La sala Lola Massieu del Teatro Víctor Jara de Vecindario, dependiente del Ateneo municipal de Santa Lucía, exhibe hasta el 30 de septiembre una selección de la obra escultórica moldeada por el artista José Heriberto García Quintana, conocido como J Heriberto. La muestra, compuesta por 25 piezas, lleva por título Materia con formas y recopila un universo creativo que viaja sin problemas entre la figuración a la abstracción contando con la piedra como denominador común de todas las creaciones.

En sus obras, J Heriberto emplea sobre todo piedras naturales del país, originaria de varias canteras ubicadas en lugares como Arucas o Tindaya, y con ellas practica la talla directa, aunque también ha acabado por dominar la piedra artificial, un derivado del hormigón que requiere un trabajo más minucioso. "Primero lo moldeo en barro y luego lo paso a un negativo para finalmente positivarla con este material", explica.

Hasta el Víctor Jara llegan algunas de las piezas más características del trabajo de J Heriberto, como los minuciosos estudios anatómicos en los que recrea diversas partes del cuerpo humano, junto a otras obras en las que, según asegura el autor, trata de "ir trabajando en la piedra como si estuviera dibujando en un papel".

Este creador aruquense no necesitó acudir a ninguna academia de arte para dar forma a su arte y considera que su obra es el ejemplo de que "no se necesita tener escuela para poder hacer algo o trabajar algo que a lo mejor te impone miedo".

En su caso le causaba un gran respeto el trabajo en piedra de los artesanos de su pueblo natal, hasta que se atrevió a darle forma por sí mismo: "Siempre me ha intimidado el oficio de los labrantes, cómo cogían un tosco de piedra en bruto y cómo sacaban planos perfectos", explica.

Su interés por la escultura surgió casi de forma espontánea tras años centrado en el dibujo y gracias al impulso de algunos amigos que le animaron a visitar un taller de escultura para observar cómo se moldeaban los materiales. También influyó en su arte el trabajo manual de su padre albañil, que le dejaba embelesado mientras observaba con atención "cómo manejaba el escoplo y el martillo para abrir una ranura para enterrar un cable de luz".