Comerse un helado en Maspalomas no es tarea fácil. Los 30 grados de temperatura que azotan estos días la costa sureña de Gran Canaria derriten cualquier objeto o ser vivo que quede a la intemperie en horas de mediodía. En las cumbres del municipio turístico los termómetros registraron ayer con máximas de 37 las temperaturas más altas del Archipiélago.

En los días de verano, en los que el sol aprieta sin compasión prácticamente durante toda su jornada laboral, José Díaz preferiría estar tiritando de frío "en Islandia". "En cualquier otro lugar", pero no en una "sauna" al aire libre a la que "uno nunca se llega a acostumbrar" aunque lleve 17 años a pie de playa, desveló el hamaquero.

Mientras miles de turistas llegan a Maspalomas en busca de sol con el que broncear su cuerpo, Díaz se refugia bajo alguna de las pocas sombrillas que quedan sin alquilar en la arena para poder soportar la insolación. "Y esto no es nada", advirtió, ya que en su pueblo, Fataga, el calor hace que la gente no salga a la calle "hasta que refresque" a eso de las 20.00 horas.

En las medianías de Tirajana, donde ayer pagos como Lomo de Pedro Afonso alcanzaron los 34 grados o Tunte hasta 37, el verano se plantea para los vecinos como una época en la que "merece la pena madrugar". "Lo mejor es hacer todos los recados temprano en la calle" para que cuando el sol asome con fuerza la gente ya esté dentro de casa "al lado del ventilador" o al amparo de algún bar con aire acondicionado, aseguró Díaz.

Normalmente "por las fiestas de Santiago" la gente suele agitar los abanicos con intensidad, aunque según Díaz este verano "no es que esté siendo extremadamente caluroso". Otras veces para estas fechas el "aire sahariano" ya había abrasado a todo lo que se pusiera "en su camino". "Al menos por ahora corre un poco de brisa en la playa, esperemos que continúe así un par de días", añadió el hamaquero.

Con estas altas temperaturas los turistas disfrutan como "niños". "Si tienen calor se dan un chapuzón en la playa o en la piscina y si tienen sed, para eso están los refrescos y la cerveza fría. Los que realmente aguantan el calor somos nosotros", explicó Omar Fililali, camarero de uno de los restaurantes del centro comercial Oasis. Son los trabajadores del sector de la restauración precisamente a los que más les afectan las altas temperaturas.

Por encima del mar de nubes formado por la inversión térmica en la cornisa norte de Gran Canaria, los termómetros se disparaban según iba aumentando la cota de altura, superando holgadamente los diez grados de diferencia, como los que separaban a Arucas, con 23, de Valleseco, con 33, o incluso más, como los 36 grados que vivió el pueblo de Tejeda a horas del mediodía, donde se hacía sentir una potente sensación de calor que solo se mitigaba en el agua de su piscina municipal. Según la Agencia Estatal de Meteorología Gran Canaria constituyó ayer junto con Badajoz, Huelva y Sevilla los enclaves más calurosos de España.