbre a Fuerteventura, guisando ranchos, potajes, "todo lo que los niños me pidieran y no es por echarme flores pero sí le digo que terminaban chupándose los dedos".

Carmen Sarmientos se preparaba ayer para agarrar las llaves de su Montero y personarse en la Sardina, abajo en Maspalomas, en un no parar. "Bueno, me siento joven, pero amigo los años no hay quién me los quite, pero también le digo que también he pasado para morirme. Yo creo que el secreto no es tanto caminar, que para eso soy algo gandula, pero sí bailar, coger el coche por la mañana y volver por la noche". La reina ilustra su afición automovilística con la última gira que se pegó hace unos días. "Salí a San Mateo a eso de las nueve, y almorzamos allí. Bajamos a Las Palmas, luego nos fuimos a Arinaga a ver a una de mis hijas, y ya por la noche subimos a Tunte", informa como el que se da un garbeo al supermercado.

Además apunta que otra clave para batir el siglo consiste en no fumar y no beber, "aunque también le digo que me tomo una cervecita cuando cuadra".

Pues a ver si cuadra en Fuerteventura, que es su próxima salida con un billete para dos que es parte del premio ofrecido por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana para que la reina descanse de sus tareas de regencia.

"Tengo que ir antes de junio, que es cuando se agota el pasaje, y vamos a ver que día podemos Aurelio y yo, pero que vamos a ir no le quepa a usted ninguna duda".

Ese pasaje lo recibió de manos del alcalde de la localidad, Marco Aurelio Pérez, al que conoce desde que era un pejín. "Es que Marco Aurelio", detalla Carmen, "es de aquí, del pueblo de Tunte, y yo lo noté muy privado, se quedó muy contento por eso mismo cuando me eligieron".

Igual se queda de nuevo contento en 2018, "porque sí, igual vuelvo y me presento". Y vengan risas.