La iglesia de Santo Domingo de Guzmán, junto a la Plaza de su mismo nombre de Las Palmas de Gran Canaria, fue el escenario elegido para el estrenó del Himno del Centenario escrito por José Luis Yánez Rodríguez, cronista oficial de Teror, y música de José Brito López, director de la Orquesta Maestro Valle de la ULPGC, con motivo de la celebración del centenario de la declaración como basílica del templo terorense en 1916.

El himno estuvo precedido por la repetición del extraordinario concierto de fin de temporada de la Orquesta Maestro Valle, celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que, bajo el título de En la mente de un genio: Beethoven, presentaron las obras Sinfonía nº5 en do menor, op. 67 - I. Allegro con Brio, Sinfonía nº7 en la mayor, op. 92 - II. Allegretto3 y la Sinfonía nº9 en re menor, op. 125 -la llamada Coral-. Y después vino el estreno de este himno con el que tanto el cronista de Teror como el director de la Orquesta Maestro Valle, han puesto un hito en esa pequeña historia (grande por su significación simbólica) de las músicas dedicadas a la patrona de la diócesis.

Sería precisamente en el año 1914, para celebrar la proclamación de la Virgen del Pino como patrona de la diócesis. Un canónigo terorense, Miguel Suárez Miranda, escribió la letra; y le puso música el maestro don Bernardino Valle. Una pieza excelente que ya sea por las connotaciones que posee, por lo evocador de sus sones, por lo que dentro del alma grancanaria ha penetrado, no puede oírse sin que muchos sientan el nudo en la garganta:

Ante el solio de luz esplendente/ donde llena de gloria te vemos,/ deja, oh madre, que alegres cantemos,/ rebosantes los pechos de amor./ Salve Virgen gloriosa del Pino,/ del canario solar protector a./ Oh mil veces bendita la hora/que pusiste tu trono en Teror.

El segundo de los himnos, el llamado popular, fue compuesto en 1955 para celebrar el cincuentenario de la coronación canónica de la Virgen. Otro terorense, Ignacio Quintana Marrero, poeta y periodista, primer pregonero de las fiestas allá por 1948, escribió su letra, y el director de la Banda del Regimiento Militar de Infantería de Las Palmas José Moya Guillén puso la música. Aunque de posterior implantación, también ha conseguido calar muy hondo, y se interpreta muchas veces intercalado con el anterior.

Reina sonriente, madre del amor,/ eres, oh dulce, oh pía, oh clemente,/ de la canaria gente/ la torre del fervor./ Tú eres la esperanza del pueblo canario,/ firme sobre el árbol de eterno verdor?/ Eres Tú la que vio de un santuario/ de dragos y pinos nacer a Teror.

No se entiende Teror, las fiestas y la devoción a la Virgen del Pino sin estas músicas que a su socaire han ido naciendo. El pueblo las mantiene y las siente como vía especial para llegar a Ella: tanto los sones populares como los religiosos, y como tales deben ser tenidas. Y ahora a ella ha venido a unirse este otro tercer himno. El cronista ha escrito un estribillo, fácil y pegadizo, para el que se realizó una consulta a través de internet; ya que, según declaraciones del propio cronista, una vez escrito lo publicó y tuvo varías quejas por su segundo verso. Decía así:

¡Oh Madre del Pino!/ reina de Teror/ hoy nos cobijamos/ en torno a tu amor.

Las quejas argumentaban que Nª Sª del Pino no sólo era reina de la villa mariana, sino de toda la isla, además de la diócesis y de todos los canarios que la sintiesen como tal, aquí o en tierras extranjeras. Realizada la consulta, ganó por práctica unanimidad el cambio, y el letrista modificó la misma y donde decía "reina de Teror" quedó "patrona mayor". Así se generan las anécdotas, los datos pequeñitos de la historia que casi nunca se recogen. No ha sido así esta vez.

Al estribillo se añadieron nueve estrofas ("para tener donde elegir", según el propio cronista) que van desde las mantillas blancas, la luminosidad del día del Pino a los referentes al Bosque de Doramas, lugar de la santa y legendaria aparición:

Las ramas del Pino te hicieron un trono/ y las de los dragos eran ya tu manto/ y en la selva umbrosa de aquel gran Dora mas/ troncos, nieblas..., fueron?, templo sacrosanto./ Todos los caminos de todos los pueblos/ de la Gran Canaria hacia Ti conducen/ y a los peregrinos, andantes, romeros..., hasta Ti encaminan legendarias luces/ ya de nuestros padres escuchamos himnos/ cantos y alabanzas que tu albor pregonan./ Por ello queremos continuar sus pasos/ y seguir cantando tus preces, Señora./ Si de nuestras vidas eres la patrona/ porque esperanzados hasta Ti acudimos/ que nuestras plegarias, siendo tu corona,/ tu rostro cobijen cual ramas de pino.

La extraordinaria genialidad del maestro Brito y de todos los músicos, solistas y componentes de los coros agrupados -dada la envergadura tanto de la obra de Beethoven como la que se le quería dar al propio himno- han hecho el resto, transformando, letra, música y voz en una obra excepcional.

Para llevar Teror hasta Santo Domingo; el patrono de la Virgen, Agustín Manrique de Lara, autorizó el traslado del cuadro que preside la sala principal del museo terorense y que representa a la Virgen con el famoso Manto de los Pinos, cuyos orígenes se remontan a septiembre de 1778, fecha en la que el rey Carlos III proponía como obispo de Canarias al cisterciense fray Joaquín Herrera de la Bárcena, constando documentalmente que ese mismo año fue el de la realización del mismo, elaborado en tisú blanco (tela de seda entretejida con hilos de oro o plata), con pinos bordados en seda en colores verde y marrón. Este brocado se confeccionó a mano en talleres valencianos y fue estrenado -otra anécdota, tal día como ayer- en la víspera del Corpus del año 1785, en la Bajada de la Virgen del Pino del 6 de abril al 8 de junio, por la falta de agua, el pulgón, la alhorra y el temor a la llegada de la peste desde la costa de África.

Datos para la historia de la villa mariana de Teror, a la que desde ayer queda unido un nuevo canto a la patrona de la Diócesis..., unas nuevas palabras, una nueva música para una antigua y enraizada devoción de nuestras tierras.