Pobre sardina. Todo un año "tragando" mítines electorales, ruidos de obras interminables, desahucios de familias y recortes sociales para que ayer el equipo médico del carnaval de Maspalomas no fuera capaz de salvar su vida. Y, para colmo, en vez de velar su cuerpo moribundo en silencio, como Dios manda, a los cirujanos no se les ocurre otra mejor idea que exhibir su esqueleto con alegría y alevosía por la orilla de la playa. Como si de un trofeo digno de mostrar a los turistas, se tratase. El rescate de la sardina, un acto carnavalero que solo celebra San Bartolomé de Tirajana en la Isla, invita a los bañistas en plena arena a unirse al jolgorio que acaba mañana con el entierro de la difunta.

Cuenta la leyenda de Tirajana que hace 30 años, cuando el acto cumbre del carnaval era el entierro de la sardina y no como ahora la cabalgata, las mascaritas se quedaban con ganas de más fiesta tras incinerar al pescado. Surgió entonces la gran ocurrencia de "alargar" la marcha fúnebre hasta el sábado por la noche en el velatorio en el que se habían convertido las plazas de los barrios o los patios de las casas del municipio. Pero como todo siempre se puede mejorar, los tirajaneros optaron por volver a "prolongar" la despedida del icono de las fiestas con un episodio que además de que cayera en viernes fuera único en Gran Canaria, por no decir en Europa.

Así nació el rescate de la sardina en Maspalomas, que con los años dio paso a la Gala del Turista en el centro comercial Yumbo de Playa del Inglés.

Uno de los pioneros de este ritual "bendito" procedía, como no podía ser de otra forma, de Ingenio. Una localidad que junto con sus vecinos del Sureste no renunció a celebrar las llamadas fiestas de invierno, que el régimen de Francisco Franco había prohibido por entonces. José Martín, "sardinero" desde la cuna, tras casarse con una tirajanera se llevó a las montañas de Amurga una maleta cargada con el espíritu de don carnal. Según recordó ayer su hijo Óliver Martín, su progenitor fue uno de los creadores, junto a Juan Acosta, de esta fórmula que por el momento no goza de imitaciones en otras ciudades turísticas.

"Se trata de un día que nació para el disfrute de los vecinos. Recuerdo que cuando era niño la cabalgata era un acto dirigido para los foráneos y que el rescate de la sardina aglutinaba a quienes querían pasear por la playa sus disfraces y rendir homenaje incluso a tradiciones, como la pesca", recordó Martín, quien lleva participando en la fiesta desde sus comienzos, desde que tenía 12 años.

La tradición sureña marca La Charca de Maspalomas como el enclave de salida del rescate.

Desde 1985, a eso de las 11.00 horas, un equipo sanitario compuesto de cirujanos y enfermeras acude al auxilio de la sardina. La sacan del agua, la meten en quirófano y comienzan a extraerle con generosas dosis de alcohol, "por eso de que la desinfección forma parte del proceso", todos "los males" que ha gestado durante este año el pez en su estómago. Desde pactos frustrados de gobierno hasta desastres meteorológicos pasando por la falta de ayudas sociales.

En sus inicios la fiesta contaba con la participación de la banda de Agaete, carrozas cargadas de comida así como comparsas y murgas de la zona. El jolgorio arrastraba a mucha más gente por la orilla de la playa y, por lo tanto, la expectación entre los turistas tomaba dimensiones de lo más rocambolescas. Sin embargo, hubo un día en el que la Demarcación de Costas, encargada de velar por la sostenibilidad del litoral, limitó el alcance de la jornada.

"Aún así creo que con los medios de limpieza que existen en la actualidad, podría organizarse de una manera más lucida este acto. Sobre todo, si se tiene en cuenta que es irrepetible en otros lugares del mundo, ya que solo el clima de Maspalomas permite celebrar en febrero un carnaval de playa", apuntó Martín, aunque el municipio se encuentra en estos momentos en prealerta por fuertes rachas de viento.

De diferencias de temperatura entiende bastante Leonor Estébez, que en el pueblo germano en el que reside el mercurio en estos momentos apenas traspasa la barrera de cero grados. La visitante se disfruta de sus vacaciones en casa de su hermana Marisol, una de las integrantes de la murga Las Fareras Escopetiás de San Fernando. "Hace años me vestía de enfermera, porque siempre me ha parecido una fiesta muy divertida, pero esta vez parece que la carroza no está tan decorada como en otras ocasiones", señaló la vecina de Maspalomas, quien a pesar de sus 80 años de edad, acompañó a la comitiva durante los tres kilómetros que separan La Punta de Maspalomas del centro comercial Anexo Dos.

El recorrido del coche fúnebre, que acaparó las miradas de los visitantes a su paso por la orilla, iba escoltado además por efectivos de seguridad y emergencia. La gallega Beatriz Castro y el madrileño Miguel Ángel del Río, voluntarios de Cruz Roja durante la campaña de carnaval, aprovecharon la ocasión no solo para "conocer el dispositivo de playas" sino además para descubrir los encantos naturales y las tradiciones de la Isla durante su estancia altruista en el Sur.

Yumbo ha habilitado una capilla ardiente para velar esta noche los restos de la clupeiforme. El entierro tendrá lugar mañana a partir de las 20.00 horas en el Anexo.