El Cabildo de Gran Canaria ha firmado un convenio con la empresa Fujifilm para acoger un inédito programa piloto en el mundo con tecnología de vanguardia orientado a reducir un 80% la salinidad del agua depurada y el 50% los costes energéticos de la depuración. La multinacional eligió esta instalación por el interés del Cabildo en aplicar las nuevas tecnologías y para ello ha hecho un traje a medida del terciario de Barranco Seco, según explicó este miércoles el consejero de Soberanía Alimentaria, Miguel Hidalgo, quien aseguró que el Cabildo ha dado todas las facilidades a la empresa para llevar a cabo esta prueba.

El presidente de Fujifilm, Antonio Alcalá, resaltó que esta tecnología, basada en el uso de membranas de bajo consumo, también es aplicable a otros sectores como el primario, en el que se puede usar para separar los sólidos de los líquidos en los excrementos de animales.

Además del cloruro sódico, la tecnología reduce los ratios de otros minerales presentes en el agua como el cobre, a través de un proceso de desionización con el que se obtiene un agua de mayor calidad en beneficio de la agricultura.

La depuración del agua precisa tres fases, la primera es un desbaste, es decir, un proceso de retirada de los elementos sólidos y el segundo es una depuración físico-química que la deja preparada para ser devuelta al mar, pero hay un tercero consiste en bajarle la salinidad, es la que se acomete en el terciario de Barranco Seco para obtener finalmente agua apta para la agricultura.

Cuanto más baja es la salinidad del agua resultante, más demandada es por la agricultura. La medida que determina la salinidad es el microsiemens y por debajo de mil ya es óptima, la de Barranco Seco está en torno a los 900, pero este sistema tiene como objetivo dejarla en 700 o incluso en 600. En definitiva, pasar de retirarle la mitad, como en la actualidad, a retirarle el 80%, además de otros .

Y todo ello a menor coste, tanto es así que de cumplirse las previsiones que maneja Fujifilm, la factura energética de la planta, que actualmente es de 450.000 euros al año, podría reducirse a la mitad, y dado que implantación de la tecnología tendría un coste de un millón de euros, aproximadamente, quedaría amortizada en unos cuatro años. O menos, porque esta técnica, además ralentiza el desgaste de la depuradora y alarga su vida, por lo que cumple en varios aspectos la línea del Cabildo de Gran Canaria de lograr mayor calidad del agua para potenciar la soberanía alimentaria y mayor eficiencia energética en las instalaciones insulares, destacó Hidalgo.

El coste de la inversión es, en cualquier caso, similar a la implantación de cualquier otra tecnología que, sin embargo, no ofrecería los mismos beneficios, señaló Alcalá. El programa piloto ha dado ya sus primeros pasos, para lo que un equipo de técnicos que la factoría tiene en Holanda se ha desplazado en tres ocasiones a la planta para instalar gratuitamente un equipo de electrodiálisis reversible de alta recuperación (EDR) y derivar a él parte del agua tratada en el terciario.

El seguimiento se realiza por control remoto desde Holanda y por el momento los resultados iniciales son óptimos, aunque no será hasta la conclusión del programa, dentro de unos cuatro meses, cuando se conozca su efectividad.