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Entrevista a Philip Brunchner

"Los niños de las bosquescuelas logran una fase de aprendizaje muy profunda"

"Los alumnos nuevos que vienen de otros colegios gritan de alegría, alucinados de sentirse tan felices", asegura el licenciado en Ciencias Forestales y educador infantil

Philip Bruchner, guindado en un mato, ayer tras la entrevista. YAIZA SOCORRO

¿Qué es un bosque escuela?

Una escuela infantil al aire libre que tiene el aula en la propia naturaleza, sin instalaciones tradicionales salvo un refugio de madera. En ese entorno todas las actividades del currículum se realizan con los propios materiales del campo.

¿Y no vale playa?

Bueno, en Madrid, donde ya está operativa la primera que se ha abierto en España no hay mucha playa, pero aquí en Canarias estaríamos servidos.

Pues, de momento, cuénteme cómo va la de Madrid.

Se trata del primer centro Bosquescuela en España que ha abierto en este curso escolar 2015-2016 en el municipio de Cerceda, que está homologado y autorizado por la Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid. La cabaña, que está acondicionada para 25 niños, colinda con el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. En vez de un colegio tradicional las matemáticas o la iniciación a la escritura se realiza al aire libre.

Bueno, ¿y de dónde parte esta ocurrencia?

Pues de las escuelas que se encuentra diseminadas en los bosques de Alemania.

¿Hay muchas?

Mil

¿Mil?

No, no, más de mil.

¿Con cuantos alumnos?

Todas tienen el mismo ratio, que es de entre 20 a 25 niños de entre tres y seis años y están homologadas también allí, y ponga usted en negrita que la mayoría son concertadas, es decir que se paga poco, como una pública, apenas unos 20 euros más cara. Y funcionan desde hace 25 años con mucho éxito. Hay que explicar a su vez que el modelo original viene de los países escandinavos, de Dinamarca, concretamente en los años 50. En Suecia reciben el nombre de I Ur och Skur, que significa 'vamos fuera llueva o haga sol'. Ahora desde este primer bosque escuela de Madrid estamos ofreciendo un montón de talleres de formación para comunicar sus valores.

¿Qué valores?

El respeto y la conexión con la naturaleza y a sí mismo a través de ella. La potenciación de la creatividad, porque prescindimos de juguetes y material didáctico prefabricados.

¿Y dónde están los libros?

Aquí en Canarias estarían en las piedras volcánicas, como en Madrid en el granito, o en las miles de hojas que transforman su estructura, sus formas y sus colores a lo largo del año, con sus variantes en invierno, en verano, o en el otoño. Los niños observan así los procesos de la vida, absorviendo experiencias reales. El libro entonces es la naturaleza guiada por el profesor, que le acerca el medio natural creando un ambiente idóneo para su desarrollo integral y su aprendizaje. Esto tiene un gran impacto en la creatividad y el espíritu emprendedor de los alumnos, porque tienen que desarrollar una gran autonomía y una independencia en el entorno que le rodea para emplearlos en un futuro.

Dígame, ¿cómo es el día a día en una de estas escuelas?

Una rutina que comienza en torno a la estructura, la cabaña, que es la que funciona como punto de orientación. Un lugar de encuentro donde los alumnos van llegando y esperando en torno a una media hora a que lleguen todos los demás. Allí les damos una hora de clase bien sea de matemáticas o de escritura, utilizando palos, formando geometrías o buscando similitudes con las hojas. Por ejemplo, los pétalos impares de un trébol sirven para enseñar aritmética.

Por materiales que no sea.

Exacto, como la hoja de encina, en el caso de Madrid, pero que se pueden adaptar a las especies de cada lugar, como aquí la laurisilva. Luego observamos los mamíferos, o los reptiles. Hace poco nos hemos encontrado con una piel de serpiente. Y los niños observan sus cualidades, sus colores, se les enseña el hábitat en el que prosperan.

Dan hasta ganas de volver al parvulario.

Ah. Luego están todos los fenómenos meteorológicos, o los astronómicos. Les encanta la luna, cómo se mueven las nubes. O cuando descubren la escarcha de las mañana, y en ese imput de transformación los niños se van integrando en ese mismo entorno. Es cuando viven experiencias reales.

Pero todavía estamos en la primera hora.

Bueno, después de esa primera hora cada uno coge su mochila con el tuper y la cantimplora. Nos vamos de excursión, en un paseo de un kilómetro de más o menos media hora bajo la vigilancia de los monitores y se desayuna o almuerza en el campo. A partir de ahí vienen otras dos horas de juego espontáneo o juego libre, también bajo tutela. Pero las emplean en sus propias actividades, en explorar, en investigar y encontrar lo que les interese. Lo paradójico es que le llamamos juego libre pero ese es el trabajo de verdad, porque entran en un estado de alta concentración, de una fase de aprendizaje muy profundo.

Como en trance, vamos.

Sí. Ese momento lo terminamos con un cuento para volver a la cabaña paseando de vuelta, donde o bien los padres los recogen, o bien queda un grupo, que casi siempre es la mitad, que se quedan a comer servidos por un catering en la cabaña, donde hacen luego una siesta, y de nuevo otra clase, otra sesión de juego libre, y a casa.

Entonces se saltarán las clases extraescolares, digo.

Pues no. Tenemos un plan muy importante todos los jueves. Nos vamos de visita al pueblo o a Madrid, a conocer al cuerpo de bomberos, al de la policía, a los museos, o a los lugares de trabajo de sus padres, a Atocha, La Castellana..., para enfrentarse a la vida diaria con sus profesores. Tampoco es una escuela libre. Tiene su propia metodología.

Esto en Canarias se diría 'al revés del pepino', esto de ir de excursión a la civilización.

Me lo apunto. Pero sí, es una preparación bastante completa.

¿Existe algún estudio que muestre que salgan más preparados que en las escuelas convencionales?

La Universidad de Heidelberg evaluó la experiencia de ocho estados alemanes en 2002, y concluyó que los alumnos siguen mejor el contenido de la clase, permanecen más atentos, respetan mejor las reglas, son más pacíficos y más precisos en el lenguaje, argumentan mejor sus opiniones, resultan más creativos y tienen más fantasía. Todo esto porque se les ofrece la oportunidad en sus primeros años de vida de desarrollar su integración sensorial y el cerebro. Experimentan experiencias reales, les obliga a moverse mucho y se les da ocasiones de centrarse. Esto no significa que estén en otro mundo. Son niños educados que viven en sus casas y conocen la realidad

Seguro que tendrá buenas anécdotas de la bosquescuela.

Hace un par de semanas los abuelos de una niña de solo tres años le visitaron a clase. "Venga María, enséñanos tu cole", le pidieron mientras se dirigían a la cabaña. La niña les tiraban de la mano: "no es la cabaña, el cole es el campo", les explicaba. O la reacción de los alumnos nuevos que vienen de colegios normales. Las primeras semanas se suben a los árboles a trepar y lanzan tales gritos que a veces nos asustamos pensando que ha caído alguien. Son gritos de ilusión, de alegría, de satisfacción, con los ojos como platos, alucinados de sentirse tan felices, de experimentar que logran con su propia fuerza subir por los árboles.

¿Qué necesitamos para montar una ya, para el lunes?

Ahora es un trabajo de difusión, de que los padres y el público cojan confianza, sobre toda la administración pública porque para montar un buen centro hay que contar con ayuntamientos, cabildos y que vean que es un modelo innovador y muy sólido. Además se trata de innovar la educación, pero dentro del sistema. Por esto celebramos el taller de este fin de semana en Osorio, gracias precisamente a la colaboración del Cabildo, y de la escuela infantil Unikids y la Asociación de Profesionales Forestales, Profor.

Nos quedamos a medias con lo de las playas. ¿Recuerda?

Ajá. En Alemania o en Dinamarca hay muchas en playas, si bien es verdad que allí tienen el bosque cerca donde se pone el refugio, cerca de las dunas. No hay diferencias con los bosques, la clave es que los niños en su aprendizaje puedan conectar con el medio, siempre que haya una naturaleza salvaje, no un parque urbano ni un jardín. Lugares donde la vida fluya y cumpla sus procesos, con imprevistos que despierten la curiosidad de niños y profesores. Esto te hace ser despierto, curioso y muy, muy espabilado.

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