La villa de Firgas celebró ayer, día de los Pepes, su segundo gran día de la papa con un pacto con la atmósfera para que dejara una buena regada a la raya del mediodía que, lejos de desanimar, privó a las matas en el campo y a una creciente afluencia en la plaza de San Roque se entregó a un auténtico festín, un papeo en toda regla y en sus decenas de versiones.

Papas rellenas, sancochadas, arrugadas con y sin mojo, fritas y también crudas a la venta tanto por kilos como a granel acompañaban a pescados, carnes y verduras como si no hubiera un mañana en los distintos puestos que se desplegaron en el epicentro de la papa de Firgas a modo de sucursales de los restaurantes de la zona.

Y es que no solo entraban por la boca, sino por los ojos. Allí estaba apostado en una esquina de la iglesia Modesto Medina, de 41 años, que planta el tubérculo "desde que yo cabía debajo de esta mesa", con una colección de joyas en venta de las variedades spunta y cara, "cogidas esta misma semana".

Medina daba pistas a la clientela para tratar de conocer cuál es el detalle que delata una papa venida de lejos en cámaras frigoríficas de una genuina de la tierra, un secreto que se encuentra en la piel, según chivaba rascando muy por encima un ejemplar que quedó pelado al paso de su dedo.

Un dedo al que habría que sacrificar la uña para lograr el mismo resultado con una extranjera congelada de bote, porque se quedan tiesas. Tal y como se demostraría empíricamente dos horas después, la papa de Modesto acompañada de un cherne con ajos, perejil y unas gotas de sal gorda se convertía con 12 minutos de olla a presión en pura manteca sancochada.

Pero por lo que dicen tanto el productor como el alcalde, Manuel Báez, y la concejala de Desarrollo Local, María del Rosario Marrero Perdomo, esto fue siempre así allá arriba en Firgas, y tampoco es que hayan querido ocultarlo porque desde el pasado año se ha instaurado este día temático que rinde honores a esta perla color canelo.

Báez asegura que la papa allí "está en las raíces de la tierra de la villa", y que si bien no se sigue plantando en las cantidades industriales de antaño, raro no es el cacho que no luce sus matas "para autoconsumo".

El alcalde, que no le hace fos a una fiesta de fundamento, ayer la tuvo y en sustancia, dado que a medida que empezaba la tarde y que el cielo iba clareando el público entró en tales cantidades que se corría el riesgo de salir a recoger más papas de urgencia, buena parte de él, formado por los senderistas que participaron en la ruta organizada para echar un buen vistazo al paisaje agrícola de la villa, que no es flojo. En el centro del pueblo, y mientras el grupo Canturía le daba a la guitarra, José Cardona, del restaurante Casa Conchi, emplataba unas papas rellenas de carne de entullo garantizado, con efecto mareante. Paco Elvira y Mariola Auyanet, de la capital y que debieron oler desde allá bajo lo se cocía en la villa, las calificaban de "buenísimas". Pero otro tanto ocurría por retaguardia, donde Marcos Ramírez, de El rincón de Marcos, contraatacaba con su papa con beicon y berro, montándose una importante carajera culinaria, una compleja indecisión que no se paliaba ni con el mismísimo licor de berros que se inventó Ramírez, un producto, el berro, que también tendrá su día, pero en otro capítulo por venir.