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La sorpresa turqué

La paloma endémica de Gran Canaria reaparece en la Isla cuando se cumplen 127 años de su anterior avistamiento

Barranco de Las Madres, en los municipios de Moya y Firgas, hábitat de la paloma rabiche y de la nueva población de turqué. ANDRÉS CRUZ

Especialistas y trabajadores que están ejecutando el programa Life-Rabiche se han llevado una sorpresa descomunal con el hallazgo de tres ejemplares de la paloma turqué, Columba bollii, una de las más raras de la avifauna del país, en la laurisilva de Moya, en mismo entorno el que se está soltando la paloma rabiche, también endémica de la Isla y que, al contrario de la primera, se está reintroduciendo desde el año 2013 por un lento y delicado proceso de cría en la finca insular de Osorio.

El último avistamiento conocido de la paloma turqué, que además es pariente de la rabiche, se remonta a 1889, por lo que el hallazgo de los tres individuos ha supuesto un logro que iba más allá de las expectativas puestas en ese programa Life de recuperación de la laurisilva y de la rabiche.

El doctor en Biología de la Universidad de La Laguna y que ha asumido la dirección científica de este proyecto, Aurelio Martín Hidalgo, confiesa la euforia de un equipo liderado por el Cabildo de Gran Canaria, y en el que también participan Gesplan, el Cabildo de La Palma, la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas y la empresa Dracaena, por el insólito hallazgo.

Según explica Martín fueron trabajadores de esta última firma los que localizaron en el pasado mes de enero a los ejemplares. Inmediatamente desde el departamento de Biología de la ULL se envió a dos especialistas que no lograron verlas, cosa que sí se consiguió por parte de los trabajadores un día más tarde. Otro segundo viaje desde Tenerife se saldó con éxito, al constatar que se trataba no de uno, sino de tres individuos.

Pero ahí no acababan las buenas noticias porque al poco oyen arrullos, lo que indica, según el biólogo, que han llegado para quedarse, "ya que solo crían cuando logran una fijación al territorio".

El primer factor clave para este regreso de una paloma que convivió con los antiguos canarios, al igual que la rabiche, de la que ya existen 180 ejemplares disfrutando de los cielos de Gran Canaria, se centra en las labores de reforestación de la laurisilva, una Selva de Doramas en auge que ha recibido desde septiembre de 2013 la plantación ininterrumpida a través de este programa europeo de 140.000 árboles en el barranco de La Virgen, barranco Oscuro y Azuaje.

Aurelio Martín afirma que "parece ciencia ficción, pero no lo es", al trabajar con una hipótesis genética, que es una de las partes más curiosas de esta historia, y que sostiene que realmente la paloma turqué de Gran Canaria no se extinguió del todo, sino que se trasladó a Tenerife" a medida que su hábitat iba menguando tras la Conquista.

El doctor se basa en un hecho excepcional, el de la existencia de dos variantes de esta paloma en la isla de Tenerife. Así, cree que los ejemplares grancanarios se mezclaron con los de Anaga, en una zona muy aislada del extremo oriental de Tenerife, y distinta de otra población del extremo occidental, muy parecidas a las de La Gomera.

Con la recuperación del bosque en Tenerife esa población se ha extendido hasta el Valle de La Orotava, límite con la otra población, y también ha comenzado a colonizar Gran Canaria.

Los que ha vuelto probablemente proceden de Anaga, con lo cual Gran Canaria se estaría repoblando con los descendientes de aquellas abuelas que emigraron a finales del siglo XIX.

La Isla se sumaría de esta manera a El Hierro, La Gomera, La Palma y Tenerife en atesorar una joya biológica que se encuentra en el catálogo de especies de Canarias con la categoría de vulnerable y a laque la de España la sitúa en el listado de especies de protección especial.

La misma fuente indica que "probablemente también existieran en Lanzarote y Fuerteventura, donde se han encontrado indicios en yacimientos".

La turqué, al igual que la rabiche, solo da un huevo por puesta, lo que, añadido a su carácter tímido y la excepcionalidad de su hábitat -anida en las copas de los árboles, al contrario que su prima, que lo hace en el suelo-, dificulta su observación y es muy difícil de atrapar, por lo que el biólogo descarta que alguien la haya podido transportar hasta Gran Canaria.

"Futuro prometedor"

Según lo requiere su dieta, compuesta principalmente por los frutos de los árboles propios de la laurisilva, como laureles, tiles, viñátigos, palo blanco y barbuzano, entre otros, va rotando de lugar, por lo que se mueve mucho dependiendo de la producción anual de cada especie.

En este aspecto de la movilidad hay que resaltar que la rabiche también ha superado con creces el entorno de suelta, documentando ejemplares en el pinar de Tamadaba y en el Sao, en el interior del Valle de Agaete, otro motivo de satisfacción para el equipo, que, como subraya una vez más Martín, es consecuencia de la recuperación medioambiental de la Isla.

Por todos estos motivos se está estudiando la posibilidad de abrir un nuevo Life, pero mucho más ambicioso aun y dedicado a la turqué, ya que el de la rabiche expira en diciembre de 2017.

Y no solo por el medio, sino como forma de generar economía. "Yo mismo", puntualiza el director del programa, "vengo a ver las palomas rabiches y me traigo a mis amigos y dejamos economía en hoteles y restaurantes, sin olvidarnos de los mismos trabajadores de las localidades de Teror o Firgas" que se ganan el sueldo a través de estas iniciativas.

Hay que subrayar que estos efectos se producen cuando se ha logrado recuperar un uno por ciento de la antigua Selva de Doramas, de forma que multiplicar por diez esta extensión supondría una "potente generación de riqueza". No obstante el biólogo también pide cautela, al considerar que "todavía queda mucho trabajo por hacer y mucho que conocer antes de que podamos decir que la laurisilva y las palomas endémicas tienen el futuro garantizado en Gran Canaria. Sin embargo, el compromiso adquirido por parte de las instituciones y los esfuerzos de divulgación por parte de la Fundación Foresta hacen pensar que el futuro de los bosques húmedos de Gran Canaria sea prometedor".

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