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Jazz entre riscos y tabaibas

El Encuentro de Veneguera recupera tras más de una década la zona del Cardonal para ofrecer a cerca de 3.000 visitantes una ruta de sabores autóctonos, conciertos y artesanía

El barranco de Veneguera, uno de los pocos enclaves que aún quedan vírgenes en el Sur, celebró ayer una fiesta multicultural en la que la música, la artesanía y la defensa de los recursos naturales fueron los invitados estelares. Tras más de una década el festival recuperó la zona de La Cardonera para ofrecer a cerca de 3.000 visitantes una ruta gastronómica con paradas de jazz, pop y reggae. En su vigésimo séptima edición, la muestra recuerda los inicios del movimiento Salvar Veneguera, que paralizó hace tres décadas la construcción de 140.000 camas turísticas en el cauce moganero.

Los grandes logros a veces se consiguen con la perseverancia de pocas personas. Así comenzó la lucha por paralizar la urbanización del barranco, recordaban ayer al inicio del festival de Veneguera el arqueólogo José de León y Juan Manuel Brito, ahora consejero de Medio Ambiente del Cabildo. De un grupo de nueve personas el movimiento pasó a consolidarse en comités creados en Madrid o Suecia, que reivindicaban "no solo la defensa de los valores naturales del cauce sino de la democracia canaria". Se consiguieron reunir 56.000 firmas en contra de la construcción de una urbanización que contemplaba una capacidad para 20.000 visitantes. Es decir, "lo que equivale hoy a la población de Vecindario", sugirió de León mientras el auditorio, integrada por vecinos que también participaron en la causa, le escuchaba atentamente.

Así de reivindicativo arrancó esta nueva edición del Encuentro de Veneguera en la plaza del pueblo. Llena de color y productos exóticos, como jabones de leche de cabra o pulseras elaboradas a partir de hojas de plataneras. Una decena de artesanos, algunos de ellos agrupados bajo el sello de la asociación sureña Abora Art, se encargaron de mostrar sus creaciones a vecinos y visitantes.

Jacinto Luelmo y su mujer María Eugenia Valido, un matrimonio vasco-canario, ya conocían el enclave por "haber acampado alguna vez en la playa", pero nunca habían tenido la oportunidad de asistir al festival. Ayer descubrieron el placer de "escuchar música en directo en un ambiente tranquilo, lejos de la ciudad, y rodeados de naturaleza pura". "Una buena opción para acabar las vacaciones y cargar las pilas antes de volver al trabajo", desveló María Eugenia con una sonrisa amable.

No fueron los únicos que se estrenaron en el festival sureño. Un grupo de amigos de Santa Brígida, Moya y la capital también se aventuró este año por primera vez por los cardones y los riscos de Veneguera porque habían escuchado "buenas referencias" del encuentro. Llegaron desde el viernes con las casetas de campaña y a primera hora de la mañana calentaban motores para la noche de conciertos que se les venía encima.

A la oferta gastronómica de La Cardonera, donde normalmente los vecinos de Veneguera celebran su belén viviente, no le faltaba de nada: pata de cerdo asada, queso de la tierra, vino, tarta de piña colada hecha por Lucinda Suárez, mostaza de mango, pella de gofio y pan de leña. En la elaboración de este último manjar la participación de María Afonso fue esencial. A sus 67 años, la vecina amasó harina y agua durante horas junto a un grupo de voluntarios solo para "recibir a los invitados" de la jornada con un pan recién horneado.

De la misma quinta, por eso de que "el Encuentro de Veneguera no entiende de edades", era Carmen Godoy. En esta ocasión, ya que la vecina de Playa de Mogán es asidua al festival, acudió acompañada de su marino José Abrante. El matrimonio aprovechó el día para comprar plátanos, queso, tunos y aguacates. Luego continuaron con un bocadillo por la plaza y un paseo por los puestos de artesanía. "Me encanta salir, incluso a otras Islas, y disfrutar. Y creo que un día como éste, con el sol que hace, merece la pena venir hasta Veneguera", explicó la moganera.

El festival atrae a vecinos del municipio, extranjeros, senderistas y seguidores de los grupos de música que actúan en el campo de fútbol. Algunos de estos amantes de los conciertos con acampada incluida, como Estefanía y Ono Alemán, músico de profesión, llegaron a Veneguera con mucha sed de música en directo. Para Estefanía incluso la cita le permitía descubrir un rincón nuevo de Gran Canaria, ya que nunca antes había pisado el barranco moganero. "Había estado en la playa de Medio Almud pero nunca había tenido un motivo para continuar hasta Veneguera". La Cardonera, con su horno de leña, su exposición de fotos, sus plataneras y su gente encandiló a esta joven de Telde y su grupo de amigos.

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