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Día Internacional de la Mujer Rural Moya

"Las campesinas sufren doble discriminación"

"Ellas mismas no creo que valoren el trabajo que realizan, no son conscientes de esa desigualdad", destaca la socióloga Ana Sicilia de Ganzo

La socióloga Ana Sicilia de Ganzo. LP / DLP

En su trabajo universitario señala que las mujer campesina está claramente discriminada.

Sí. Las mujeres son solo titulares de un 30% de de las explotaciones agrarias. Hay unas diferencias económicas entre hombres y mujeres en las orientaciones productivas. En el tema de vacuno, que es una actividad masculinizada porque el pastoreo siempre ha sido una actividad que ha realizado más el hombre, las mujeres solo son titulares en el 20%. El porcentaje es menor en las fincas más pequeñas y con orientaciones productivas diferenciadas en relación del sexo.

¿Eso es debido a que la sociedad rural es más patriarcal y tradicional?

Bueno, sí, en general la sociedad es patriarcal, pero es más visible en este ámbito. Porque no están las mujeres de titulares, pese a que a lo mejor trabajan la tierra igual que el hombre o más. No pueden tomar decisiones en sindicatos agrarios ni pueden hacer otras cosas.

¿Es una cuestión de poder?

La cuestión de la titularidad es una cuestión de prestigio, de poder, y es evidentemente patriarcal y realizada por el hombre. Entonces las mujeres muchas veces no pueden tomar decisiones porque no son titulares. Cuando ha salido la famosa ley de cotitularidad, que es otro tema, es para intentar paliar esa desigualdad que existe.

La mujer se ha visto discriminada durante la historia.

Efectivamente, y el ámbito rural no ha permanecido ajeno. Es un techo de cristal más. Por ejemplo, las mujeres, a la hora de acceder a determinados puestos directivos, tienen un techo de cristal, según demuestran las estadísticas. Y en el ámbito rural también se manifiesta.

Pero el mundo rural es tradicionalmente más conservador y patriarcal.

Bueno, no es que sea un mundo más machista o más patriarcal, pero sí más evidente, más visible.

Se disimula más.

Exactamente. Hay que luchar por la visibilidad. Es una invisibilidad a la que las mujeres rurales se enfrentan diariamente. Es un trabajo que realizan y que no se valora lo suficiente.

El trabajo de estas mujeres campesinas es doble.

Incluso triple porque están discriminadas como mujeres, como trabajadoras y como parte de ese entorno rural.

Además, muchas de ellas tienen que tratar de conciliar las tareas familiares y las laborales.

Es verdad, muchas tienen doble jornada, es decir, tienen que trabajar en la tierra o en la ganadería pero cuando llegan a sus casas tienen que seguir trabajando. De hecho, algunas entrevistas que leí para documentarme en el trabajo lo decían: "el hombre sí termina de trabajar; nos vamos a la tierra juntos pero cuando llego a casa yo sigo, no he terminado". Se trata de jornadas interminables. "Tengo que hacer la comida, lavar la ropa, atender a los hijos, etcétera".

¿Las mujeres se están concienciando de la situación y están luchando para acabar con esos abusos?

Yo creo que la gente más joven, las mujeres más jóvenes empiezan a ver lo que han tenido sus madres y empiezan a darse cuenta de que están discriminadas, pero realmente ellas mismas no creo que valoren el trabajo que realizan. Muchas veces no son conscientes de esa desigualdad en general. Conozco a una profesora que hizo una tesis en Gran Canaria sobre la aparcería y los tomates. Entrevistó directamente a mujeres que trabajaban en el tomate en un análisis cualitativo, y ellas mismas le decían que sus maridos le iban a contestar mejor. Ellas mismas se echaban a un lado para que fueran sus maridos los que contaran las historias. No valoraban realmente el trabajo que hacían porque creían que era secundario.

Afortunadamente parece que las nuevas generaciones de mujeres lo tienen más claro y quieren cambiar el chip de los papeles de hombres y mujeres.

Eso espero. Lo que hay es muchas asociaciones de mujeres que inculcan luchar contra ese siste- ma que de alguna manera las tiene invisibilizadas. Gracias a esas asociaciones se han conseguido muchas cosas.

El trabajo en el campo ya de por sí es muy duro y sacrificado.

Sí, claro. Las mujeres campesinas deben trabajar la tierra y los animales con los mismos derechos y las mismas condiciones que los hombres. Cuando un 50% de la población son mujeres no puede ser que solo el 30% sean titulares de las explotaciones agrícolas. Se ve que hay un claro desequilibrio, que el trabajo no está bien repartido.

También hay un porcentaje mayor de mujeres desempleadas en el campo y muchas que trabajan no cotizan.

Claro, efectivamente, eso es así. Al final salen malparadas en el futuro, cuando tengan que cobrar una pensión. Lo que pasa es que aunque las mujeres cojan conciencia, los hombres tienen también que participar en ese cambio porque si no estamos en las mismas. Es importante que los dos sean actores del cambio por igual. Unos son conscientes con mentalidad más abierta y otros no. Eso pasa tanto en hombres como en mujeres.

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