El empresario Luis Fernández, que murió degollado la noche del pasado lunes en un local de la Avenida de Gáldar de San Fernando de Maspalomas supuestamente por su pareja de origen brasileño, había sufrido hace apenas año y medio un episodio que le dejó en coma durante meses. Según un vecino del edificio Buenavista, el dueño de la cadena de tiendas Luis Sport regresó a Maspalomas tras una larga temporada en Brasil con claras secuelas de haber padecido una parálisis cerebral fruto de las agresiones proporcionadas por su círculo más cercano. La víctima llegó a admitir en vida que una de sus exparejas le había intentado envenenar tras robarle su coche en el país iberoamericano.

Dos días después de que la Policía Nacional encontrara el cuerpo del empresario Luis Fernández Conde en medio de un charco de sangre en un almacén de su propiedad en Maspalomas, la vida en el barrio continúa con total "normalidad". Muchos de lo vecinos de la zona comercial aseguran que casi "ni le conocían" debido a que además de tener origen gallego, la víctima pasaba largas temporadas en el continente sudamericano, principalmente, en Brasil.

Juan Antonio Trujillo, quien regenta un gimnasio justo al lado del lugar donde el empresario fue asesinado, aún no se ha recuperado del susto. Conocía a Luis desde hace más de 20 años de "la vida nocturna del centro comercial de Puerto Rico", donde el fallecido trabajó de camarero a su llegada a la Isla. Lo recuerda como una persona "sociable" y "alegre", pero de la que nunca supo "nada" sobre su vida sentimental. "Nunca le pregunté sobre sus relaciones amorosas", aclaró Antonio, después de que otras fuentes cercanas al crimen han destacado el carácter esporádico de las compañías de este vecino de San Bartolomé de Tirajana.

Cierre de negocios

La última vez que lo vio con vida fue hace apenas una semana. Se saludaron "como de costumbre" y ni siquiera hablaron de la "ampliación del gimnasio". Hace algunos meses Luis le había propuesto alquilarle el local, donde falleció, con el fin de aumentar las dimensiones del recinto. Sin embargo, Antonio había declinado la oferta porque prefería que cada uno mantuviera su "autonomía" empresarial.

Tras su jubilación, el empresario gallego (66) había vendido algunas de las tiendas que integraban la red de Luis Sport y había incrementado sus viajes al extranjero. Allí montó algunos negocios vinculados a la restauración. Hace año y medio, en una de sus idas y venidas a Brasil, la víctima regresó a casa con "medio cuerpo paralizado". Había logrado recuperar la conciencia tras haber estado en coma durante meses, pero todavía arrastraba secuelas de una lesión grave que había sufrido supuestamente a manos de una expareja."Me dijo que un antiguo novio lo había intentado envenenar. No me dio muchos más detalles, pero me contó que esta misma persona le robó el coche y le hizo firmar algunos papeles vinculados a sus propiedades. La verdad es que se le notaba decepcionado y más después de que fracasaran algunos de los negocios que tenía allí", desveló ayer Antonio en su gimnasio, que linda con la pared del sótano donde murió Luis.

El pasado lunes, cuando se produjo el crimen, este vecino no escuchó ningún ruido extraño. "Ni un grito". Se enteró de la muerte de Luis por un amigo al día siguiente y fue entonces cuando cobró sentido uno de los comentarios que le había hecho su mujer la tarde anterior al llegar al establecimiento deportivo.

Sobre las 19.00 horas la pareja de Antonio llegó a su lugar habitual de trabajo a bordo de su vehículo. Normalmente "Luis siempre dejaba su coche aparcado delante de su almacén" pero en esta ocasión estaba estacionado dentro del parking comunitario. Cuando la mujer de Antonio abrió la puerta del garaje se encontró a un chico joven, "nervioso", que no conocía en el interior del vehículo de Luis. "De inmediato salió pitando del parking y me resultó raro, ya que parecía que no tenía llave del garaje y había aprovechado que yo entraba" para salir huyendo, explicó la dueña del gimnasio, que prefiere mantener su identidad en el anonimato.

Horas después, tras la alerta de algunos ciudadanos, agentes de la Policía Local y Nacional de Maspalomas acudieron al número 74 de la trasera de la avenida comercial. Allí encontraron el cadáver del empresario con un corte en el cuello y claros signos de violencia. A pesar del intento de huía de los sospechosos, los agentes pudieron detener en el almacén a un joven de 20 años de origen brasileño, supuestamente autor del crimen, y otro español que ha sido detenido en calidad de cómplice. Fuentes cercanas a la investigación del asesinato apuntan que el principal sospechoso, última pareja del fallecido, llevaba solo 10 días en Gran Canaria cuando ocurrió el óbito. Un posible ajuste de cuentas o un arrebato pasional se presentan como las principales hipótesis que motivaron el asesinato.

Se espera que durante la mañana de hoy pasen a disposición judicial ambos detenidos en el Juzgado de Instrucción número 2 de San Bartolomé de Tirajana.