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Agüimes

Agüimes reparte 200 kilos de caracoles durante las fiestas de San Sebastián

La plaza del Rosario acogió una jornada gastronómica con el gasterópodo como protagonista

En Agüimes ayer resultaba imposible no chuparse los dedos: la fiesta del caracol, en la que según cálculos del Ayuntamiento se consumieron más de 200 kilos del gasterópodo, dejó un espléndido sabor de boca entre los cientos de asistentes que se acercaron a lo largo de toda la mañana hasta la plaza del Rosario. Durante unas horas, el entorno de la iglesia de San Sebastián se convirtió en una improvisada casa de comidas en la que era posible disfrutar de una sabrosa tapa con caracoles y algo de beber a precios populares.

"¡Están buenísimos!", comentaba Mari Carmen Falcón, recién llegada desde Las Palmas de Gran Canaria, mientras saboreaba hasta la última gota de la salsa que había quedado escondida en el interior de la concha después de extraer el caracol. A su lado, su marido Andrés Betancor lo corroboraba: "La salsa está de muerte, con ese choricito; yo estoy acostumbrado a los canarios, pero estos están buenísimos también".

Platos con cariño

La peculiar receta por la que Mari Carmen, Andrés y el resto de asistentes hacían cola durante más de 10 minutos era la que habían elaborado para la ocasión los voluntarios de la Casa Catalana de Gran Canaria. Antonio Rovira -que también presentó como cocinero aficionado unos caracoles mar i muntanya que se alzaron con el premio a la mejor elaboración innovadora- no cabía en sí de satisfacción por la acogida de la receta que sus compañeras y él habían estado preparando durante toda la noche del sábado: "Da gozo que la gente esté participando tanto", reconocía. En los platos que no paraba de servir, los caracoles se hacían acompañar por un contundente sofrito de verduras, un sabroso chorizo, unas delicadas costillas y, como destacaba su autor, "mucho amor y mucho cariño".

Poco antes del comienzo de la degustación de caracoles, el escenario instalado en la plaza fue el lugar elegido para la entrega de varios premios: los de la cata de quesos insulares celebrada el pasado martes y los de los participantes en el curso de adiestramiento animal Ciudadano canino ejemplar y los del certamen gastronómico Caracol de Oro, por el que se premió a tres cocineros aficionados -Belén Gutiérrez Vélez por unos con mojo hervido, Antonio Rovira y José Luis Rodríguez Cordero por unos con salsa de tomate natural- y a tres profesionales.

Entre estos últimos estaba Fela Hernández Estupiñán, del bar cafetería La Estación, quien recogió el galardón a la mejor presentación. Los suyos eran unos caracoles cargados de humildad culinaria en los que el sabor anisado del hinojo cobra un especial protagonismo. Su truco, explicaba, "está en mimarlos".

Tampoco prescindían del hinojo los del plato ganador del premio a la mejor receta tradicional, elaborada por Rosa María Rivero Torres para el bar tasca Mi Pueblo. "El secreto es mío de la casa, pero por supuesto, que no falten el hinojo y la pimienta que pica". Desde que le comunicaron que el primer premio era suyo, no da abasto en los fogones: "Estoy desde el viernes haciendo caracoles por un tubo, pero pienso servirlos durante todo el año", advertía para tranquilizar a quienes querían probar su receta.

Los de Catalina García para el bar El Lagarto, reconocidos como los más innovadores, eran radicalmente diferentes. En su caso optó por una receta de fusión al convertir unas tradicionales fabes con almejas asturianas en fabes con caracoles. "Era un poco arriesgado, pero salió bien y ahora pienso mantenerlos en la carta", reconocía antes de volverse corriendo a su establecimiento para atender a los clientes.

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