Montse Ramos y sus vecinas de Agaete confiesan que son devotas de la Virgen de la Concepción, pero desde hace unos años, como las tradiciones religiosas se han ido relajando, celebran el Jueves Santo con un asadero de chuletas y el Viernes Santo con un sancocho. Después, sin cargos de conciencia, se ponen sus mejores trajes para ir a las procesiones de la villa marinera, no tan famosas como las de Guía o Gáldar, pero igual de emotivas cuando el Santo Entierro o la Soledad recorren las estrechas calles del pueblo.

Como si se tratase de una tradición, Montse y su hijo Evaristo organizaron ayer una chuletada en el área recreativa de Santa Cristina, en los altos de Guía, y fueron de los primeros en desplegar los manteles y encender los braseros. "Cuando llegamos estaba chispando y hacía bastante frío, pero de vez en cuando sale el sol durante un rato y lo estamos pasando francamente bien", relata la mujer. Evaristo y su esposa Nena se encargan de que la barbacoa esté bien caliente y de que no falten pinchitos y chorizos parrilleros para abrir boca. Por los alrededores del fuego están Nayra, Pino, José, Gonzalo y los niños, todos ellos vecinos de Agaete.

El plan del día, comenta Montse, es regresar a casa antes de que se ponga el sol, ver por televisión las procesiones de Andalucía, y luego participar en el Vía Crucis hasta bien entrada la madrugada.

Al otro lado de Santa Cristina, José García y sus colegas repiten el mismo ritual, aunque además de las chuletas hay abundantes raciones de papas arrugas, tortilla de papas y ensaladas. Vanessa, Rogelio, Tamara, Fátima, Pedro o Cristian han llegado de distintos puntos de la Isla, como Gáldar, Arucas, Jinámar o Caserores de Telde, y se conocen porque varios de ellos trabajaron en el Centro de Salud de Arucas. "Cada año nos reunimos aquí para hacer un asadero y cada vez viene más gente, hasta 20 personas", explica José, funcionario del Ayuntamiento de Gáldar, sorprendido de la poca gente que había ayer en Santa Cristina.

El mal tiempo perjudicó a unos y benefició a otros. A mediodía, en la plaza de Santiago de Gáldar, Luis Rivero se quejaba de la poca afluencia de público al mercadillo de los jueves, que no cierra ni en Semana Santa. "Cada vez vendemos menos y no vale la pena; yo vengo desde San Mateo y no descanso ni un día. Bueno, el próximo domingo no trabajaré porque se casa mi hija y soy el padrino", replica el orgulloso padre.

Por contra, el frío y la mala mar llenaron los restaurantes de Sardina de Gáldar o de Agaete, pues pocos se atrevieron a pisar la playa. "Desde el domingo no hemos parado de trabajar y todavía nos espera todo el fin de semana", comenta Verónica Jiménez, que con Israel Saavedra regenta Las Nasas, en la Playa de las Nieves. En los establecimientos vecinos también hay colas para conseguir una mesa. Hoy, Viernes Santo, como en casa de Montse Ramos, también se come sancocho. Lo manda la tradición.