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Patrimonio Recuperación histórica

Las campanas que cayeron en el olvido

El historiador Gustavo Trujillo contabiliza 300 campanas de iglesia en Gran Canaria, 185 inéditas - Uno de los bronces más antiguos está en la parroquia de San Pedro de Bañaderos

Campanas del antiguo hospital San Martín LP / DLP

El historiador terorense Gustavo A. Trujillo Yánez defiende que las campanas y sus toques forman parte de nuestro patrimonio cultural. A lo largo de su tesis doctoral se ha puesto de manifiesto el papel relevante que desempeñaron en la sociedad tradicional. "Sus tañidos marcaban señales horarias, oficios religiosos, fiestas y solemnidades, rogativas, peligros y actos de carácter civil. Pero también, eran portadoras de sentimientos y de estados de ánimo, cuando no de ideologías y de orientaciones políticas, como tuvimos ocasión de comprobar con los episodios vividos en las localidades de Arucas y Valleseco durante la revolución Gloriosa de 1868 y durante la Segunda República (1931-1939), respectivamente", afirma.

"Tradicionalmente, el interés por estos evocadores instrumentos se ha centrado en hacer constar el año de compra o colación de la pieza, peso, precio y lugar de procedencia. Mientras que por su parte, las menciones al maestro fundidor han sido siempre más raras y ocasionales. También han suscitado interés sus tañidos y toques", añade Trujillo Yánez.

De sus aspectos más materiales y perceptibles, iconografía, ornamentación e inscripciones epigráficas, se han ocupado algunos historiadores del arte en los escasos trabajos publicados hasta el momento. De entre todas las campanas existentes en Gran Canaria, han sido las de la Catedral de Santa Ana las que mayor atención han recibido por parte de eruditos e investigadores, según aporta Trujillo. No obstante, su estudio definitivo aún está pendiente de hacer, "pues la suciedad que se acumula sobre ellas impide registrar sus inscripciones, así como sus motivos ornamentales e iconográficos, hasta que no se acometa su limpieza y restauración".

"A pesar de todas estas aportaciones, carecíamos de una obra de referencia o catálogo que nos permitiese conocer el número, autoría, procedencia y calidad de las campanas existentes en los edificios religiosos y civiles, de carácter histórico, de la isla de Gran Canaria. Creemos que con la realización de este trabajo, hemos cubierto, al menos en parte, este vacío de conocimiento con respecto a este capítulo del patrimonio cultural de la isla. Así, tras el trabajo de campo realizado hemos podido contabilizar la cifra de 300 campanas, de las que 185 son inéditas o prácticamente desconocidas. De éstas, debemos destacar las piezas más antiguas, siglos XVI, XVII, XVIII y primer tercio del siglo XIX, y por consiguiente, de mayor valor patrimonial".

Inventario

Su número, aunque escaso, ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con un inventario o corpus que haga mención a su existencia, con vistas a su conservación o restauración, cuando sea necesaria. Uno de los bronces más antiguos es el que se encuentra en la parroquia de San Pedro de Bañaderos (Arucas) fechado en el año 1527 (probablemente el más antiguo del Archipiélago). Le siguen en antigüedad la campana flamenca de la parroquia de La Concepción de Jinámar (1562), las tres campanas viejas (también flamencas) de la Catedral de Canarias, fundidas entre los años 1599 y 1600 por Pierre de Ransart y Peeter van der Ghein III, así como la campana grande de la iglesia parroquial de Agaete y el esquilón de la ermita de San Pedro de Tenoya, vaciadas en el año 1664.

Una de las conclusiones a la que ha podido llegar Gustavo Trujillo ha sido la de comprobar, además de la identidad de los fundidores o fabricantes, la de los centros o lugares de procedencia de la gran mayoría de los bronces. "Así, durante todo el siglo XVI y, al menos hasta el primer tercio del siglo XVII, será la región de Flandes la principal suministradora de campanas al Archipiélago. De esta época son los valiosos bronces catedralicios del afamado maestro fundidor Peeter Van der Ghein III, así como el vaciado por Pierre de Ransart, también para la Catedral de Canarias. Durante el siglo XVIII los principales centros de producción en los que se adquieren campanas se encuentran en Andalucía (Sevilla y Cádiz), seguidos de Italia (Génova) y el Reino Unido".

Durante el siglo XIX, Andalucía (Sevilla y Málaga) seguirán enviando campanas al Archipiélago, a las que suman las procedentes de algunos talleres de Cantabria, Barcelona y Valencia. Junto con éstas, también se encargan campanas a América, especialmente a Cuba, y sobre todo a las firmas británicas, quienes además de campanas, serán las principales suministradoras de relojes de torre. Por su parte, el siglo XX supondrá el predominio de la producción nacional (Badajoz, Barcelona, Burgos, Logroño, Madrid, Palencia, Salamanca, Santander, Valencia y Valladolid) frente a los fabricantes extranjeros (Alemania, Francia y Holanda).

Gustavo Trujillo señala que junto con los citados fabricantes, "también fue importante la fabricación o producción local, de los que hemos constatado la presencia de maestros fundidores naturales del Archipiélago o de paso por las islas, desconocidos la gran mayoría de ellos", tales como Juan de Arce, Juan de Vallado y Antonio Ribera (Siglo XVI), Antonio de Alpuin, Juan Pérez, Juan Ruiz de Espejo, Juan y Francisco de Quesada (Siglo XVII), Simón González, Manuel de Estrada, Manuel Ferrera, Luis González Chocho, Domingo y José Pérez Barreto, Francisco Pascual de Toledo, José Ventura Navarro y Antonio de Miranda (Siglo XVII), así como de Enrique Sánchez Gaviria e Hijos y de José Santana Fleitas, quienes permanecieron activos hasta la década de 1960 y 1980, respectivamente.

En esta tesis sobre las campanas de Gran Canaria, igualmente de importante ha sido el análisis y descripción de las inscripciones e iconografía de cada uno de los bronces. "Lamentablemente, el escaso número de campanas datadas durante los siglos XVI al XVIII nos ha impedido poder llevar a cabo un tratamiento estadístico de dichos letreros y motivos ornamentales e iconográficos, al objeto de hacer constar cuál ha sido su evolución a lo largo del tiempo, en qué medida se han visto influidos por la evolución de los estilos artísticos, o indicar los posibles cambios en las advocaciones y representaciones. Estimamos que esta tarea sólo podrá realizarse cuando contemos con un número de bronces mucho mayor y representativo del que disponemos ahora, lo que será posible cuando estemos en condiciones de añadir a nuestra muestra aquellos otros bronces procedentes del resto de islas orientales (Lanzarote y Fuerteventura), y especialmente de los procedentes de las islas pertenecientes a la provincia de Santa Cruz de Tenerife (Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro)".

"No obstante, centrándonos en épocas más recientes, hemos podido constatar como el contenido de algunas inscripciones y representaciones iconográficas surge de forma paralela al desarrollo o florecimiento de determinadas devociones propias de finales del siglo XIX y comienzos del XX, como fue la del Sagrado Corazón de Jesús y en menor medida la de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Otra de las conclusiones a la que hemos podido llegar ha sido comprobar cómo en la gran mayoría de las ocasiones las inscripciones de las campanas se limitan a hacer constar la identidad, procedencia y fecha de fabricación de cada una de las piezas. Tras éstas, le siguen en importancia los letreros o leyendas alusivas a los donantes o promotores de los bronces, de los que destacan los miembros de la Iglesia, así como aquellos de contenido religioso o simbólico. Entre las

menciones a la divinidad, destacan sobre el resto las dedicadas a la figura de la Virgen, especialmente al dogma de su Inmaculada Concepción, seguidas de las referencias a la Sagrada Familia y a Jesús".

Cada una de estas inscripciones figura reproducida de forma íntegra en el catálogo de piezas, contribuyendo con ello a completar otra línea de investigación novedosa en Canarias, como es la de las llamadas 'escrituras expuestas', cuyas principales aportaciones se deben al profesor Manuel Ramírez Sánchez. Por lo que respecta a los motivos iconográficos, es la cruz de calvario o sobre pedestal el símbolo más representado, seguido de los relieves en los que se reproduce la imagen de la Virgen María, siendo también la figura más representada aquella en la que aparece bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.

En relación con la presencia de la cruz, "hemos constatado cómo en muchas ocasiones dicho símbolo está orientado, de forma errónea, hacia el interior del templo, cuando lo correcto habría sido disponerlo en dirección hacia la fachada principal de la iglesia o ermita de turno, pues sólo así cumple con su función simbólica de alejar el poder maléfico del demonio o de los fenómenos meteorológicos adversos".

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