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Agüimes

La nueva vida del Muelle Viejo

El Ayuntamiento de Agüimes planea restaurarlo con los sillares originales

Muelle Viejo de Arinaga. JUAN CARLOS CASTRO

Fue el primer punto de conexión que tuvo Arinaga con el transporte marítimo y gracias a él se sostuvieron las incipientes industrias que marcaron la historia de la zona, como los hornos de cal, pero se había convertido en un olvidado souvenir de la historia: el viejo muelle de Agüimes, ubicado cerca del recién estrenado restaurante del rehabilitado Faro de Arinaga, yace en la costa agüimense superado en fama por sus herederos de hormigón y recordado tan solo por los escasos paseantes y bañistas que se acercan hasta los pocos sillares que aún se mantienen en pie de la antigua construcción.

El estado de abandono en el que se encuentra este símbolo de la ingeniería civil -que a pesar de su destacado valor etnográfico no cuenta con ninguna declaración como bien de interés cultural- podría tener los días contados si prosperan todas las iniciativas previstas por el Ayuntamiento de Agüimes. La idea del consistorio es recuperar esta zona para el disfrute público, para lo que se procederá a su restauración completa con los sillares originales.

"La idea es recuperarlo y hacer un pequeño merendero", explica María Suárez, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Agüimes. Para ello, el consistorio ya ha redactado un proyecto "devolviéndolo a su estado original", avanza Suárez.

El viejo muelle de Arinaga se encuentra actualmente en muy mal estado: le faltan algunos sillares y el extremo anterior está totalmente destruido por la acción del mar, tal y como se recoge en la ficha de este entorno que forma parte de la Carta Etnográfica del Cabildo de Gran Canaria. La acción de los seres humanos tampoco ayuda a conservar este enclave: el mismo documento de la corporación insular recuerda que el muelle viejo "tiene una fuerte presión antrópica".

En realidad, el proyecto de recuperación del Muelle de Arinaga forma parte de un plan más ambicioso del consistorio con el que se pretende hacer de toda la zona costera al norte de los hornos de la cal un entorno más acogedor y que sirva como continuación del extenso paseo marítimo que nace en la zona del barranco de Balos. "Será una joya en cuanto al uso social", asegura el alcalde de Agüimes, Óscar Hernández, quien apuesta por recuperar la zona "sin grandes infraestructuras pero adecuado" a las necesidades de los vecinos.

Junto a la rehabilitación del dique están planteadas una serie de actuaciones que dotarán a toda la llamada urbanización Muelle Viejo de una serie de servicios de los que adolecía, como una conexión directa con el campo de fútbol y una biblioteca universitaria en una parcela recogida en el plan general de ordenación de Agüimes como de uso cultural/social. Además, el estudio de movilidad incluido en el documento maestro del urbanismo municipal también propone la reserva de suelo que sirva para crear un carril bici desde la carretera del faro de Arinaga hasta aquí.

El Ayuntamiento ya cuenta con el permiso de la Dirección General de Costas para cambiar todo el sistema de iluminación del área del Muelle Viejo. Las primeras modificaciones se empezarán a notar durante este mismo mes de septiembre, cuando está previsto que den comienzo los trabajos de pavimentación de la zona.

Aunque el mar haya querido hacerlo desaparecer, el Muelle Viejo forma una parte indisoluble de la historia de Arinaga y es el mejor ejemplo de la permanencia de la industria en esta zona de la costa agüimense desde el siglo XIX. Fue construido a finales del siglo XIX con el objetivo de servir como punto de llegada para los materiales importados desde el muelle de Las Palmas hacia el Sureste de la isla en un tiempo en el que el transporte por carretera resultaba mucho más complicado que ahora.

Estaba construido perpendicularmente a la línea de costa y constaba de dos diques paralelos con un hueco de unos tres metros entre ellos -el proyecto inicial hablaba de seis metros- que estaba relleno con cantos de barranco, mortero de cal y arena con mezcla de barro.

El Muelle Viejo se convirtió desde el principio en un puerto de mercancías más que de pasajeros: hasta aquí se traía el combustible con el que se iluminaba, antes de la llegada de la luz eléctrica, el cercano faro de Arinaga, única luz de guía marítima entre Gando y Maspalomas.

También servía para dar salida a la mayor exportación agüimense del momento, la cal producida en los cercanos hornos que hoy permanecen convertidos en museo y zona de restauración. Además, fue el primer lugar desde el que partió la que durante décadas fue la gran exportación agrícola del Sureste, los tomates de la zafra. Ahora, en su nueva vida, aspira a convertirse en un lugar de recreo que, junto al faro, simbolice la nueva vida que está adquiriendo la zona costera ubicada al norte de la playa de Arinaga.

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