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Entrevista

Norma Romero: "En España veo la falta de oportunidad que también existe en Centroamérica"

"Hemos atendido en nuestras casas a 1.200 migrantes y la comida nos ha dado para ellos y para los de las vías", constata la portavoz de las mujeres Patronas de México

Norma Romero, portavoz de Las Patronas, ayer en el Cabildo. LA PROVINCIA / DLP

¿Qué le trae de México al Archipiélago canario?

Más que nada he venido a conocer lo que se vive aquí y a compartir experiencia con algunas organizaciones que también están haciendo trabajos sobre migración.

Usted es una de las fundadoras del grupo de mujeres que ayuda a los emigrantes que se dirigen a Estados Unidos en tren. Las conocen como Las Patronas. ¿Por qué motivo?

Somos un grupo de 14 mujeres que estamos en una comunidad que se llama La Patrona, que pertenece al municipio de Amatlán de los Reyes. La patrona del pueblo es la Virgen de Guadalupe y a ambos nos han bautizado Las Patronas.

¿En qué consiste su labor?

Nosotras empezamos en 1995 a darles comida y agua a los hermanos migrantes que viajan en el tren llamado La Bestia, en el que se suben para llegar a Estados Unidos porque en sus países de origen la situación es dura y hay falta de oportunidad y una fuerte violencia. Primero empezaron los jóvenes, posteriormente las mujeres y hoy en día son familias completas las que viajan colgadas en La Bestia. A menudo, muchos de ellos son presas fáciles de las mafias, que los extorsionan o, directamente, son secuestrados. A esto se le suma que muchas veces se usa la violencia contra ellos. Por eso, nosotras nos hemos tomado tiempo en informarnos de nuestras leyes y de visitar a los diplomados sobre derechos humanos para poder defenderlos.

¿Reciben algún tipo de apoyo?

Somos una red de personas que nos hemos organizado para apoyar a los migrantes y dentro está el obispo don Raúl Vera, el padre Alejandro Solalinde y muchos sacerdotes. Y a nosotras nos da mucho gusto que ellos caminen con los pobres. Muchos de ellos, como el padre Alejandro, han sufrido amenazas, pero lo más importante es ayudar y apoyar porque sabemos que Dios está con nosotros.

¿Cómo surgieron las mujeres Patronas?

Esta ayuda empezó cuando un día dos de mis hermanas salieron a comprar la leche y el pan para el desayuno y el tren venía de camino. Cuando ellas fueron a cruzar se tuvieron que esperar y en ese momento empezaron a salir unos muchachos de los vagones y les dijeron: "Madre, regálanos vuestro pan, tenemos hambre". Ellas se quedaron perplejas y se preguntaron si era cierto. Después pasó un segundo grupo que les pidió lo mismo y ellas les dieron el pan y la leche que llevaban encima. Mi hermana Bernarda se percató de que la gente que iba en el tren no era mexicana. Nos preguntábamos de dónde serían y porqué viajaban de esa manera y pedían comida. Así que después de cuestionarnos pensamos que si Dios ha compartido con nosotros alimentos y no nos habíamos quedado sin comer, teníamos que compartir con ellos.

¿Cómo se organizaron?

Lo que hicimos fue aumentar en la comida porque en ese tiempo la canasta básica era barata y podíamos compartir muy bien. Empezamos a hacer 30 lonches al principio y, posteriormente, fuimos aumentando conforme íbamos viendo.

¿Cómo es una jornada normal de trabajo?

A partir de las diez de la mañana, cada una de las mujeres tiene dedicado un día a hacer la comida mientras que dos de las compañeras se van a traer el pan y otras se quedan para rellenar las botellas y amarrarlas. Empacamos la comida que vamos a recoger y todo eso se dona al hermano migrante. El equipo también cuenta con voluntarios y recogemos el arroz y el frijol que a veces nos dan. Antes de 2010 hacíamos más de 40 kilos de arroz y frijoles, pero hoy en día se están haciendo diez, dependiendo de las veces que pasa el tren.

¿A qué se debe ese descenso en la cantidad de comida?

Se debe a que en junio 2014 el Gobierno mexicano estableció el Plan Sur, que supuestamente era para ayudar a los migrantes, pero que en realidad supuso un aumento de policías para custodiar la frontera para no dejarlos pasar. Así que muchos de ellos se van por mar, otros por las montañas y otros siguen las vías caminando.

Ustedes entregan la comida al pie de la vía, ¿no?

Se les da la comida y el agua, pero también se les regala ropa porque en el lugar en el que estamos nosotros hace mucho frío. Muchos de los que llegan a nuestro albergue vienen sin mochila porque se las quitaron o las dejaron atrás por salir corriendo, otros llegan con los zapatos rotos y los pies enllagados.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos premió su labor en 2013 y el pasado año fueron candidatas al premio Princesa de Asturias. ¿Se imaginaban trascender tanto?

No, la verdad. Creo que cuando un proyecto se planea no sale bien. Nosotros no teníamos intención de nada, no lo hacemos para que nos premien, sino porque como mujeres de fe creemos que Dios puso esa labor en nuestra manos y hasta ahora la ha mantenido. Recibir premios no es lo que nos hace seguir haciendo esto, sino la fe y, sobre todo, los testimonios que hemos conocido a lo largo de estos años. Nosotros hemos atendido a más de 1.200 migrantes en nuestra casa y la comida nos ha dado para ellos y para los que están en la vía.

España se ha convertido también en un país de emigrantes, especialmente de jóvenes. ¿Cómo ve la situación con respecto a la de su país?

Lo que yo he estado viendo en España es lo mismo que veía cuando yo ignoraba lo que sucedía en Centroamérica. Creía que lo que pasaba allá no iba a suceder en México y resulta que mi país vive también un momento de violencia y de falta de oportunidad. Este es un momento para pensar y para preocuparse y ayudarse mutuamente porque así como los sirios están padeciendo, la situación de crisis es en general y la gente vive momentos críticos y esto no es para unos cuantos, si no para todos.

Acaba de hacer mención al pueblo sirio. Como defensora de los derechos humanos, ¿cómo cree que se están haciendo las cosas? ¿Qué solución propone?

Creo que todo esto tiene que ver con los gobiernos. Ellos, que apoyan a otros países, tienen que vigilar que esa ayuda la recibe la gente. En el caso de México, por ejemplo, nosotros siempre hemos estado diciendo que si Estados Unidos no desea tender la mano a los migrantes, simplemente ayude a sus países de origen a que se generen fuentes de empleo para que se puedan quedar allá. Porque nadie desea dejar su país. La situación de hambre es la que nos obliga a caminar. Lo que digo es que si los gobiernos tienen poder para hacer grandes riquezas, así como invierten en armas que lo hagan en cosas que son productivas para las personas no tengan que ir a padecer muerte y tristeza en otros países que no son los suyos.

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