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Firgas Fiestas de San Roque

Alpargata por bicicleta para ver al santo

Firgas celebra la procesión de San Roque y la feria de ganado con menos afluencia que otros años

Cuenta Ramón Medina, nacido y criado en Firgas hace 68 años, que a las fiestas de su municipio siempre han venido vecinos de toda la Isla, "porque hay mucho arraigo desde cualquier punto". Recuerda cuando, para entrar a ver la procesión en la localidad, los foráneos llegaban caminando desde sus hogares, ya fuera para pagar promesas o simplemente para disfrutar del jolgorio. "Venían con alpargatas puestas, porque tenían que andar mucho, y cuando entraban a Firgas se ponían los zapatos de vestir. Al marcharse volvían a ponerse las alpargatas", explica con nostalgia. Asegura que todos los curiosos que vienen hoy en día lo hacen "en coche o incluso en bicicleta" y que aunque muchas costumbres han cambiado, "las promesas al santo y la comida en familia no lo quita nadie". Ayer, Firgas recibió menos asiduos que de costumbre, pero la salida de San Roque y la feria de ganado se disfrutó con la misma intensidad de siempre.

El lugar de reunión es lo de menos, lo que importa es que el día del patrón de la peste los encuentre a todos. En restaurantes o bochinches de la zona, en la azotea de algún vecino o en la casa que ha visto crecer generaciones. Sea dónde sea, compartir mesa con los familiares y amigos es una de las tradiciones que se mantiene fiel en los hogares de este municipio. "Antes venía gente de toda la Isla para comer aquí este día y, aunque de fuera se ve menos, siguen viniendo", comenta Medina mientras recalca que los de su pueblo son fieles año tras año, "pase lo que pase".

"Asaderos, sopa, paella o el ranchito canario que en mi casa nunca falta para la resaca por la romería", apunta sobre el menú que degustarán los suyos en escasas horas. "Somos unos 20", señala con ganas de fiesta mientras recuerda los ventorrillos de frutas que decoraban su pueblo hace unos años. "Los tiempos han cambiado, pero nosotros nos seguimos reuniendo", determina. Al igual que no cambia la visita de vecinos de otras localidades.

"Un día como hoy o durante la romería cuesta encontrar a gente de aquí por todos los foráneos que hay", señala. Relata que muchos llegan desde las siete de la mañana y esperan a que abra la iglesia para pagar promesas. A su espalda, 23 racimos de plátanos, de los cuales muchos son traídos desde su finca, crean un arco de los que pocos se ven.

"Ya sólo se hacen en Firgas, los de San Roque", comenta Guillermo Marrero de 66 años y compañero de Medina en el club que lleva ayudando a sus vecinos desde hace más de 20 años. "Yo llevo sólo nueve en el Club de Leones del municipio, pero Ramón fue miembro fundador y lleva ya 23", añade. Detrás, unos nueve compañeros con camisetas rojas venden boletos sin parar para recaudar fondos y poder seguir colaborando con el pueblo.

Club de Leones

"Todo el lote por un euro". Es la frase sobre un folio en blanco que anima a los presentes a comprar un número que, si sale premiado, les hará volver a casa con una nevera, una vitrocerámica, una lavadora, una secadora, una aspiradora, un microondas, un televisor, una bicicleta y cajas de frutas y verduras, esto último "donado por vecinos".

Así, el Club pretende ayudar a los más necesitados. "Llevamos desde julio con la venta de números y tenemos casi seis mil vendidos", puntualiza Marrero. Explica que el día del santo se vende "mucho más" y que los más fieles aprovechan para "enseñárselo a ver si toca". A pesar de que cada mes reparten 140 litros de leche entre los hogares más desfavorecidos, y que siguen habiendo familias que demandan ayuda para que los más pequeños tengan libros para estudiar este septiembre, "la necesidad ha bajado mucho".

Alrededor, cientos de asistentes esperan el desfile de ganado, la banda silencia sus voces e instrumentos y el santo vuelve al templo hasta el año que viene. Los fijos, que echaron de menos la actuación de mariachis de la noche anterior que nunca llegó, agradecen la facilidad de aparcamiento esta edición por el bajón de afluencia, "que también se notó en la cantidad de carretas en la romería". Mientras esperan que se trate de un puente bien aprovechado, invitan a no faltar más.

Al terminar, la panza de burro acompaña a doña Ana y don Vicente a su casa, dónde 15 les esperan para comer, según cuenta esta vecina, que lleva desde las diez elaborando su menú. "Poco lo he gozado hoy", añade, con la sonrisa propia de estos días de fiesta en los que dormir pasa a un segundo plano.

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