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La mirada crítica a los yacimientos de Canarias

El especialista, el doctor Farrujia de la Rosa, reclama una nueva visión del patrimonio indígena desprovista de los estereotipos coloniales y partidistas del pasado

La mirada crítica a los yacimientos de Canarias

"Canarias cuenta con muy pocos yacimientos arqueológicos visitables, concentrados en su mayoría en una sola isla: Gran Canaria, que además es la única que ha comenzado a integrar, de forma progresiva, el patrimonio arqueológico en la oferta turística". El prehistoriador tinerfeño José Farrujia de la Rosa expone esta sentencia en un preciosista trabajo titulado El Patrimonio indígena de las Islas Canarias. Arqueología y gestión desde los márgenes, editado por el Departamento de Ediciones del Cabildo de Gran Canaria y en que disecciona -y también critica sin complejos-, la relación de los isleños con los vestigios del pasado, la concepción colonial y partidista del mundo indígena.

La obra viene acompañada de las elaboradas fotos del también tinerfeño Tarek Ode, que aparecen limpias, sin los clásicos jalones que se utilizan para dimensionar los espacios en los estudios arqueológicos ni los gráficos del norte geográfico, ni siquiera asoman los recipientes cerámicos, las herramientas de piedra o los restos antropológicos, para tratar de subrayar la importancia del lugar en su contexto natural.

Según explica el propio Farrujia en el preámbulo del volumen, el proyecto comenzó a tomar forma en el año 2009, a raíz de una propuesta del fotógrafo, la de "trabajar el patrimonio indígena de Canarias desde una óptica más visual, centrada en la divulgación del gran público, pero a partir de una mirada más estética y concienciadora, que pusiera en valor no solo los bienes arqueológicos sino el propio entorno medioambiental que los acoge".

El resultado es un viaje entre páginas por el Archipiélago prehispánico, desde La Palma, con hitos como la estela grabada del yacimiento de Las Lajitas, a Fuerteventura, con los espectaculares podomorfos de Tindaya. Cuevas del Rey, en Gran Canaria; la inscripción líbico-bereber de La Candia, en Valverde, El Hierro; el panel rupestre del Ancón de Guanchipe en San Sebastián de La Gomera; o Casa Honda de Teguereste, en Teguise, Lanzarote, son algunas de las imágenes, entre otras muchas, que otorgan al libro una exquisita monumentalidad que, algo no muy habitual, contrasta con el rigor científico aplicado para analizar la gestión de estos yacimientos, y que incluye una apabullante bibliografía que requiere nada menos que de unas quince páginas para detallar la localización de las fuentes.

Y es que según expone el doctor en Prehistoria, Historia y Arqueología, la principal finalidad de este libro es "investigar cómo la arqueología y las políticas del pasado han condicionado la actual gestión del patrimonio arqueológico en las Islas Canarias, en donde el estudio de las influencias coloniales en los márgenes de un contexto europeo (en realidad una región africana), es un caso prácticamente único en Europa".

Para ello organiza sus 170 páginas en cuatro capítulos principales, diseccionando de forma cronológica, las políticas patrimoniales desplegadas en el Archipiélago, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.

Según expone el Cabildo de Gran Canaria, el volumen El Patrimonio indígena de las Islas Canarias se cierra con un epílogo en el que Farrujia recoge las principales ideas y tendencias sobre la gestión del patrimonio arqueológico canario y se propone la necesidad de reformular parte de estas políticas con vistas a ofrecer una puesta en valor integral del legado amazigh que precede a la conquista europea.

En este sentido Farrujia propone corregir la visión tradicional de los trabajos de investigación ya que, según asegura una "arqueología no descolonizada "difícilmente puede coexistir con la evolución del Magreb después de la llamada primavera árabe, con el movimiento de la cultura bereber-amazigh, y con las demandas independentistas de Canarias con respecto a España, postuladas apelando precisamente a las raíces amazigh".

Para el especialista, el caso canario permite revelar el peso que la tradición ha tenido en la actual gestión del patrimonio arqueológico, con interesantes contradicciones: "el patrimonio monumental, histórico, frente al patrimonio no monumental, el indígena, previo a la conquista y colonización europea acaecida entre los siglos XIV y XV".

En capítulos

En el capítulo I del libro recientemente editado por el Cabildo, y a modo de contextualización, se describe cuál es la realidad arqueológica de la etapa indígena en las Islas Canarias y su relación con el ámbito norteafricano amazigh.

En el capítulo segundo se abordan aspectos como el nacimiento de las primeras sociedades científicas canarias en el siglo XIX, la incipiente gestión patrimonial y el marco legal. También se analiza el modelo evolucionista que, empleado para analizar las sociedades pretéritas, creó identidades y condicionó la propia gestión del patrimonio arqueológico canario y su tratamiento museográfico, propiciando el establecimiento de un nexo entre los indígenas canarios y la Prehistoria europea.

En el tercer capítulo se analizan las consecuencias que la dictadura franquista (1939-1975) tuvo en la investigación y gestión del patrimonio arqueológico en Canarias, pudiéndose hablar de la centralización de la gestión, controlada por la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, con sede en Madrid.

Asimismo, se refleja cómo el modelo de gestión franquista se mantuvo vigente hasta bien entrada la década de 1980, propiciando el escaso conocimiento de la realidad indígena y la pervivencia de los modelos histórico-culturales, que siguieron apostando por la relación entre los guanches y Europa, con especial énfasis en la relación entre los guanches y los pobladores iberos de la Península ibérica.

El último capítulo constituye el núcleo gordiano de esta monografía y en él se presta especial atención a la incidencia del colonialismo y del etnocentrismo en la gestión del patrimonio arqueológico.

Pero tampoco hay que llegar al final de la obra para que el lector se encuentre con munición de empaque, sobre todo la que tiene que ver con la relevancia no reconocida en su justa medida, infravalorada, según el autor, del carácter amazigh del patrimonio arqueológico canario y que tiene "una mínima presencia en el mecanismo de interpretación (...) en todos los parques arqueológicos".

Y un aviso

La razón estriba, en su análisis, en una actitud "similar a las tendencias desarrolladas en Europa entre los promotores de otras culturas 'altas' (por ejemplo la clásica, la grecolatina) aceptadas a nivel nacional, en detrimento de otras culturas de sustrato, indígenas".

Para añadir, citando a Bruce Maddy-Weitzman, de la Universidad de Tel Aviv, que "este fenómeno, además, se está produciendo en un momento en el que, la identidad amazigh moderna es una idea, y cada vez más, un movimiento que sirve como contrapunto tangible u oposición a las corrientes políticas y sociales islamistas".

La responsabilidad en este sentido es doble, porque las inscripciones rupestres de las islas, "tanto las líbico-bereberes como las latino-canarias, reflejan que las poblaciones indígenas no era ágrafas. Las Islas Canarias, por tanto, son el último reducto", subraya Farrujia, "de las lenguas que se hablaron en el Norte de África hasta la conquista árabe del siglo VIII d.n.e."

Sin embargo, remata a modo de advertencia, "la mayoría de las estaciones rupestres y de yacimientos (...) no cuentan con medidas de vigilancia ni de protección, realidad que está propiciando una pérdida irreparable del legado indígena canario".

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