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Mogán

Los noruegos se echan a la calle

La colonia nórdica en el sur de Gran Canaria celebra su fiesta nacional con un desfile en Anfi del Mar

Madeleine, Rosa y Alexandra en la plaza de Anfi. SABRINA CEBALLOS

Medio millón de noruegos visita cada año el Archipiélago, lo que equivale al 10% de la población de ese país. De ellos, 380.000 eligen la isla de Gran Canaria y muchos se quedan para siempre. Solo en el municipio de Mogán residen de forma permanente más de 3.000 personas de esa nacionalidad, una cifra que se duplica en los meses de invierno. "Hay muy pocos noruegos que no conozcan esta isla", asegura la vicecónsul Lis Ann Sylling, que ayer desfiló junto a casi un millar de compatriotas desde el Colegio Noruego, en la calle Bjorn Lyng, en el barranco de La Verga, hasta la isla artificial de la urbanización turística Anfi del Mar. En ese se tramo se encuentran como en casa.

Tras la bienvenida del profesado, a las 10.30 horas se inició el desfile con banderas de Noruega y España, carteles de amistad con Canarias y música, a cargo de la Big Band de Mogán. Los 200 alumnos del colegio nórdico estuvieron acompañados en esta ocasión por 40 niños del CEI Artemi Semidán de Arguineguín. No era difícil distinguirlos: los primeros, rubios y blanquitos; los segundos, morenos y ya broceados. Los participantes en el cortejo se ataviaron con trajes típicos, noruegos y canarios, y el que no encontró vestimenta se apropió de una banderita o se puso una corbata pajarita con los colores de la cruz azul y blanca sobre fondo rojo.

En el grupo del colegio Artemi Semidán desfilaron las hermanas Madeleine y Alexandra Wang, dos noruegas que confiesan su preferencia por el colegio público para aprender mejor el idioma y hacer amigos canarios. Llegaron hace cinco años a Arguineguín, después de que sus padres obtuvieran la jubilación por enfermedad. No han vuelto desde entonces y tampoco lo echan de menos.

"Me gusta más estar aquí que en mi país; allí solo hay frío, lluvia y tormentas", bromea Madeleine entre las risas de sus profesores. En el Colegio Noruego también hay clases de español, dos veces por semana, pero se sigue el plan de estudios del país nórdico porque recibe subvenciones del gobierno.

En el centro no hay niños españoles, pero sí profesores, como Nuria Fons, una valenciana que encabezó la marcha. Comenta que los alumnos reciben unas nociones básicas del idioma y luego lo perfeccionan en actividades como el fútbol, la hípica y otros deportes, donde se mezclan con los niños isleños.

El desfile llegó a las 11.00 horas a la isla artificial de Anfi del Mar y, tras rodearla, los asistentes se juntaron en la plaza para cantar el himno nacional y lanzar varios ¡hip hip hurra!, el lema más repetido durante la jornada.

Los noruegos son "felices" en el sur de Gran Canaria y están "perfectamente integrados en la sociedad isleña", resalta Hans Kristian Havgar, diácono de la Iglesia Noruega en la isla. Aunque confiesa que la gente de su país "no es muy religiosa", unos 300 fieles acuden cada domingo a sus funciones en el templo católico de Arguineguín, con el que mantiene "excelentes relaciones".

La Iglesia Noruega, apunta el diácono, funciona también como una organización social de apoyo a los emigrantes y está presente en 35 lugares de todo el mundo. No existe un prototipo de emigrante noruego, subraya Havgar, pero fundamentalmente son jubilados o trabajadores del sector turístico. También son numerosas las personas que vienen a curarse enfermedades pulmonares y de piel.

Un complejo de turismo de salud, situado junto al colegio, ofrece tratamientos para este tipo de dolencias. La soriasis es una de las enfermedades más corrientes en Noruega porque el frío y la lluvia impide el contacto de la piel con el aire libre, señala la vicecónsul Sylling. "Este clima es perfecto para curarla y cada vez viene más gente", subraya.

Arguineguín es ahora el centro neurálgico de los noruegos, pero también hay pequeñas colonias en San Agustín, Maspalomas y Las Palmas de Gran Canaria. Aparte de los 380.000 turistas, se calcula que unas 7.000 personas se establecen en la isla entre el mes octubre y Semana Santa, en una vivienda propia o alquilada.

"Hay gente que se queda aquí de forma permanente porque los canarios nos han acogido muy bien y disfrutamos de este estilo de vida; mi país es muy grande y con poca población, por lo que la gente vive aislada en el campo", sostiene Sylling. Pero cada 17 de mayo, con frío o calor, en un pueblo del Ártico o en el caluroso Arguineguín, "los noruegos se echan a la calle".

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