La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dentro verano Hoya de Pineda, Gáldar

Las lindes de la infanta Tenesoya

La imponente casona de mitad del XVI que da nombre al pago fue levantada por una hija de Luisa de Guanarteme

Las lindes de la infanta Tenesoya

Isaac Godoy Suárez tiene 48 años, y es de Hoya Pineda, un farallón de piedras horadado en cuevas, que asegura es el pueblo más antiguo, no sabe si de la isla, de Canarias o del mundo, "pero el más antiguo".

E Isaac no anda desencaminado.

Primero porque allí donde habían cuevas de tan buena habitación como las de Hoya Pineda, los canarios hacían hogar, y segundo porque en la planicie que se encuentra a naciente del roque, donde llaman solo La Hoya -sin el Pineda-, se encuentra una hacienda que dio nombre al punto, y que según el cronista del vecino municipio de Guía, Pedro González Sosa, fue levantada por Jerónimo de Pineda y su mujer María de Bethencourt, hija de Maciot de Bethencourt y de Luisa de Guanarteme.

Y Luisa era descendiente de la infanta Tenesoya lo que definitivamente remonta a Hoya de Pineda en un importante siglerío. Esa fenomenal casona, de 1543, y uno de los principales modelos de la arquitectura rural canaria, según la Fedac, ha recibido todas las catalogaciones existentes, como la de Monumento Histórico Artístico en 1985 y Bien de Interés Cultural en 1988, pero ni un triste brochazo de albeo, amenazando con sucumbir en el próximo chubasco.

Isaac se acuerda de las últimas moradoras del imponente casón de los González Betancor: Gregorita, Casianita, Mariquita, Gabriela y Rosita, ah, y también de Josenito, casado con la maestra del pueblo. Era la época en la que la pandilla de chiquillos que saltapericaba en La Hoya en los veranos antiguos tiraban para allá abajo en una orografía donde la horizontalidad es escasa, más bien nula, para construir balsas con piedras y plástico que mantenían escondidos en cuevas, ingeniando unas piscinas de suficiente largo, ancho y profundo como "aprender a nadar", eso hasta que llegaba el ranchero de la heredad y salía todo el mundo pitando, incluida el agua.

Y cuando no, a birlar naranjas y otras frutas, "esto aquí del robar es de toda la vida", dice en bromas muerto de risa, o hacer loza, dado que Hoya Pineda desde la primera mitad del siglo XIX era una fábrica troglodita de cerámica, con sucursales en cada casa y cueva, como explica Isaac, al que no se le caen los anillos por embarrarse los dedos "porque de eso aquí vivía todo el mundo".

Godoy sostiene que, salvo la industria del barro cocido, ya prácticamente desaparecida en el lugar, "el pueblo sigue invariable", con su colegio para nueve niños, su hija Daniela incluida - "sale a las ocho y veintisiete de casa y llega a clase a las ocho y media"-; el gran plantío de avellanos que se encuentran en una vecina ladera de La Hoya, y al que sableaban de avellanas en diciembre; la vieja ermita de San Antonio, que fue fundada por el canónigo José Betancourt a mitad del siglo XVIII; y todos sus plantíos, albercas y estanques, a los que ayer se veía entrando agua por sus respectivos tubos.

Hoy sábado, como todos los fines de semana, y especialmente los del verano, Hoya de Pineda y La Hoya a secas multiplica su población. Según las cuentas de Isaac, fijo vivirán unas cien personas, un censo que se incrementa los días feriados por hijos, nietos, sobrinos y demás parientes de los que dejaron Hoya de Pineda en tromba a los tomateros del sur primero, y después a la explosión turística de finales de la década de los 60.

Que no es caso de Bartolomé Tacoronte y que aunque no nacido ahí, si casó en Pineda hace "una papa de años". Y dice que no piensa moverse porque, "ya estuve 27 años de chófer de camiones cargado para el sur", acumulando tal cantidad de kilómetros que agotó el cupo del movimiento.

Ahora es feliz pilotando sin achicarse bajo la solajera del agosto su Baldino 520, motocultor del año la pera con el que prepara la materia del potaje -"coles, papas, millos y lo que haga falta"-, que brotan bien verde de estas tan antiguas tierras.

Compartir el artículo

stats