La caldera de Tirajana se convirtió ayer en una olla exprés a punto de estallar por las altas temperaturas. Mientras en la playa de Maspalomas, los termómetros se mantuvieron en 30 grados, de Fataga a Tunte el mercurio superó los 36. "Santiago este año llega caluroso" a Tunte, advirtió Manolo López, desde el interior de su barbería. "Aunque a la gente de Tirajana esto no le asusta y menos ahora que hay hasta aire acondicionado y ventiladores en las casas", añadió el octogenario desde la calle principal del pueblo, que rinde homenaje a su patrón hasta el próximo 27 de julio.

Las medianías del Sur, en las que ya de por sí habitan cada vez menos vecinos, en verano se vuelven casi desiertos. Ni un alma aguanta en la calle las altas temperaturas que abrasan a fuego lento a pueblos como Arteara, Fataga o Tunte. La gente emigra en bandada a la costa para darse un chapuzón y "los que se quedan en casa no salen hasta que el calor afloje".

En los 30 kilómetros de curvas que separan por la GC-60 al Faro de Maspalomas de la plaza de Santiago de Tunte la temperatura suben como la espuma. Los 30 grados de la playa se convierten al llegar a la Degollada de La Yegua en 34 a hora punta. Y continúan su ascenso hasta los 35 en Fataga. En uno de los bares de este pago de medianías, Orlando Reyes se refresca con una cerveza. "¡Y qué remedio!", en verano el calor se instala en el Sur y no se marcha hasta finales de agosto. "Al menos este año no corre ese aire caliente" que en otras ocasiones ha dejado al pueblo sin "resuello". "Yo creo que ya estamos inmunizados", esbozó con una sonrisa el tirajanero.

La ruta de asfalto que conduce hasta el casco histórico de la villa mostró ayer su lado más despejado. Al menos de ciclistas, que con el calor "se habrán quedado en los hoteles de la playa", sospechó desde su tractor José Medina, encargado de regar los jardines del parque de ocio de las medianías, en Las Lagunas. El vecino de Tunte, más conocido como El Bicho, alcanzó la plaza con una rueda pinchada y un sombrero de paja que le cubría media cara. "Hay que tomárselo con calma", suspiró el jardinero mientras se secaba el sudor de la frente. Mucha gente en la calle no había para ayudarle. Solo un joven taxista que a eso de las 13.00 horas aún no había hecho "ni un viaje" por la zona, por eso de que los miércoles el "ajetreo se concentra en Maspalomas con el mercadillo municipal", y algunos turistas que decidieron lucir torso y engullir cerveza y agua fría en una de las terrazas de la calle Tamarán.

A escasos metros de distancia Manolo, el barbero, prefiere resguardarse de la insolación junto a su ventilador. "En las fiestas de Santiago si no hace calor, parece que falta algo. El pueblo recibe durante estas fechas a mucha gente de otros sitios de la Isla y cuando mejor se está en la plaza es por la noche, cuando ya refresca", explicó este vecino de 82 años de edad, quien aún afeita y corta el pelo a algún visitante del pueblo de vez en cuando. "Por entretenerse" nada más, aseguró, ya que después de 59 años de oficio ahora lo que toca es "descansar". En la puerta de la barbería uno de los vecinos más populares del barrio por sus destrezas con la cámara de vídeo, Kiko Mejías, mide la temperatura en plena calle. El mercurio se dispara casi a los 37 grados. Es entonces cuando Manolo sale de su barbería y explica que en Tirajana "al año hay cuatro meses claves: diciembre, enero, julio y agosto". Su termómetro, en manos de Kiko, ha llegado a cantar hasta ocho grados en invierno y hasta 38 en estos últimos días. "Al menos siempre nos quedará la azotea", espetó Kiko tras indicar que estos días ha tenido que dormir a la "intemperie" en la parte alta de su casa para poder así conciliar el sueño. "Si no, aquí no hay quien duerma", agregó con gesto sofocado.

En cambio otros vecinos, como Juana María Morales, encuentran en el interior de la iglesia el lugar idóneo para refugiarse no solo del calor sino también de los "problemas de la vida". Pasa las mañanas en la parroquia y al llegar a su casa se encarga de encender y comprobar que el aire acondicionado funciona correctamente, pues a pesar de llevar 65 años en Tunte "uno nunca se termina de acostumbras a estas temperaturas".

El próximo sábado casi una decena de caballos tendrá que lidiar con las altas temperaturas que les acompañarán desde la cortada de Franco a la entrada de Tunte.