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Ingenio

Los tenderos nunca se jubilan

Tomás López regenta con 89 años el último comercio de aceite y vinagre de La Pasadilla - "Pasé de ir en burro a tener un mercedes"

Tomás López escribe las compras que hace Antonia González. YAIZA SOCORRO

Tomás López Suárez es el comerciante más antiguo de La Pasadilla. Este pronto nonagenario (cumple 89 en diciembre) regenta la tienda de aceite y vinagre Víveres López Guedes desde hace 57 nada más y nada menos. Pese a como manifiesta su hija y empleada Susa López de que "los centros comerciales se han mamado todas las tiendas chicas", el suyo pervive y abastece en pequeñas cantidades diversos productos a una veintena de familias del pueblo.

Además, muchos vecinos de los núcleos de medianías como Lomo Caballo, El Vijete, La Morisca y El Roque y un buen grupo de visitantes también se acercan al pequeño comercio a surtirse de algunas cantidades de comestibles o bebidas para cubrir alguna necesidad de productos. No en vano este pequeño comercio de comestibles está a mitad de camino entre la costa y la cumbre. "Aquí tenemos de todo, menos dinero, aunque lo que sacamos con las ventas diarias a nuestros clientes nos da para vivir", expresa el tendero activo más longevo de Ingenio.

Tomateros

"Soy de Ariñez de San Mateo pero al casarme en 1951 me afinqué en Ingenio y aquí he tenido tres hijas, a las que también he ayudado a construir sus casas", comenta Tomás. Antes de montar su tienda en 1959, estuvo trabajando como encargado de los tomateros con Moisés Rodríguez en Maspalomas.

Atrás quedaron aquellos primeros tiempos en el que desde primera hora de la mañana con un burro Tomás trasladaba sus mercancías a El Vijete, Hoya La Perra, barranco de Guayadeque y Cueva Bermeja para volver a La Pasadilla. Su tardanza en llegar a veces desesperaba a su familia.

En sus zurrones de piel de baifo este comerciante cargaba el queso, las almendras, las gallinas y los huevos que luego ofertaba a la clientela. Su tienda, que fue un antiguo despacho de sardinas saladas en ceretas, pejines, dátiles, tabaco en polvorillo, empezó a vender aceite, vinagre, papas de semilla, sementeras de trigo y de forraje de animales, botas de faenar, escupideras, calderos y porrones, también dispone de comestibles de todo tipo, limpieza.

Además, el recinto, que está en la parte baja de su vivienda, es un espacio también de juego de baraja, sobre todo a la zanga, y dominó, no faltando el futbolín. Como todos los negocios, también el de Tomás se ha visto afectado primero por la irrupción de las grandes áreas comerciales y los supermercados, y después por la crisis económica de los últimos ocho años. "La cosa está mal, pero nosotros la familia junta vamos tirando", señala Tomás con esa actitud animosa que siempre le ha caracterizado.

Para la clienta habitual Antonia de la Cruz González, "lo que mejor tiene la tienda es el trato familiar que nos da a todos los vecinos. Tanto Tomás como su hija Susa son buena gente y es un orgullo para La Pasadilla tenernos aquí y que hayan mantenido la tienda, porque nos saca de muchos apuros". "Tiene cosas antiguas como porrones y escupideces, y nuevas como helados y refrescos. Eso es de agradecer", añadió Antonia.

Para surtir la tienda, los viernes Tomás López se va a comprar a Mercalaspalmas. "Si antes iba caminando o en burro, ahora dispongo de un mercedes que conduzco con mucha tranquilidad pese a mi edad", comenta orgulloso este tendero viejo y moderno.

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