El de ayer fue un día intenso en Santa Lucía. El salón de plenos de las oficinas municipales de Vecindario estaba al completo con políticos y reporteros desde antes de las once de la mañana, aunque hubo algún consejero insular que no pudo cumplir con la puntualidad requerida y se perdió el discurso de apertura de su jefe, pero una vez manos a la obra, y ya sin cámaras que pudieran registrar lo que se decía, comenzó lo bueno. El orden del día era abultado -no en vano era la primera ocasión en la que el presidente del Cabildo realizaba una 'visita oficial' al municipio- y se notó en el retraso que fue poco a poco acumulándose a lo largo de la jornada.
Pasaban algunos minutos del mediodía cuando González y Morales atendieron a los medios, pero tardaron algo más -dos horas, en realidad- en concluir la reunión antes de subir a Santa Lucía.
A las tres de la tarde, cuando llegaron al sencillo salón de plenos de las casas consistoriales, ya casi no quedaban periodistas, por lo que el ambiente era mucho más relajado mientras Morales escribía en el libro de honor del Ayuntamiento unas líneas que traía memorizadas en su móvil.
En cuanto terminó el acto protocolario todos se fueron a almorzar a un restaurante cercano. A las cinco y media, por fin, pudieron disfrutar del último banquete del día, el que les esperaba en el yacimiento arqueológico de La Fortaleza. Allí, en el centro de interpretación, procedieron a inaugurar la exposición El tejar, a esta fiesta invito yo, sobre los rituales aborígenes a la hora de comer.
