Nada como convocar una muestra regional de agricultura y ganadería para descubrir que la química es un infinito campo que, año a año, incorpora nuevos elementos a la tabla periódica, como la cerveza Tierra de Perros, el licor de gofio o el interplanetario pan de tunos indios. Y a la espera de que un día llegue el potaje de kryptonita con jaramagos, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, inauguraba ayer la V Feria que reúne un abigarrado escaparate de productos y recetas de toda la vida, pero también de la futura, como el dulce de batata y la hogaza de maracuyá, respectivamente.

La convocatoria, que viene aliñada con grupos emblemáticos como Los Gofiones, Los Sabandeños o La Trova y por un entullo que, probando, probando, puede suponer un almuerzo en condiciones, reunió a miles de isleños que formaron colas que tupieron de tal forma el acceso a La Vega que prácticamente nadie llegó a tiempo a la hora de inaugurar, las once de la mañana.

Sobre la tarima, y con un sol que no se abría al mundo desde hacía una semana para llenar la platea de gorros con formato de cucurucho hechos con el papel de un periódico gratuito, el alcalde de la localidad, Antonio Ortega, lanzaba lo que él autodenominó como un "órdago" al presidente de la autonomía, que no era otro que domiciliar en su municipio una inédita feria que aglutine los productos de toda la Macaronesia, ya que al fin y al cabo nos baña el mismo alisio, como vino a documentar.

Sería ésta una forma de exhibir, "las dificultades de las regiones aisladas", sostuvo, y que no tendría mejor lugar que en un municipio que desde 1800 fue declarado feriado y que mueve, según se supo luego a cuenta de esta condición, nueve millones de euros anuales con una cadencia mensual de visitas en torno a las 48.000 almas.

Clavijo, que tras la ristra de discursos confesó que mientras la gente se estaba achicharrando al solajero él se estaba criogenizando bajo la sombra de la carpa, prometió y cumplió una conversa rápida en la que no hizo fos a la idea, a tenor de la respuesta en la que invitaba a Ortega a darle macho a la iniciativa, algo para lo que contaría con todo el apoyo del Gobierno que preside.

Y es que ayer hubo mucho apoyo, como el del presidente del Cabildo, Antonio Morales, que dio el suyo y el de su equipo insular para ver en vida una sexta, séptima y las que se tercien ferias regionales en San Mateo, ya que propuestas como éstas se ajustan al doctrinario de la soberanía alimentaria, hídrica y energética, según desgranó a a un público cada vez más hábil a la hora de confeccionar sombreros de papel, ahora con forma de barco, originándose un auténtico astillero sobre la marcha.

Ante el acrecentamiento de la flota naval era el momento, pues, de entrar a la Feria Institucional de Canarias de Productos de la Tierra, que es como se denomina desde que en 2011 se celebró la primera edición con el ánimo de convertir San Mateo en un "hito turístico insular" y en la meca grancanaria de "los productos de calidad".

Y se entró en formato procesional, dada la afluencia de alcaldes, como el de Tejeda, de Firgas, de Arucas, entre otros muchos, concejales a modo de suplentes de otros tantos municipios o representantes de diversos organismos como el de la Federación Canaria de Municipios, Placeres Barroso, que le daba paso al consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias, Pedro Ortega mientras Los Sabandeños probaban los micrófonos y afinaban las bandurrias.

Dentro, 62 productores de las islas pistoseaban de sus hechuras, eso sí, con un puesto 'presidencial' del Cabildo de Gran Canaria al frente del cual se encontraba su técnico Pepe Corcuera en manta esperancera, que convertía las golosinas del país en un espectacular catálogo de formas y colores, con quesos de flor que se 'movían' al tacto del dedo, una colección de tomates a punto de salsa, frutas en toda su exotismo, desde el maracuyá moganero a los kumquats y lima kumquats, los aceites de las ocho almazaras de Gran Canaria, las mieles de todas clases, un botellaje proveniente de 50 bodegas de la isla, y cinco variedades de papas, así como nabos raros, tan raros como los calabacines también raros, tantos como la colección de hortalizas y hierbas que incluía un matojo de mitzuma.

Esto de entrante, porque más al fondo lucían bandejas de setas ostras, cultivadas por Eva del Rosario en la finca grancanaria Lagar de Fuego al precio de feria de diez euros el kilo de la que es la mayor producción artesanal de la isla.

Y de más allá de Agaete, de la localidad tinerfeña de Vilaflor de Chasna, los vinos más altos de España, cuyas vides prosperan a 1.300 metros de altitud, justo donde no llegan los bichos y por tanto "totalmente ecológicos", según subrayaba con énfasis Ernesto Rodríguez, de Bodega Reverón, o el ya citado pan de tuno indio, que llegaba fresco de El Tanque, junto con otra parranda de inventos que incluía el pan de trigo barbilla, de almendras y naranja o el de mango y maracuyá. Hirám Gómez, panadero prodigioso, se llegó con un furgón de 600 panes, y anoche llegaría otra camioneta con refuerzos con panes hasta en la guantera.

Por retaguardia 'atacaban' quesos de Puerto del Rosario, y a estribor más vinos de Lanzarote, mientras que de La Palma llegaba la cerveza La Negra Tomasa, y también otra de marca Surf, además del mojo de Barlovento o la sal de Fuencaliente, todos arropados en un puesto comandado por Sergio Santana.

Y hoy más, hasta el cierre de la muestra que tendrá lugar a las tres y media de la tarde, y a la que se puede asistir en guagua gracias a un servicio reforzado por Global, con un mayor número de salidas y un precio rebajado del billete si se opta por una tarjeta que incluye los trayectos de ida y vuelta.