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Agaete

Agaete protege las señas de identidad y singularidad de la rama de San Pedro

El Ayuntamiento esculpirá un monumento en El Valle, recopilará documentación y creará un taller para estudiar sus orígenes

Agaete sienta las bases para proteger y divulgar las singularidades de la rama de San Pedro, en el Valle. El Pleno del Ayuntamiento aprueba una iniciativa del grupo de gobierno para erigir un monumento al romero y a la rama en el barrio, recuperar todo el material documental disponible para custodiarlo dentro de la Carta Etnográfica municipal, y crea un taller de trabajo para estudiar los orígenes y evolución de la fiesta.

La rama del Valle quiere tener identidad propia, al margen de la fiesta multitudinaria que se celebra en el pueblo. La moción para la conservación, protección y difusión de la rama de San Pedro persigue "proteger aquellos elementos que le dan carácter específico y diferenciador". Entre ellos, el documento aprobado cita el "hecho de que es un número de vecinos bastante elevado el que participa en este ritual de subir a Tamadaba a recoger la rama, aunque en los últimos tiempos se suman muchos de la villa".

El segundo aspecto que le da su peculiaridad es que "es en El Valle de Agaete donde aún existe un modo de vivir el entorno que mantiene una estrecha relación entre los habitantes y el paisaje, que desde la niñez identifican con la mole del Tamadaba, elemento pétreo que configura el paisaje y hasta la personalidad colectiva, pues Tamadaba para los habitantes de Agaete en general, y de El Valle en particular, fue, más que paisaje, una fuente de recursos para atenuar las penurias de épocas difíciles. Existe además, una relación más estrecha con el medio natural entre los habitantes de este barrio, que es transmitida de padres a hijos, el conocimiento de especies vegetales, de lugares, de toponimia...", según el texto.

El tercer aspecto en el que se asienta la moción señala que "desde el punto de vista antropológico, esa subida puede considerarse un rito de paso, una especie de ritual iniciático en el que los padres y madres llevan a sus hijos a Tamadaba o estos comienzan a ir solos con otros amigos de su edad. El momento de la primera vez que se sube marca una transición, importantísima en la comunidad local, el paso de la niñez a la adolescencia". Y, por último, se constata que "los trabajos de los antropólogos Galván Tudela y Sosa Álamo coinciden en que es un ritual con un marcado carácter espiritual que trasciende lo religioso, y que está relacionado con el pago de promesas, asociadas básicamente a la salud; y también relacionadas con la vida y la muerte, especialmente a través del emotivo recuerdo y homenaje íntimo y personal a aquellos que fallecieron y ya no volverán a subir".

Además, se expone que ha sido fuente de inspiración de artistas, entre los que cita a Alonso Quesada, Pepe Dámaso, Santiago Acosta Antonio Eusebio Melián y Anselmo Martín.

El Ayuntamiento asume lo expuesto por la Comisión de Fiestas de 1998, en el que se afirma que la rama "es consustancial al ser de El Valle... es algo que nos viene dado y que afecta a nuestras raíces y por tanto mantendremos", concibiendo la fiesta de la rama "como signo de identidad de nuestro pueblo".

A partir de ahora, la Corporación se compromete levantar un monumento al romero y a la rama en el barrio. En segundo lugar, a recuperar y catalogar todo el material documental, oral, fotográfico, visual y plástico relativo a la Rama de El Valle, así como promover su inclusión en la Carta Etnográfica municipal, y salvaguardarlo en soportes estables que posibiliten su transmisión a las generaciones futuras, promoviendo así su investigación y documentación.

Y, por último, la creación a través de la Universidad Popular de un taller de Historia y Patrimonio Local que indague sobre la fiesta, sobre su orígenes, su conservación, transmisión, y estudio de sus elementos, entre otros aspectos.

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