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Valleseco

La olimpiada de los primeros trasgrancanarios

El senderismo lo inventó José Segura cuando iba de Mogán a Tejeda a enamorar - Valleseco celebró ayersus II Abuelolimpiadas

El atleta del Estado de Valleseco José Segura, nacido el 29 de junio de 1929, y que viene a ser el mismo día en el que el bacteriólogo Alexander Fleming descubrió la penicilina, se encontraba ayer tomando resuello de las distintas disciplinas olímpicas en las que participó en representación de su equipillo de medianías.

Ahí estaba con la camiseta distintiva con los colores de guerra jaleando a otros competidores de ochenta años para arriba en el exigente juego de los bolos.

Este periódico pudo entrevistar a Segura en la propia cancha de juego para descubrir los secretos de su fenomenal pinta física, en una interviú de gran dificultad dados los vítores de los acólitos a Moya, que gritaban antes de cada tiro a unos botes de leche vacíos que hacían de bolos, Moooooya, Moooooya, o Ingeniooo, Ingenioooo, según la respectiva nacionalidad municipal de cada aspirante al campeonato.

Su tabla de entrenamiento, según informó Segura, comenzó hace la friolera de 87 años, que casualmente son los mismos que tiene, en una Artenara donde el que no se meneaba quedaba fuera de juego.

Se podría decir a tenor de su testimonio que fue José Segura el que inventó no solo el senderismo tal y como hoy se conoce, sino el que larvó la Trasgrancanaria.

"Al poco nos fuimos a vivir a donde llaman Pie de La Cuesta, en Mogán", relata con precisión científica, "y con el tiempo subía caminando cada dos por tres al pueblo de Tejeda para hablar con una muchacha". Cuando José Segura terminaba de conversar, rianga de vuelta a Pie de La Cuesta, en una época en la que el reloj que cuenta pasos era ciencia ficción y las Nike tenían suela de alpargata. Tanto giró el hombre por aquellos riscales en su afán fecundativo "que al tiento fue una de las dos madres de mis seis hijos", sin detallar la procedencia de la segunda. De esos éxitos proviene la querencia de José Segura por lo deportivo, con unas abdominales que lucen como jícaras de chocolate puro cacao y que comenzaron a formarse, según detalla con fruición, "dándole a la pala de quitar estiércol".

"Es que vivíamos con animales", al punto que el posterior baño turco consistía en tumbarse con las vacas, único lugar que le quedaba de habitación a razón de un creciente libro de familia que casi acaba con todas sus páginas.

El caso es que este tratamiento físico intensivo de casi un siglo de duración, se traducía ayer en un Segura seguro de sí mismo -"estoy hecho un toro"-, llegó a autoexclamar en un momento en el que se vino arriba cuando oyó a la parroquia jalear a Valleseco como emergente y gerontófica potencia deportiva.

Un actitud que contrastaba vivamente con la de otros participantes, como Pepito, cuyo nombre es ficticio para preservar el solicitado anonimato, y que se plantaba con un virginio humeante en la cancela del pabellón deportivo de Valleseco. A pesar de llevar, este sí, unas potentes Nike de color negro y amortiguadores, Pepito no atendía a los requerimientos de su entrenadora, solicitando para sí información de dónde se encontraba el bar más cercano para avituallarse de "un etiqueta oro y una tapa de carne cabra".

En cualquier caso se trataba de la excepción a la regla en unas Abuelolimpiadas que se celebran con gran éxito desde que el pasado año Valleseco se convirtiera en la Grecia de España con esta iniciativa sin parangón, y en el que un total de 55 cinco mayores de los tres citadas localidades viven las diferentes pruebas con la misma dosis de pique que de diversión.

La ocurrencia es de Bea Ramírez, directora de la residencia y centro de día de Valleseco, que conjuntamente con sus homólogos de Moya rumiaron la idea de hacer algo distinto y salirse del tiesto para potenciar las capacidades cognitivas y funcionales de unos abuelos y abuelas, como ella los llama, con la suficiente forma física para disfrutar de la vida.

El asunto es que tras la celebración de la primera olimpiada del pasado año, los atletas le cogieron tal afición que para ésta llevan meses entrenando, como Guillermina Rodríguez Castellano, de 82 años de edad, natural del barrio de Lanzarote y que confiesa, en una de estas en las que se sentó para coger resuello, que ella "entrena de todo, con los brazos, con las piernas y lo que haga falta", según ilustra equipada con su ancestral pañuelo en la cabeza.

Guillermina es una de las más entusiastas con el acontecimiento, al igual que ocurre con el personal del remoto Ingenio, municipio hermanado olímpicamente con Valleseco desde el primer momento y cuyos participantes llevan también semanas preguntándole a Laura Santana, del centro de mayores de la villa del sureste, que "si a ver si este año no nos invitan", especialmente algunos que recuerdan con cierta salivación las croquetas que triunfaron tras el enorme esfuerzo físico.

Y mental, porque también hay pruebas con el Ipad, y un roscón pasapalabras, entre otras dificultades, en una iniciativa que ha llamado la atención en el resto del país, y finalista de los premios Nico de la asociación nacional MundoMayor, según Bea Ramírez, que ya trabaja, con la colaboración del Ayuntamiento que preside Dámaso Arencibia, para aumentar la participación a otros municipios, gracias a la colaboración desinteresada de la empresa Nahai Intervención Terapéutica y Asistida con Perros, además de Logoprevia y Fisiovalle, así como por el patrocinio de once empresas de la Isla.

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