San Bartolomé de Tirajana lleva año y medio inmerso en una "minuciosa" tarea de recuperación de memoria histórica. Un convenio firmado entre el ayuntamiento y el obispado ha permitido digitalizar más de 70.000 imágenes del archivo parroquial de Tunte. La primera "joya" que descubrieron los técnicos Jesús Álvarez y Erika Rodríguez dentro del templo data de 1597. Ya han escaneado una decena de libros sacramentales (bautismales, nupciales y funerarios) y varios ejemplares de "libros de fábricas", "memorias de testamento" y documentación vinculada a diferentes cofradías.
El templo de Tunte, capital administrativa del municipio sureño, esconde en sus entrañas desde hace siglos documentos que permiten a investigadores y ciudadanos adentrarse en los orígenes culturales del municipio. El cura Juan Santiago Quintana, quien abandonará la iglesia tirajanera la próxima semana para incorporarse a las parroquias de Moya y San Andrés, inició hace año y medio junto con el consistorio un viaje al pasado que ha dejado hasta ahora sobre la mesa auténticas reliquias de la idiosincracia sureña.
Cuentan los técnicos municipales encargados de la digitalización de los fondos sacramentales que a lo largo de su trabajo han encontrado documentos que narran la existencia de una "colonia negra en Tirajana dedicada a la actividad del ingenio azucarero de Palenzuela, en Santa Lucía". Otras fuentes ha arrojado datos anecdóticos, como el nombre del primer alcalde constitucional de la villa, Antonio Navarro, o de la residencia de militares, además de agricultores y ganaderos, en el municipio. Hasta un "ministro de justicia", cargo que en aquella época tendría un "significado diferente" al actual, apunta Rodríguez, vivió en los lares sureños.
Libros de fábrica
En los denominados "libros de fábrica", los trabajadores municipales han encontrado referencias a la historia de la ermita que comparten a día de hoy Santiago Apóstol y San Bartolomé. De estas páginas se puede saber los diferentes derrumbes que ha sufrido el templo a lo largo de la historia debido, principalmente, a la calidad de sus materiales y las inclemencias meteorológicas. "En la víspera de la Navidad de 1632 el edificio se cayó totalmente al piso. Fue entonces cuando los tirajaneros se vieron obligados a dirigirse al cabildo catedralicio a pedir ayuda económica para erigir de nuevo la iglesia. Tal y como lo conocemos ahora el inmueble se consagró, aún sin terminar sus obras, el 9 de octubre de 1689", explica Rodríguez bajo la atenta mirada del alcalde Marco Aurelio Pérez y el resto de la corporación sureña.
Del contenido que se encuentra en proceso de digitalización también se desprende recomendaciones que hacían los obispos durante sus visitas a las parroquias o cambios en la toponimia municipal, como ocurre con Ayacata o la Montaña de Los Huesos, en Rosiana, también denominada antiguamente como "Udea", desvela Álvarez junto algunos de los tomos originales del siglo XVI.
Al convenio de colaboración que ha permitido la auditoría del archivo aún le queda otro año y medio de vigencia. En sus inicios la tarea no fue fácil básicamente porque requería de la adquisición por parte del consistorio de material especializado (cámara, objetivo, portátil e incluso una mesa de digitalización fabricada en Alemania). No obstante, es tal la abundancia de bibliografía que los técnicos creen que será necesario "prorrogar" en el tiempo el trabajo para poderlo culminar.
Municipios, como Valsequillo, Agüimes o La Aldea se han sumado a este afán por desempolvar los recuerdos y hacer de la historia una hemeroteca "viva" para las "próximas generaciones".
