Tejeda está de moda. La declaración hace dos años como 'Uno de los pueblos más bonitos de España', unido a su declaración el mes pasado como 'La primera maravilla rural de España' para la revista TopRural, y los buenos augurios para que 'Risco Caído y los espacios sagrados de Gran Canaria' pasen a convertirse en Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco han devuelto la actividad al municipio cumbrero, que vive un proceso de ebullición de visitantes y de movimiento económico. Si hasta ahora la población tenía que emigrar para trabajar, ahora se da el caso de profesionales que van a diario a La Cumbre desde Las Palmas de Gran Canaria para cubrir la demanda de empleo.

"La semana pasada dos madrileños preguntaron cómo podían llegar al pueblo, porque habían leído un reportaje sobre el premio que le habían concedido". Nélida Reyes trabaja en la Oficina de Información Turística del Parador de Tejeda y, desde su puesto de vigía especializada, asegura que ha observado un creciente interés por conocer los atractivos de esta localidad tras los reconocimientos nacionales. Incluso, el cartel que informa de su especial belleza sirve de reclamo para obtener una fotografía, junto al Bentayga de fondo.

"Los extranjeros cambian muchas veces su ruta, aunque no lo tuvieran planeado, sólo por no perderse el lugar. Pero, sobre todo, ha servido para que la población local suba hasta La Cumbre", añade la informadora, mientras numerosos conductores buscan en los aledaños del Parador dónde dejar su vehículo, porque los aparcamientos disponibles están sin plazas libres en horas de mediodía.

Los nuevos reclamos han servido para que las calles del centro del pueblo atraigan a un inusual, hasta hace poco, movimiento de visitantes, que sólo era perceptible los domingos y las grandes fiestas locales, como la dedicada al almendro en flor.

"Ojalá dure mucho. Es un acierto lo que está haciendo el Ayuntamiento, porque ya no se puede vivir de la agricultura. Muchas personas, sobre todo canarios, están descubriendo algo que ya estaba ahí. A veces se van de viaje para conocer lugares nuevos, pero no conocen lo nuestro. Y todo esto es digno de ver". Nicanor Pérez es un vecino del pueblo, que ha visto cómo estos rincones ha experimentado una transformación en los últimos meses con la llegada de nuevos visitantes. "Tejeda está de moda", asegura este antiguo funcionario, al que le gusta 'vender' las bellezas de barrios como El Chorrillo y realzar cómo su gente ha sabido mantener las tradiciones de sus antepasados, que le han conferido ese atractivo singular. Precisamente, a lo lejos se escucha la voz de un cantante que anima con música verbenera las fiestas del barrio de La Degollada.

Su amigo y vecino Gregorio Armas coincide en que la vida diaria más allá de los domingos ha experimentado un beneficioso giro. Y que las casas rurales está casi todas ocupadas, gracias a estos reclamos promocionales que han obtenido. "La gente ha vuelto, aunque de siempre fue un pueblo muy visitado".

Este antiguo funcionario municipal de 81 años comparte la idea de que el pueblo está cogiendo mucha vida, porque si no "quedaríamos tres aquí". Y, como anécdota, señala que si hace tiempo había que hacer cola para poder jugar al dominó en el club de jubilados, ahora tienen que recurrir a personas que están trabajando, por lo que en cualquier momento puede surgir algún servicio profesional de transporte público, obligándoles a todos a parar el juego hasta encontrar sustituto.

La nueva cara de Tejeda se reflejó ayer, ya que sus calles más céntricas reflejaron su particular Triana de la gastronomía y el comercio. El sol ayudó a que las calles estuvieran más bulliciosas de lo normal, aunque el frío invernal siempre supone un atractivo añadido en esta época del año.

La demanda de empleo ha conseguido que muchos vecinos de Las Palmas de Gran Canaria hayan decidido ir a diario a la Cumbre para trabajar, cuando tradicionalmente es la gente del pueblo la que tiene que moverse. "Hay que ir donde está el trabajo", admite Víctor Santana, uno de los beneficiados por esta nueva realidad, aunque eso le suponga coger el coche durante casi dos horas y media de ida y vuelta. Eso sí, también ayuda, y mucho, que a media tarde la actividad general tiene que echar el cierre por la 'fuga' de la clientela.

Pino García, responsable del grupo Boamnva, que gestiona los restaurantes El Labrador, Hemingway y La Tienda de Paco, resalta que el principal cambio ha llegado de la mano de muchos canarios que han vuelto a descubrir en estos dos últimos años La Cumbre. Sobre todo, personas de mediana edad. Pero también extranjeros, "como unos franceses que el miércoles descubrieron el sitio y empezaron a buscar dónde alojarse, porque no se querían ir".

A su juicio, la oferta gastronómica se ha incrementado gracias al crecimiento turístico, permitiendo también que "ya no haya temporada baja" durante el conjunto del año.

Carmen Gutiérrez, Juan Ignacio Sosa e Iria Sosa son unos habituales de Tejeda. Viven en Tafira, en Las Palmas de Gran Canaria, y asegura que suelen coger el coche con cierta frecuencia para subir al centro de la Isla a comer y pasar el día. Y es que la gastronomía es uno de los reclamos, junto al paisaje singular del Bentayga y el Roque Nublo, que le confieren ese atractivo singular, que goza ahora de una proyección nacional.