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Agüimes

Poca uva, pero muy buena

La vendimia del Señorío de Agüimes se salda con unos 2.000 kilos de uva

Uvas del Señorío de Agüimes listas para la vendimia. JUAN CARLOS CASTRO

La bodega Señorío de Agüimes, que atesora en sus instalaciones tantos vinos como premios recibidos por su trabajo, inició en los últimos días el proceso de elaboración de sus vinos de 2016 con la cosecha de la uva en las fincas de los viticultores que participan en este proyecto municipal. Fue durante el miércoles y el jueves cuando las viñas de Los Alberconcillos, Los Cercadillos y La Charca abandonaron su habitual paz para recibir a los vendimiadores que, tras un arduo trabajo manual, cosecharon los 2.000 kilos escasos de uva recogidos en la campaña de este año.

"Hemos tenido muchos problemas por cuestiones climáticas", explica Carmen Delia Hernández, técnico municipal encargada de la supervisión de la única bodega pública de la Isla. El de 2016 no está siendo un año fácil, y no sólo por las olas de calor que en julio y agosto afectaron a Gran Canaria con alertas naranjas por altas temperaturas: antes hubo algunas plagas, como la famosa 'ceniza', que dejaron mermadas a las plantas, que acabaron brotando en muchos casos sin flor ni fruta. "Este ha sido un año atípico", reconoce Hernández.

Tal ha sido la merma que la cosecha estimada este año se ha quedado en el entorno de los 560 kilos de uva blanca y unos 1.500 de tinta, sumando todas las variedades que forman parte del coupage de los vinos del Señorío de Agüimes. Aquí se cultiva la indispensable listán, tanto en blanca como en tinta, pero los viñedos también acogen cepas de tintilla, moscatel y malvasía, variedades indispensables para aportar notas sutiles que acaban por conformar la personalidad de los vinos durante su creación. Estamos ante una producción muy particular y que va adquiriendo mayor renombre en cada nueva añada.

Toma de decisiones

El trabajo en la finca comienza muchos meses antes de la la vendimia de estos días. Antes hay que preparar la viña, mimándola desde el momento de la poda, decantarse por las espalderas o los parrales para el desarrollo de la fruta? cada decisión del camino afecta no sólo a la cantidad de uva que se podrá cosechar, sino también a su calidad. Antes de llegar a la bodega, las tareas en la finca son interminables -ya se sabe que en el campo se trabaja de sol a sol y no existen los fines de semana- y lo más sorprendente es que los viticultores lo hacen en su tiempo libre, ya que la mayoría de los que forman parte de la bodega municipal tienen sus propios empleos y dedican a la uva todos los momentos que de otro modo estarían reservados para su descanso.

El éxito del Señorío de Agüimes, que no para de recibir reconocimientos por sus blancos, se basa en esa constancia de quienes han creído desde el principio en la labor de recuperación de una cultura vinatera que ya existía en el siglo XVI y que estaba prácticamente desaparecida desde el siglo XIX. También importa, y mucho, el deseo de defender la relevancia del ámbito rural dentro del tejido social del municipio. "Aquí no estamos buscando márgenes de beneficios, sino mantener vivo el proyecto y dar forma a un sector", recuerda Hernández.

Es por eso que aquí nada se deja al azar o a las prisas. Para ser proveedores de la bodega, los viticultores deben formar parte del registro oficial, estando inscritos con el tiempo suficiente como para que sus fincas puedan ser supervisadas, junto al resto de cultivos del Señorío de Agüimes, dentro de los controles integrados que se llevan a cabo durante todo el año para afianzar los métodos de producción ecológicos. Ese control no sólo permite armonizar la producción, sino que también sirve a los agricultores para recibir formación continua en la materia.

Una vez cosechada la uva durante la tarde del miércoles, las 11.00 horas del jueves eran el límite que tenían los agricultores para llevar su producción hasta las instalaciones de la bodega. Ya no había tiempo para lamentos por las plagas o las altas temperaturas que durante el invierno engañaron a las plantas avisándoles de una primavera que aún tardaría en llegar. Aunque la cosecha haya sido escasa, se espera que sea de una alta calidad. En cualquier caso, como recuerda Hernández, "la bodega debe saber muy poco de lo que pasa en la finca".

Con la uva recogida, pesada y enviada al consejo regulador para recibir las certificaciones pertinentes, el enólogo se puso manos a la obra para dar con el equilibrio perfecto que dé forma a los vinos de esta añada. Toca despalillar, prensar y dejar macerar para que esa alquimia de la uva que llamamos proceso de vinificación comience a hacer su magia fermentada.

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