Los berros siempre habían formado parte de las ensaladas de Ruth hasta ayer. La joven inglesa se animó en el mercadillo agrícola de La Pasadilla, en Ingenio, donde se podía comprar un kilo por un euro, a llevarlos a casa para hacer un potaje. Los dieciséis grados que marcaba el termómetro en este pago, y que incluso parecían menos, por el viento que soplaba a las once y media de la mañana, justificaban su decisión de echarlos a un caldero. Pero, como su pareja, Alberto García, de origen extremeño, y residente desde hace cuatro años en Arinaga, no sabía como se elabora este guiso de la gastronomía canaria, pese a que, en su caso, si que ha podido probarlo, tenían previsto consultar en internet. En eso estaban cuando Mari Carmen Alfonso, que aún les despachaba, les dio el recetario de ingredientes completo. "Hay que ponerle calabaza, papas, judías, batata, piña, una cebolla, un poquito de aceite" explicó, mientras les mostraba un pequeño boniato para que también lo incluyeran en su compra.

Hasta 120 kilos de berros se vendieron ayer en La Pasadilla. El producto estrella procedía de Valsequillo, pero logró, según señaló Antonio Suárez, presidente de la Unión de Pequeños Agricultores, animar la venta de todo lo que se cultiva en Ingenio. Vendedores como Guillermina Suárez comentaron que, lo habitual , es que el citado vegetal cueste unos dos euros por kilos, pero que, a veces, en los supermercados ha llegado a los tres. Con todo, dio por hecho que la oferta se va a mantener en los dos domingos que quedan de enero.

La primera vez

La cartelería que distribuyó el Ayuntamiento por el municipio para recordar que el mercadillo volvía a celebrarse, tras el paréntesis navideño, surtió efecto. De hecho, logró que Antonio López, y Mari Carmen Castro, vecinos de esta localidad del sureste, lo visitaran por primera vez. Además, aprovecharon para llevarse toda la verdura para un potaje de berros, además de mucha fruta.

También Francisco José Saavedra y Rosi Jiménez, de Carrizal, se estrenaban en ese espacio ferial. Fue por un cartel que vieron en la rotonda que va a Guayadeque, cerca de su casa, por lo que decidieron dedicar las primeras horas de la mañana del domingo a llenar la nevera. Presumía él de "cocinar de maravilla", y apuntaba que prepara desde cremas de calabaza hasta los platos más exóticos. Pero, de los berros, confesó que acostumbra más a ponerlos a la ensalada, pero al saber que estaban de oferta dudaba, en voz alta, si iba a echarlos a una crema o dejarlos para hacer un potaje. Entre tanto, su pareja era la que iba comprando de todo, y asentía de las buenas dotes de su compañero en los fogones.

Casi al lado, el puesto de la panadería Artiles empezaba, una hora después, a mostrar algunas cestas vacías como la del pan de pasas y almendras, y aunque hubo reposición después, de este tipo no llegó más , por lo que muchos lo lamentaban y no se hacían a la idea.

"Vine a dar una vuelta y a aprovechar los precios" destacaba Dolores Pérez Galván, de Telde, que se quejaba del frío que hacía, mientras echaba un vistazo a todo y se lo comentaba a su acompañante. "Naranjas a un euro, tomates y plátanos y naranjas igual, zanahorias a 1,50 y habichuelas a 2,90" resumió con una sola mirada.

En su caso, y en el de otros muchos, una vez resuelta las compras se volvían con el cargamento hacia los coches, que habían dejado justo enfrente. Más que la copa de vino o el vaso de cerveza, elaborada con cebada de la zona, a la que invitaban, muchos reclamaban "algo calentito para entrar en calor". Y es que el mercadillo, situado a unos siete kilómetros, del casco de Ingenio, sólo cuenta con unas pérgolas, en forma de semicírculo, bajo las que están instalados los agricultores, panaderos, y artesanos. Para animar la fría mañana, los organizadores habían puesto música, pero desvelaron que ya le han comentado al concejal de Agricultura, Pepe López, que el sitio en invierno es poco acogedor, porque está casi a la intemperie, y hasta le han planteado acercar el mercadillo al pueblo.