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Ganadería Una tradición que permanece viva en Gran Canaria

Las ovejas bajan de la Cumbre

El primer rebaño realiza la trashumancia durante cuatro horas y media por caminos reales desde los pies del Bentayga hasta Gáldar para buscar nuevos pastos y pasar el invierno

Jinetes y pastores se unen a la marcha para trasladar los animales en busca de nuevos pastos. J. C. GUERRA

Es todavía de noche y ya se escuchan los golpes secos de cuernos por las peleas entre carneros. No es un día cualquiera, y entre el sonoro ruido de cencerros de las 412 ovejas a las siete de la mañana se observa ya un trasiego de pastores para una nueva marcha, cumpliendo así una vieja tradición que apenas se repite dos, tres y, en contadas ocasiones, alguna vez más cada año.

José Mendoza, conocido por Pepe 'el de Pavón', emprendía ayer la trashumancia desde el Roque Bentayga, donde el ganado ha pasado las 'vacaciones' de verano, en busca ahora en Caideros de Gáldar de un mejor pasto invernal. Es la primera salida de la temporada y la más numerosa. Y cuenta con una veintena de manos sabias para evitar la pérdida de animales en el recorrido.

La marcha se inicia a los pies del Bentayga hasta el Barranco de Tejeda, para subir desde Casa de la Huerta por un camino real hasta la Cruz de Tejeda, para continuar luego por la Degollada Las Palomas y Pinos de Gáldar, hasta llegar a su Cortijo Pavón, ya en Gáldar. En total, unos 15 kilómetros de caminos por los que han transitado muchas generaciones anteriores, y para el que necesitaron unas cuatro horas y media, con algún descanso por el camino para el bocadillo y tomar resuello.

Pero, antes de partir, debe seleccionar las que van a emprender el camino, entre las 391 ovejas y el resto carneros, además de cumplir con las normas sanitarias y legales.

Los pastores, algunos en mangas de camisa y sin importarles que para el resto de los mortales haya un frío de tiritar, envían a un corral apartado a los animales más jóvenes. A cada uno se le coloca su identificación, mediante un crotal en la oreja y un sistema electrónico, que servirá para identificar a cada uno. Y, a su vez, se le inyecta por la boca un desparasitador, como medida preventiva, como se les hizo hace tres meses. "Esta es una zona muy endémica y se trata de prevenir", señalan los expertos.

Escuchar las conversaciones entre los pastores es aprender una terminología muy peculiar: la tetera, que es la leche vieja que se está pudriendo en la ubre y hay que ordeñar; o se ajorró, para hablar de un aborto.

El rebaño llegó a la Cumbre el 20 de julio para pasar el verano. "Aquí el pasto les da más brillo y color a la lana". Tras su paso por Ayacata, El Toscón y otras zonas de Tejeda, donde su dueño tiene su cueva para pasar este periodo, toca ahora a mediados de septiembre (si bien otros compañeros de profesión parten en octubre) el traslado de las parideras hacia su nuevo entorno invernal. El trasiego se repite dos veces al año. Eso sí, en ocasiones realiza una tercer viaje interior en invierno, para irse a Tirma o a Las Niñas, buscando siempre los mejores pastos y la excelencia en la calidad del queso, que elabora luego artesanalmente, y que le ha permitido conseguir numerosos premios.

Al final, se quedan en Tejeda unos 140 animales para aprovechar los últimos pastos. Las 272 ovejas preñadas restantes emprendieron ayer el camino de bajada a las medianías a las nueve y media de la mañana, en compañía de cuatro jinetes en sus montas.

Las ovejas llegaron a su casa de invierno sobre la una y media. Y sus acompañantes celebraron el fin de una nueva trashumancia con una pequeña fiesta, donde no faltó la pata y dos corderas de la casa.

El maestro quesero, Isidoro Jiménez, resalta los numerosos valores que lleva implícita la trashumancia. Por un lado, porque efectúa una limpieza natural de los montes y los senderos, que reducen el riesgo de incendio. Por otro lado, porque en su emigración facilita la redistribución de las semillas, desde la Cumbre a las Medianías, y viceversa. Y, sobre todo, porque los quesos adquieren una mayor variedad de matices, aromas y sabores por la diversidad de plantas que comen los animales. "Se trata de animales felices, que caminan mucho, que saltan, y que les da el sol, cuyos quesos tienen unos matices especiales, porque es una alimentación muy variada". Pero, además, añade, su presencia despierta el aspecto lúdico y la tradición, generando un atractivo único por los pueblos por los que discurre. "Sólo en Gran Canaria se mantiene la trashumancia, porque en el resto de islas ya no se hace". Y recuerda el atractivo que supone , como comparación, su paso una vez al año por el centro de Madrid, donde también se mantiene como una vía tradicional de paso del ganado, pero que también se repite en los municipios grancanarios.

Isidoro Jiménez, uno de los mayores expertos canarios, señala que hasta hace algunos años se perseguía la presencia de los ganaderos por los montes, pero se congratula de que ahora esa percepción negativa haya desaparecido. Y resalta que por las zonas en las que caminan estos animales se crea un cortafuegos y un control natural de las montañas, mientras en muchos países europeos se paga a los ganadores por pastar. Y señala como anécdota que una ganadera checa comentaba en un encuentro quesero que ella en su país se traslada a zonas determinas para realizar esta tarea y cobra de la Administración.

Pepe 'el de Pavón' (como anécdota dice que si alguien pregunta por José de la Cruz Mendoza todos dirán: ¿quién es ese?") tiene 56 años y lleva toda la vida realizando esta faena con sus padres, hasta que con 22 años ya tomó las riendas. Lleva su tradicional cuchillo canario en su costado izquierdo, su cachorro y su peculiar bigote en pico.

La actividad tiene futuro. Pepe comparte el viaje con su hijo Francisco (Sisco), que lleva también toda la vida por las veredas del interior de la Isla.

Unos 19 ganaderos continúan realizando esta vieja actividad en Gran Canaria. Según el concejal de Desarrollo Rural de Tejeda, Ezequiel Rodríguez, este verano han permanecido en los parajes del municipio casi 2.000 ovejas llegadas a través de esta emigración interior. Y, entre ellos, el más importante por su volumen es el rebaño de Pepe, aunque hay otros pastores que movilizan entre 186 y 300 cabezas. Y todos ellos vienen de las medianías del Norte.

El resto de pastores que sigue practicando la trashumancia saldrá en las próximas semanas, tal y como señala el concejal, ya que también llegaron más tarde y por los plazos previstos para que las hembras comiencen a parir.

Ezequiel Rodríguez coincide con el maestro quesero en el valor que tiene esta actividad tradicional, sobre todo como cortafuegos para evitar la propagación de los incendios que se puedan acaecer en el interior.

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