Creada por un grupo de investigadores de ambas universidades canarias, el proyecto de silla de ruedas inteligente que lleva por nombre Perenquén, surgió "porque había una necesidad de crear este tipo de sillas", cuenta Rafael Arnay, uno de los investigadores del proyecto. Partieron de un prototipo anterior llamado Verdino que consistía en un carro de golf eléctrico y autoguiado. Pero, "la aplicación de ese tipo de vehículos no estaba tan clara y la silla de ruedas tiene una aplicación más directa sobre personas con diferentes grados de discapacidad", añade Arnay.
La silla, que este grupo adaptó con sensores, fue cedida por la Fundación ONCE. Se trata de un prototipo de investigación totalmente nuevo que nació con el objetivo de dotarla de una mayor autonomía y libertad de movimiento para que pueda servir de ayuda a aquellas personas con movilidad reducida. La intención es que se pueda guiar con una simple mirada o a través del pensamiento. Para ello están probando dispositivos de interfaces cerebrales. Los sensores que han adaptado son de bajo coste, como los que están disponibles para los videojuegos. "Nuestra obsesión es hacer un prototipo de bajo coste", destaca Leopoldo Acosta, catedrático de la ULL y director del proyecto.
Por el momento su modo de funcionamiento consiste en "darle una intención de movimiento en las ocho direcciones y que ella busque una zona libre de obstáculos en esa dirección a una serie de metros", explica Arnay. Sin embargo, "la idea es dotar a la silla de cámaras para que detecte el entorno y que sea ella la que le diga al usuario objetivos potenciales del mismo", añade. Lo que se pretende es que la silla le avise al usuario cuáles son los objetivos que hay cerca y que sea éste, con un simple movimiento, el que le indique a cuál de esos objetivos quiere ir.
La primera idea de aplicación de Perenquén es implatantar este tipo de dispositivos en entornos turísticos de las islas. Estos ingenieros consideran que está más cerca de la industria canaria y que sería conveniente que los hoteles dispusieran de ellos. Ya hay algunos que se han interesados en probar las sillas y en ofrecérselas a los clientes. Se trata de hoteles que a lo mejor se han destacado por tener una oferta concreta para gente con movilidad reducida. La finalidad es "hacer un análisis para saber si realmente lo que le estamos ofreciendo es lo que ellos necesitan, como paso previo antes de lanzarlo", comentan.
Es ideal para mejorar las condiciones de estas personas que viven amarradas a sus sillas. Los investigadores intentan que puedan salir "por sí solas a la calle y moverse por su vecindario o zona". Y en el caso de las que vienen de turismo, para que no tengan que depender de nadie y se puedan mover por todo el hotel de forma autónoma. "Incluso puede servir de aliciente turístico para determinadas cosas", agregan.
El motivo de la la elección del nombre del proyecto, Perenquén, es por tradición. No es la primera vez que deciden ponerele a un proyecto el nombre de un lagarto. Ya lo hicieron con Verdino, el prototipo del carrito de golf, y ahora han vuelto a repetir la costumbre. "Es para mantener un poco la tradición, pues a este lo llamamos Perenquén, y además para que se sepa que lo desarrollamos en Canarias", señala Acosta.
Actualmente este es el único proyecto que los ocupa y no tienen, por lo pronto, ningún otro en mente, porque como aclara su director "un proyecto de estas características absorbe mucho tiempo y esfuerzo".
