Infecar acogió en la noche de ayer la celebración del 50 aniversario de la Feria del Atlántico, acto que reunió a representantes de las instituciones y de la sociedad isleña presidido por el titular del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, con la presencia del consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias, Pedro Ortega; y expresidentes de la Corporación insular, como Miguel Pérez, José Miguel Bravo de Laguna, o José Macías. Además de Morales, intervinieron el presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gran Canaria, José Sánchez Tinoco; el director de la Asociación Internacional de Ferias de América, Antonio Brito; y el presidente de la Asociación de Ferias Españolas, Xabier Basáñez, en una velada que incluyó un pequeño concierto del timplista Germán López, y un vídeo que resumía y ponía en contexto una feria que supuso en su momento un revulsivo económico y de proyección internacional en el archipiélago. El acto de ayer no fue solo un encuentro institucional de homenaje tanto a la propia Feria como a los que la hicieron posible, sino de impulso declarado por parte del Cabildo, que apuesta por revitalizar para recuperar una cita que, según afirmó ayer en su discurso, "puso a la isla en el mapa".

Morales hizo un exhaustivo repaso a este hito que se sumaba a una cadena que remontó a los Reyes Católicos, con la firma del Fuero Real, que supuso el primer reconocimiento del Archipiélago "como espacio de libertad comercial, o como se dice ahora, un paraíso fiscal". A esa foralidad se añadiría, a partir de XIX, el trasiego de bienes y mercancías con el imperio británico, la declaración de los Puertos Francos, el puerto de la Luz y el Régimen Económico y Fiscal, para rematar con la Feria del Atlántico, que en su momento llegó a ser "la más importante del Atlántico Sur, así como su Pabellón de Congresos, el primero de Canarias".

En aquellos días de 1966 la isla acaparó titulares en radio, prensa y televisión, e incluso en el NODO, como subrayó Morales, con postales de lo mejor de la industria española en sus expositores, y un inacabable elenco de representantes de la nueva África postcolonial.

La expectación en la sociedad isleña no fue menor. El Pabellón de Congresos se convirtió en el punto de encuentro de familias, escolares que acudían en excursiones organizadas por sus colegios, empresarios y delegaciones que paseaban por los flamantes puestos de unos edificios diseñados por el arquitecto Fernando Cavestany con la colaboración del también arquitecto Manuel de la Peña y el aparejador Ulises Medina.

Aquellos pabellones, presididos acogieron en esa primera edición a 320.000 visitantes que pasearon por 272 expositores, con un valor de la mercancía calculado en unos 70 millones de pesetas.

Una apuesta que continuará, subraya el presidente del Cabildo de Gran Canaria, el próximo noviembre con una nueva gran edición que tratará de recuperar "esa filosofía inicial de nuestra isla junto al continente africano y mirando a Latinoamérica".